Historia Provincial Malagueña

Amigos visitantes, con estas páginas que siguen pretendo dar a conocer un poco de la riquísima y variada historia del paisaje y del paisanaje de la siempre sorprendente provincia de Málaga.

Espero que les aproveche y gracias por acercarse a estas líneas.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

EL HOTEL MIRAMAR DE MARBELLA. AÑOS TREINTA: EL INICIO DEL TURISMO EN LA COSTA DEL SOL ©


Dª. Agustina Zuzuarregui y de Sotto y D. José de Laguno y Cañas
   Alrededor del 25 de Septiembre de 1927, la familia de Laguno Zuzuarregui -matrimonio y siete hijos- embarca rumbo a Cuba, donde el cabeza de familia, Don José de Laguno y Cañas va con la intención de liquidar los negocios y fincas que en Baracoa posee, pues como buen economista y hombre informado que era ya había percibido indicios de que la economía mundial no iba por muy buenos derroteros, y temiéndose que sus negocios, tan ligados a la economía norteamericana, pudieran quebrar, no dudó en deshacerse de ellos obteniendo a cambio un buen capital. No solo iba a vender sus tierras sino que también las de su hermana Paulina

  Una vez en sus propiedades, empezó a poner en orden las cuentas, viendo con sorpresa que estas no cuadraban como debían, que faltaba dinero y que zonas de arboleda de la finca habían sido taladas. La culpa la tuvo el haber puesto la administración de la finca en manos de un tal Sr. Mendoza, que se aprovechó de la confianza que D. José puso en el y se dedicó a vivir como si la finca fuera suya. Incluso se dedicó a hacer una colección de casitas de madera con las mejores maderas de la finca.

   Problemas aparte, esta operación de liquidación de cuentas y venta de propiedades le salió bien, pues en 1929 vino el “crack” de la Bolsa de Nueva York y el desplome de la economía mundial. Las propiedades consistían en unas acciones y en una extensa finca productiva llamada “La Asunción”, que fue la que le tocó en el reparto de la herencia de su padre entre el y su hermana, a la cual le correspondió una mas pequeña, llamada “Los Prietos”.
   Así, tras liquidar sus propiedades y bienes en Cuba, vuelve la familia a España, y el nueve de Agosto de 1929 desembarcan en el puerto gijonés de El Musel, partiendo de inmediato a Madrid y de ahí a Burjasot, en Valencia, donde alquilaron una casa y desde donde empezaron a trabajar para poner en movimiento su capital.
   Con el dinero obtenido por la realización de sus propiedades, compró  una huerta en Marbella, llamada de “San Ramón”, situada entre la playa y la carretera general. Esta huerta tenía una casa. El motivo de su compra fue que el matrimonio decidió invertir el dinero obtenido por la venta de las propiedades en Cuba en acciones de la Azucarera Hispania, constituida en julio de 1930 y fruto del acuerdo de poderosas azucareras nacionales, donde las acciones valían alrededor de quinientos duros. La finca serviría para cultivar caña y luego venderla a través de dicha compañía. A la vez dejaron un pequeño lugar para huerto. La pena fue que tiempo después de proclamarse la República el Gobierno hizo una reforma del sector, de tal manera que perjudicó a los productores nacionales, pues importó caña y azúcar del exterior, cayendo el valor de las acciones de forma estrepitosa.

Vista de Marbella
   La compra de esta finca, por un importe de veintitrés mil pesetas, se le hizo en Marbella al señor Don Juan Fernández Romero, formalizándose dicha compra el cuatro de junio de 1930 ante el Notario marbellí Don Nicasio García Rodríguez. En la escritura notarial se describía las características de dicha finca, las cuales eran que la huerta se denominaba de San Ramón, situada en la ciudad de Marbella, en el llano del mismo nombre, junto al Barrio Nuevo y de cinco fanegas de tierra de regadío, con casa de piso bajo y alto, noria que tomaba el agua por una mina del arroyo de las Tenerías, con árboles frutales, alberca y cerca, la cual era en parte de pita y zarzas y en parte de obras.

