El Regimiento de Caballería de Málaga. 1706-1715
Un regimiento de
circunstancias
Antiguamente existía la costumbre de levantar Regimientos o Compañías por iniciativa privada, es decir, un individuo presentaba al Rey oficio por el cual pedía licencia para levantar un Regimiento o equis Compañías, petición que normalmente solía ser aceptada sin demasiados inconvenientes, solo los derivados de la burocracia. Esta aceptación se realizaba por medio de unas Capitulaciones.
Tras su firma, se expedían las
correspondientes patentes para los Oficiales que lo habían de mandar y ponerlo
en funcionamiento orgánicamente, procediéndose luego a reclutar a los hombres
que lo habían de servir, vestirlos, equiparlos y armarlos, todo ello a expensas
del promotor de la idea, y una vez cubiertas todas las necesidades y
condiciones que había que cumplir, se pasaba la primera revista, tras la cual
pasaba a percibir el sueldo por parte de la Tesorería real, recibiendo los
caballos que se necesitasen si lo levantado era de Caballería. No obstante
esto, en el caso que nos ocupa las Compañías pasaban a formar parte del Ejército
con los caballos incluidos.
El treinta de Diciembre de ese año, se ordenó por Real Ordenanza que las Compañías corrieran por cuenta de los Capitanes desde el primero de Enero del año siguiente.
Así, tras estas
disposiciones y otras que se tomaron, la caballería quedó compuesta por
cuarenta y seis Regimientos y diecisiete mil seiscientas sesenta y cuatro
plazas, lo cual suponía una fuerza de bastante consideración y que permitía
atender a las necesidades de la guerra, aunque posteriormente se crearon
algunos Regimientos más, como Cuantiosos
de Extremadura, creado el cinco de Abril de 1707 y mandado por el Marqués
de Lorenzana; el Pastor, creado el
nueve de Diciembre de 1709 y mandado por D. José Pastor; el Vendome, creado también el nueve de
Diciembre de 1709 y mandado por D. Francisco Rivera; y el 3º de Granada, creado el diez de Noviembre de 1710 y mandado por el
conde de Torreplana.
La marcha de la guerra en 1706 parecía hacer
creer que se iba a producir la derrota definitiva de las tropas de Felipe V, las
cuales se vieron atenazados por el enemigo por el oeste con la incursión que
realizó desde el vecino Portugal aprovechando la sublevación que se había
producido en Aragón.
Esto llevó a la puesta en juego de todos los
recursos materiales y humanos disponibles en vista a una dura y fundamental
campaña militar y Felipe V, vistas las deserciones y las bajas habidas en sus
ejércitos decide ponerse en persona a
dirigir la recuperación de las zonas perdidas y para llevar a buen puerto su
proyecto toma una serie de medidas para aumentar tanto el número de efectivos
como la efectividad de sus ejércitos, estando entre esas medidas la de reclamar
la ayuda del conjunto de la población española, incluidos la aristocracia y la
alta burguesía. Con esta medida evitaba, entre otras cosas, las tan impopulares
levas forzosas.
En el caso
de la llamada a la aristocracia andaluza, esta se realizó a través de un Real
despacho, dado en Madrid el 9 de febrero de ese año dirigido a todas las
ciudades cabeceras de reino y a los ayuntamientos de mayor importancia, en el
que se animaba a los aristócratas y a la alta burguesía de esos municipios y
sus partidos a que se interesaran en la defensa de la Patria, es decir, a
contribuir al mantenimiento de la integridad territorial, conminándolos a ponerse
a las órdenes del marqués de Villadarias, a cuyo cargo se encontraba Andalucía,
como Capitán General del ejército y costas de Andalucía que era.
Mediante este
sistema se consiguieron levantar bastantes regimientos, tanto de Infantería
como de Caballería, obteniendo a cambio el "empresario"
algunas ventajas, como el inmediato cargo de Coronel del regimiento, el cual
debería ser elegido entre los nobles de mayor prestigio y con el fin de atraer
a la nobleza, Felipe V concedió una serie de privilegios, tales como el fuero
militar y ciertas prerrogativas como mejores
sueldo, concesión de hábitos de Órdenes Militares, posible título de Castilla y distinción en el vestir.
