Año
de 1710
1- En veinticinco de enero de 1710, el regimiento o parte de
él, con su Coronel, se halla en Orihuela, provincia de Alicante.
2- Entre el nueve y el trece de junio de 1710, alrededor de
dos mil hombres del bando austracista realizaron un ataque sorpresa sobre la
población tarraconense de Mora de Ebro, asaltándola, haciéndose con el control,
tras la defensa realizada por las tropas borbónicas allí destacadas.
Entre esas
tropas se encontraban el Regimiento segundo de Guadalajara y algunas compañías
de Caballería, entre las cuales una, al menos, era del Regimiento de Málaga,
cuyo Capitán, Diego Antonio de Molina Miñano fue hecho prisionero junto a otro
de su misma arma, dos de Infantería, algunos Subalternos y alrededor de sesenta
soldados durante la defensa de la plaza.
Los del
Regimiento segundo de Guadalajara, que estaban de guarnición, consiguieron
retirarse y atrincherarse en la iglesia y el castillo, realizando una buena
defensa, conteniendo y haciendo retirar a los enemigos, pero ante la
superioridad numérica de estos se retiró dos días después, habiendo antes
procedido a la demolición de algunas de las fortificaciones del castillo. La
plaza quedó después abandonada de ambos bandos y nuestro Capitán Diego
Antonio de Molina Miñano, junto a los demás, quedó en poder de los
austracistas, no siendo hasta primeros del año siguiente de 1711, cuando los
borbónicos, tras la reconquista de Miravet, recuperen toda la zona y la guerra
en la comarca se decante por ellos, que no recuperarán la libertad, pudiendo
volver el Capitán Molina a ponerse al mando de su Compañía.
3- El cinco de julio se halla el Regimiento de Caballería de
Málaga en el campo real borbónico, en Ibars, desde donde junto al resto de la
Caballería realizaban encuentros armados contra el enemigo por la zona de
Bellacire, la Ribagorza, la plana de Urgell y otros, sobre todo la plaza de
Balaguer.
Mapa Batalla de Almenar |
Reforzaron los
borbónicos la plaza de Lérida con el objeto de asegurarse la principal vía de
escape en caso de necesidad y ante la tenaz resistencia de los sitiados en Balaguer,
se decidió que algunas unidades, principalmente de caballería, se dedicaran a
labores de vigilar y ocupar los caminos que pudieran conducir refuerzos y
avituallamiento a esa plaza, a la vez que se devastaban los campos
circundantes, a ver si así se conseguía tomar la plaza y despejar el camino a
Barcelona, acciones que produjeron algunos frutos con la ocupación de algunas
plazas de los alrededores.
Julio se
presentó caluroso en extremo, provocando la falta de agua y la insalubridad del
lugar, lo que afectó a las tropas, obligándolas a retirarse el día veinticinco
y posicionarse junto al puente de Lérida, precisamente cuando los austracistas
recibieron los refuerzos que del Ampurdán y de Italia esperaban y pasando e
inmediato el general Stanhope a ocupar las alturas cercanas a Almenar y tomando
bajo su control el paso del Noguera a la altura de Albarrán.
Mientras eso
hacían los austracistas, las tropas del Rey Felipe, levantaban el campo para
dirigirse a donde se hallaban sus enemigos, pero Stanhope, que iba un paso por
delante, emprendió la marcha hacia Albarrán, cruza el Noguera alrededor de las
seis de la mañana del día veintiseis y se hace con la plaza unas cuantas horas antes de que las avanzadas
de los borbónicos se posicionaran en Almenar, esperando al resto del Ejército,
mientras que en esos mismos instantes los aliados se encontraban perfectamente
formados y, lo que es más importante, muy descansados, esperando a sus
enemigos.
El grueso del
ejército borbónico, que llega cansado, empieza a tomar posiciones y a formar
sus líneas de batalla el el llano del Sas, enviando el marqués de Villadarias a
la Caballería y a algunos batallones de Infantería a las alturas cercanas,
dividiendo a estas fuerzas en dos líneas: la primera con veintidós escuadrones
y la segunda con veinte, situando a la infantería diseminada entre esos
escuadrones.
Los tres
Escuadrones del Regimiento de Málaga se prepara para actuar junto a los otros
cuarenta y uno. Se acerca la hora decisiva y el rey Felipe avanza a ponerse al
frente de sus soldados.
A las siete de
la tarde, los austracistas reciben la orden de atacar y aprovechando que los
Escuadrones borbónicos aun están en marcha, diez y seis de los enemigos se
lanzan en tromba sobre ellos, quienes logran contener la embestida y ponerlos
en fuga y lanzarse a la carga, pero la infantería aliada, al mando de
Staremberg, logra contener el ataque borbónico, permitiendo que la caballería
aliada se reponga, de media vuelta y contraataque y aunque se trató de poner
orden en las líneas de batalla borbónicas, la izquierda cedió de inmediato ante
el arrollador empuje austracista, resistiendo tenazmente la derecha, aunque en
vano, pues acabó cediendo y batiéndose en retirada, lo que fue aprovechado por
Staremberg ordenando un furioso ataque a la segunda línea borbónica,
consiguiendo ponerla en fuga acosados por la caballería aliada.
Aunque algunos
Escuadrones -de Osuna y de Vallejo- retrocedieron para socorrer a la infantería
y cargar contra el enemigo, fue inútil y lo único que consiguió fue conseguir
que aquella se uniera al Ejército.
A las poco más
de dos horas de combate todo estaba decidido: los austracistas eran dueños del
campo y su victoria indiscutible y los borbónicos, tras conocer la retirada del
rey Felipe a Lérida, se pusieron en huida desordenada, desembarazándose de los
bagajes y municiones, revuelta la Caballería con la Infantería y dejándoles a
los austracistas trescientos prisioneros y un botín rico en armas, municiones,
bagajes, algunos cañones y ocho estandartes y, lo que es de lamentar: la bien
conceptuada Caballería borbónica cayendo en el descrédito.
Pero la guerra
no había terminado y tras este desgraciado combate marcha de nuevo el
Regimiento a la provincia de Castellón.
CONTINÚA
CONTINÚA
IHPMalagueñas
Málaga - 2016
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