   Lindaba la finca por el norte con la carretera que conducía a Málaga; por el este con la huerta de los herederos de Dª. Dolores Mazoti; por el oeste con el mismo Llano de San Ramón y por el sur con las arenas del mar. Dicha finca había sido comprada por D. Juan Fernández el año anterior, en unión de otros bienes, a la Sra. Dª. Carmen Márquez Márquez, administradora de la testamentaría de su hermana Dª. Margarita.
   Bien, ya tenían las acciones de la azucarera y una finca donde vivir y que poner en explotación. Ahora, ¿porque eligieron Marbella para fijar su residencia? Pues porque uno de los hijos del matrimonio estaba enfermo y los médicos les habían recomendado un clima adecuado para que sanase, encontrando ese clima en la ciudad de Marbella y su entorno, y porque, también, ese mismo  clima de la costa malagueña era propio para el cultivo de la caña de azúcar, habiendo sido el cuñado de D. José quien se lo recomendó, así como también la idea de comprar la finca.
   Este cuñado se llamaba D. José María Zuzuarregui y de Sotto, abogado de profesión que a la sazón se hallaba en la provincia malagueña y que en sus viajes por ella había descubierto este rincón y sus bondades, así como que era adecuada para los intereses económicos de la familia, no dudando en recomendárselo a su familia, ponderándoselo como un paraíso en la tierra, un oasis repleto de frescor y verdura, de gentes amables y nobles, un lugar ideal para el restablecimiento del hijo enfermo.   
Vista parcial finca de San Ramón
    Con la finca ya de su propiedad, pasó de inmediato D. José a su remodelación, principiando por contratar a un arquitecto que le hiciera el plano de la casa y por pedir el diecinueve de Julio permiso al Ayuntamiento para la construcción  de una casa de un solo piso de mampostería, con fachada a levante y a una distancia de siete metros de la arista de la carretera de Málaga. Dicho edificio tendría veintiún metros de largo por once de fondo. También pedía permiso para sustituir la tapia que había por una verja de hierro.
   Dicho permiso le fue concedido el siguiente dos de Agosto, apercibiéndosele de que disponía de seis meses máximo para darles comienzo, así como de que cumpliera una serie de requisitos relativos a la seguridad de los trabajadores y de la carretera.
   Una vez obtenido el permiso y sin pérdida de tiempo, procedió a la contratación de los obreros que deberían llevar a cabo el levantamiento del edificio, así como la contratación del material indispensable para llevar a cabo la obra, todo ello según las indicaciones del arquitecto, amigo de la familia.
   En el tema de los obreros tuvo un pequeño incidente con el Delegado de la Caja del Retiro Obrero, pues consciente de la necesidad de proteger a los trabajadores, quiso incluirlos en dicha Caja, pero se encontró con que el Sr. Delegado se negó a facilitarle los sellos correspondientes a las cartillas o libretas del retiro obrero, acudiendo el ocho de Noviembre al Sr. Notario D. Nicasio García Rodríguez, para que éste hiciera constar dicha actuación del Sr. Delegado, al objeto de que éste le entregara los mencionados sellos o que expusiera las razones de su negativa.
   Presentado el Sr. Notario en la casa del Sr. Delegado, llamado D. José Vega Benavides, resultó este estar enfermo y en cama, leyéndole el Sr. Notario el requerimiento de D. José de Laguno y, enterado, contestó que llevaba “…seis o siete días en cama asistido  por el facultativo Don Juan Martínez Carrasco y no puede ocuparse de estos asuntos hasta el lunes o pasado mañana, si se mejora, en cuyo día hablará con el Sr. Laguno según el recado que le ha mandado este Sr. al objeto de hablar de la denuncia que el requerido tiene formulada a la Caja de Granada y ver si en esta entrevista llegan a un acuerdo para dejar aquella sin efecto…” Sería verdad o no, eso no lo sabemos, aunque no tenemos porque dudar de las palabras del Sr. Delegado. Lo que si sabemos es que el problema se solucionó y los trabajadores pudieron ver selladas, por fin, sus cartillas.
Folleto del hotel en francés
    Al tiempo de estar D. José en la ciudad de Marbella -hallábase hospedado en Villa María Lola-  y trabajando para poner en marcha el proyecto mercantil, ocurrió lo de la caída del precio de las acciones de la azucarera, por lo que los de Laguno Zuzuarregui actuaron rápidamente, vendieron cuanto antes lo que pudieron de sus participaciones en la compañía, que fue poco y a mal precio, y con el capital obrante decidieron poner en marcha un proyecto que el matrimonio tenía en mente, pero que hasta entonces solo era eso, un proyecto, una fantasía, pero que debido a las circunstancias vieron el momento de poner en marcha: montar un gran hotel, un hotel de lujo, aquí, en esta tierra bendecida por Dios, en Marbella.