Otro de los beneficios era que se
le entregaban al "empresario" todas
las patentes de Oficiales firmadas y en blanco, con lo cual tenía la facultad
de escoger dichos oficiales mediante la venta de dichas patentes, sufragando
así parte de los gastos derivados de la puesta en pie de las compañías o del regimiento.
El Coronel vendía los despachos de Oficiales y estos en muchos de los casos le
proporcionaban los soldados que fueran necesarios para poner en pie la nueva
unidad.
Así mismo, quien compraba
una de estas patentes conseguía un sueldo de por vida a cargo del Estado,
sueldo que se incrementaría conforme fuera progresando en el escalafón, más la
honra de servir al rey con la carrera de las armas, carrera que, además, daba
la posibilidad de aspirar al ennoblecimiento para sí y los descendientes, pues
al ser la carrera militar algo noble, ésta
confería nobleza al que la practicara. La parte, digamos perversa del asunto, era que se colocaba al frente de
un regimiento o de una Compañía a personas que en su vida habían manejado un
arma, como no fuera una escopeta de caza y que no tenían experiencia alguna en
el mando militar y desconocían el arte de la guerra y el trato con los
Oficiales y los soldados. Incluso se
dieron casos de dar el mando de Compañías a jóvenes menores de dieciocho años.
Ejemplo de patente firmada y en blanco, puede ser la que
se le entregó a D. José de Cea Salvatierra para el nombramiento de los
Oficiales del regimiento que mandó y Oficiales de las Compañías por él
levantadas:
El Rey
“Por quanto atendiendo de los servicios de
Vos Dn Sr.___________________ he tenido por bien elegiros y nombraros (como en
virtud del presente os elijo y nombro) por Theniente de una de las tres
compañías de cavallos que el Theniente Coronel de Infantería Don Joseph de Cea
Salvatiera ha ofrecido levantar a su costa dando los vestidos de los Soldados
los Cavallos Equipages y Armas correspondientes a ellas para que dichas
compaías y las nueva que ai sueltas en Málaga se le forme un Reximiento de
Cavalleria de que le he nombrado por Coronel. Por tanto mando al Capitan General
o persona que Governase las Armas en aquella parte donde…….”
Como ya se ha
dicho, en virtud del Real decreto de diez de Febrero de 1706 por el que se
ordenaba el levantamiento de nuevos Regimientos de Caballería, se levantaron
cuatro Compañías reclutadas por la ciudad de Antequera, tres por la ciudad de
Málaga y dos por el Obispado de de la diócesis de Málaga. A estas se añadirían
las tres Compañías que se ofreció a reclutar, vestir, armar, equipar y montar,
todo a sus expensas, D. José de Cea Salvatierra, quien solicitaba para sí el
cargo de Coronel del regimiento resultante y la concesión de las mercedes de
tres hábitos de Caballeros de la Orden de Santiago, para él y para sus hermanos
Bartolomé y Nicolás. (7). Desde
luego, obtuvo el hábito de la Orden de Santiago, así como sus hermanos.
Recibió este
Regimiento el número 35 en la escala y el nombre de regimiento de Caballería de
Málaga.
Tras haber abandonado nuestras tropas los
Países Bajos e Italia y venidos a la Península los Regimientos que allí había,
el dieciséis de Julio de 1714 se confeccionó una relación general de los
cuerpos de Caballería existentes, dando por resultado la cifra de cuarenta y
siete de ellos, entre los cuales figura el de Málaga, que cuenta con tres
Escuadrones.
Como consecuencia del fin de la Guerra de
Sucesión y de la firma de los Tratados de Paz de Utrech y Ranstadt se procedió
a una reforma de los Regimientos de Caballería y de esa manera tenemos que el
veinte de Abril de 1715 se previene que los Escuadrones se formasen de cuatro
Compañías y sin alterar el de doce de estas por Regimiento, pero a la vez se
consideraba que las necesidades orgánicas del Ejército eran otras y por tanto
se procedió a una reforma, que conllevó la extinción de algunos de los
Regimientos de Caballería existentes y como consecuencia de esa reforma el
Regimiento de Caballería de Málaga queda
extinguido.
CONTINÚA
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IHPMalagueñas
Málaga - 2016
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