   Así pues, sobre la marcha se modificó el proyecto y la casona se transformó en un hotel de gran categoría, que para el poder adquisitivo de la época era un hotel bastante caro, con unas comodidades desconocidas hasta entonces en la costa malagueña y aun en Andalucía, salvo contados casos en Sevilla, Jerez, Málaga o Granada. Estas comodidades ellos si las conocían debido a sus viajes y a haber nacido y sido criado entre ellas, pues D. José era hijo de hacendado que había hecho fortuna en Cuba y Dª. Agustina  era hija de una familia aristocrática de Madrid, dado que su madre era hija del conde de Clonard y su padre era Coronel de Caballería e hijo de rico hombre de negocios.
   Tenía este hotel, al que pusieron por nombre Hotel Miramar, un menú tanto de cocina tradicional española como internacional, cuyas tarifas por los diferentes servicios eran las siguientes:
- agua caliente……………..2,50 ptas.
- baño de agua fría……….1,50 ptas.
- desayuno…………………1,50 ptas.
- almuerzo………………….5,50 ptas.
- cena………………………..6,00 ptas.
- garaje………………………2,50 ptas.
- pensión completa……..15,00 ptas.
   Se procuró decorarla con elegancia y un toque de suntuosidad, de modo que no se escatimó en comodidades y decoración, siendo parte importante de esta decoraciónlos cuadros, los cuales había pintado el padre de Dª. Agustina, que aparte de militar había sido pintor al óleo, habiendo participado incluso en exposiciones y habiendo ganado algún buen dinero con su arte. Así, se pusieron cuadros no solo en los salones sino que también el las habitaciones y pasillos, completando la falta de estos con algunas adquisiciones.  
   El día de la inauguración, el quince de Octubre de 1933, bendijo el hotel el párroco de Marbella, Don José Vera Medialdea, contando el evento con la presencia de numerosos invitados, entre ellos el presidente de la Comisión Gestora municipal, Don Alfonso Martín Nieto. El diario malagueño El Cronistarelata como gran acontecimiento social y turístico dicha inauguración en sus páginas del día siguiente.
   Comentaba el redactor que “…el hotel está coronado por amplísima terraza cuyas vistas abarcan desde Gibraltar al Faro de Calaburra y desde la costa de África a la Sierra Blanca, y tiene todos los servicios (agua corriente en habitaciones, teléfono, radio…etc) que contribuyen a hacer la estancia higiénica y muy amena…” 
    Se pusieron alfombras en los pasillos y la cubertería era de lujo y de la cual aun se conservan algunas piezas. A las personalidades que en el hotel se hospedaron se les atendía con el “traje de los domingos” y guantes, siendo D. José uno de los que atendían a dichas personalidades, ya en el bar ya en el restaurante. Uno de esos personajes fue el Excmo.  Sr. Gobernador Civil de Málaga, D. Alberto Insúa, que lo hizo el 17 de Junio de 1934 y la factura de la  recepción y la posterior invitación ascendió a 104,95 pesetas.
   La clientela era preferentemente inglesa, aunque también pernoctaban franceses, españoles, alemanes, estadounidenses o suizos. Lo de los ingleses era debido a la proximidad de Gibraltar y a la presencia en Marbella de una compañía minera británica, la The Marbella Iron Ore, que desde los años setenta de la anterior centuria explotaba unas minas de hierro que en el término de Marbella había, pero que en 1934 cerró sus puertas debido, primero a que por un lado ya no eran demasiado rentables y por otro a la inestabilidad política y social de España en general y de Marbella en particular.
   La publicidad del hotel era en español, inglés y francés, idiomas que dominaban a la perfección, D. José el inglés y francés y Dª. Agustina el francés y se puede decir sin ningún género de duda que el Hotel Miramar de Marbella fue el primer hotel turístico que hubo en lo que posteriormente se llamó Costa del Sol, siendo el matrimonio de Laguno Zuzuarregui los primeros pioneros del turismo en Málaga y la Costa del Sol. Tenía muchísima clientela de forma permanente, viniendo no solo a hospedarse extranjeros como ya se ha dicho, sino que también turistas nacionales, de Madrid debido a sus relaciones sociales y familiares y de otras provincias, como Córdoba, donde el hotel se anunciaba en los periódicos cantando las bondades del clima marbellí. Es por esto por lo que se pensó en su ampliación.
   Como anécdota decir que una vez, se hospedó un matrimonio estadounidense, fijándose él en un cuadro que en el comedor del hotel había, representando a un guerrero musulmán; este cuadro había sido pintado por el padre de Dª. Agustina. Tanto le gustó que “asedió” a D. José y a Dª. Agustina de tal manera que al final consiguió que se lo vendieran, pagando por él una suculenta cifra. Desmontó la tela del marco, la enrolló y se la llevó, debiendo estar al día de hoy presidiendo el salón de algún hogar de Estados Unidos. La verdad sea dicha es que el matrimonio de Laguno Zuzuarregui no quería deshacerse de dicha tela, pero la oportunidad de hacer caja para ampliar el hotel fue una razón de peso para la venta de dicha tela.
   Todo marchaba a pedir de boca, adquiriendo el hotel una buena fama allende Marbella, pero… la Guerra Civil truncó el negocio arruinándolo, pues cesó el tránsito de viajeros, con caudales o sin ellos, viviéndose además en el hotel algunos episodios de violencia por parte de los milicianos, que se habían adueñado del pueblo y sometieron al hotel a una estrecha vigilancia, tanta que hasta que las tropas de Franco no tomaron la población, siempre había francotiradores prestos a disparar al que saliera de la finca, sometiendo a la familia a un bloqueo de alimentación, salvado en gran parte gracias a la caridad, compasión y nobleza de los pescadores y vecinos del pueblo, los cuales, apiadados de la familia y en particular de los niños que allí vivían, al grito de “la basura para los fascistas, les arrojaban por encima de la valla de la huerta paquetes con sardinas, pan y otras comidas. 
Folleto del hotel en inglés
   Por otro lado, un jefe político que a la sazón habían destinado a Marbella y conocido de D. José, le ordenó que custodiara hasta que se los reclamara, unos sacos de garbanzos, lentejas, arroz y harina de maíz, con el advertimiento de que como faltara un solo saco lo iban a pasar mal. Es evidente la maldad de la orden, pues queriendo que pasaran hambre les ordenaba bajo amenazas que custodiaran comida que no se les permitía tocar. La familia pasó por una hambruna atroz, estando incluso al borde de la muerte alguna de las hijas del matrimonio, Margarita, la cual estaba recién nacida y debido a que a su madre se le había retirado la leche y que la pudo salvar gracias a una reserva de tapioca que tenían escondida y la poca leche que daba una cabra que tenían, llamada “Granadina”, con lo que hacía Dª. Agustina una papilla para que comiera.
   La orden de no tocar los sacos allí depositados no fue óbice para que fueran en muchas ocasiones abiertos, cogidas determinadas cantidades y vueltos a coser, de manera que, apartando los gusanos, había días que comían eso, que unido a lo que les echaban por encima de las tapias pues iban tirando, penosamente, pero tirando. La consecuencia era que  hijos y padres acabaron famélicos, y había niños con menos de tres años.
   Como anécdota, recordar que cuando estalló la guerra, D. José fue llamado por teléfono por el boticario del pueblo, el cual le dijo que pusiera rápidamente Radio Ceuta, cosa que hizo, enterándose de la gravedad de la situación, tomando de inmediato la determinación de reunir a los extranjeros que se hallaban en el hotel para informarles de la situación y conminarlos a abandonar España a través de Gibraltar, para lo cual llamó a Málaga al objeto de que se enviaran unos cuantos taxis, en los cuales se fueron los extranjeros a Gibraltar. Dichos taxis tuvieron la mala suerte de que al volver se encontraron en Manilva con los milicianos, los cuales les requisaron los vehículos dándoles unos recibos a cambio….papel mojado.
   Así mismo, al poco de estallar la guerra, los milicianos republicanos montaron un hospital de sangre en el hotel, pero mas que para hospital sirvió para que saquearan todas las reservas alimenticias, no dejando absolutamente nada de alimentos, es mas, incluso arrasaron con los productos de la huerta, dejando, y sirva como ejemplo, solo los tallos de las alcachofas, con los que Dª. Agustina preparó la comida mientras duraron dichos tallos. Luego vino el episodio de guardar en el hotel los sacos de legumbres con la orden de no tocarlos, aparte de algunos episodios de violencia que no hay porqué mencionar, pues bastante trágicos que fueron.
   D. José tuvo la fortuna de que aunque era español, mantenía la nacionalidad cubana e informado por la Embajada de ese país, puso en lugar bien visible una bandera de Cuba, manufacturada por Dª. Agustina y su hija Isabel. Al principio los milicianos creyeron que se trataba de un “camarada” por la estrella que dicha bandera tiene, pero esa idea duró poco y aunque D. José, mientras pudo salir de la finca siempre llevó en la solapa la bandera de Cuba, eso no le salvó del asedio a que su familia fue sometido. Es mas, una de las ocasiones que los milicianos se presentaron en el hotel a ver que podían rapiñar, le exigieron que le entregara las armas que tuviera, respondiendo el que no tenía. Los milicianos le dijeron que si tenía, que les habían dicho que era cazador, respondiendo José que mal cazador podía ser siendo miope como era. No creyéndole le registraron, con la mala fortuna que en una faltriquera llevaba 20. 000 pesetas que tenía guardadas para ampliar el hotel, dinero que le robaron baja la palabra “decomisado”.
   Desde la casa podían ver como pasaba el llamado “coche fantasma”, que no era otro que el que llevaba a los que iban a ser fusilados en el cementerio, es decir, a los que estaban dando el fatídico “paseíllo”. En este coche llevaron al veterinario, el cual fue maltratado y después de fusilado decían algunos que fue asado, aunque eso ya no se si será cierto o no. También la maestra fue en ese coche, la cual fue violada, mutilados sus pechos, arrastrada y finalmente rematada en el suelo.
   Otra cosa que ocurría era que cada cierto tiempo entraban en la finca milicianos a crear un rato de miedo a la familia, debiendo mandar Dª. Agustina a sus cuatro hijas mayores que se escondieran en el pozo para evitar ser violadas por esos individuos, pues la primera vez que vinieron ya metieron miedo con ese tema.
    También y para seguir infundiendo miedo, tenían la costumbre de mandar a grupos de jóvenes cantando canciones contra ellos, canciones que hablaba de muerte y cuyo objetivo era amedrentar y aterrorizar un poco mas a los “fachas”, los cuales no eran mas que una familia que había invertido su dinero en Marbella y contratado personal del pueblo, si bien es cierto que sí eran gente políticamente de derechas.
   Para terminar de arreglar la situación y hundir aun más el ánimo de la familia, D. José María, el hermano de Dª. Agustina, había sido detenido en Madrid en Noviembre de 1936 por las milicias republicanas, encarcelado en la prisión de Porlier y finalmente trasladado a Paracuellos del Jarama, donde fue fusilado y enterrado en una fosa común junto a otros muchos desgraciados más.
   Este D. José María  había sido Concejal del Ayuntamiento marbellí por Acción Popular entre Mayo de 1932 y Julio de 1933 y miembro de la directiva de Acción Católica en esa ciudad de Marbella, trabajando junto al párroco, D. José Vera Medialdea, Consiliario de la asociación. Permaneció en Marbella hasta el verano de 1934, que marchó a Madrid.
   La maldita guerra civil.
   Por fin, las tropas de Franco entran en Marbella y entre ellas y a cuyo mando venía D. Javier de Borbón, un amigo de Renedo y de Madrid de D. José, alegrándose ambos mucho del encuentro, pues aparte de acabarse el asedio al que estaba sometida la familia por parte de los rojos, ambos amigos se reencontraban después de varios años sin verse. Este D. Javier instaló su Cuartel General en el hotel de los Laguno durante los primeros tiempos tras la toma de Marbella a las tropas republicanas. Al entrar en Marbella la población salió a la calle para abrazar a los soldados, los cuales habían capturado un importante material de guerra, además de causar al enemigo infinidad de bajas. El mando militar adoptó las medidas necesarias para normalizar la vida en la población. 
   La toma de Marbella por las tropas de Franco no supuso, ni mucho menos la vuelta a la normalidad, pues el país aun seguía en guerra y la economía destrozada, siendo escasísimos los viajeros que se hospedaban en el hotel, aunque ello no era obstáculo para que la nueva administración municipal exigiera el pago de los impuestos debidos a la industria de dicho hotel, debiendo D. José en nombre de su mujer, a cuyo nombre estaba el hotel, solicitar la condonación de dicho pago, elevando instancia el veinticuatro de abril de 1937, donde se justificaba la petición con el argumento de “…que desde el 22 de Julio pasado y debido a las circunstancias extraordinarias porque ha pasado dicho pueblo durante el mando marxista y las persecuciones y desmanes de que ha sido objeto por el mismo, no ha ejercido la citada industria…”
   Tras ver su caso, el Ayuntamiento consintió en no cobrarle los impuestos trimestrales desde el veintidós de Julio de 1936 hasta el diecisiete de Enero de 1937, pasándose notificación del fallo a su favor el siguiente veintiséis de Junio.
   Así pues y vista la situación de ruina económica del hotel, deciden venderlo, cosa que hacen en 1940 a un Coronel apellidado Romero, y lo que se había fundado como un proyecto emocionante, brillante y con proyección de futuro acabó, por mor de las circunstancias trágicas que vivió España, convirtiéndose en un sueño frustrado, como el de millones de españoles, pues todos perdieron algo querido: la vida, una ilusión, un proyecto de vida, un negocio,…

   La maldita guerra civil.
   Tras su venta la familia de Laguno Zuzuarregui marchó a la ciudad de Málaga, donde se instalaron, aunque no perdieron el contacto con los amigos tan buenos que hicieron en esa ciudad de Marbella por espacio de casi diez años.

El Hoplita Malacitano
Málaga 2016

3 comentarios:

  1. Una vez en sus propiedades, empezó a poner en orden las cuentas, viendo con sorpresa que estas no cuadraban como debían, que faltaba dinero y que zonas de arboleda de la finca habían sido taladas; Clickando aquí verás que la culpa la tuvo el haber puesto la administración de la finca en manos de un tal Sr. Mendoza, que se aprovechó de la confianza que D. José puso en el y se dedicó a vivir como si la finca fuera suya. Incluso se dedicó a hacer una colección de casitas de madera con las mejores maderas de la finca.

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  2. A pesar de conocer la historia,me he emocionado leyendo la con todo mi interés,y me pesa esta triste historia de aquellos seres que me criaron y educaron,descansen enlaza.

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    1. Gracias por habernos leído y por escribir esas líneas, agradeciéndole, por supuesto, su sentido.
      Comprendo que haga el comentario de forma anónima, pero me gustaría que me dijera algo sobre usted y su relación con los Laguno Zuzuarregui, aunque lo haga dándome nombres ficticios. Es saber algo más.
      Si le parece bien, le dejo el correo electrónico, para que sea privado: ihpmalaguenas@gmail.com

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