Martín
de la Carrera Huet Álvarez de Sotomayor era natural de Málaga y nació el diecisiete
de agosto de 1775 y fue bautizado como Martín María de la Asunción Pablo José
el siguiente día diecinueve, en la parroquia de los Santos Mártires.
Era
hijo de noble cuna y cuyo padre, que se llamaba Luis de la Carrera Álvarez de
Sotomayor y natural de Lucena, también
era militar, Capitán de una de las tres Compañías del Regimiento del primer
Batallón de la Princesa. Su madre fue María Antonia Huet Bontempo, natural de
Alicante.
Así
mismo, sabemos por una descripción aparecida en un libro escrito por Vicente
Blasco Ibáñez que
"...era
una especie de joven paladín de los descritos en libros de caballerías, célebre
por su membruda complexión y por la facilidad con que de un Sablazo derribaba,
sin duda, dos o más enemigos."
Fue
instruido en las primeras letras, así como en la gramática latina, filosofía y
matemáticas y a los diez años se le sentó plaza de Cadete en el Regimiento de
la Princesa, del que su padre, como ya se ha dicho, era Capitán de Granaderos y
con quién pasó a Nueva Granada para permanecer de guarnición en Cartagena de
Indias. En estos tiempos obtuvo su empleo de Subteniente.
Una
vez vuelto a la Península, pasó al Regimiento de Sevilla y en 1793, ya con el
empleo de Teniente, pasó a Francia cuando la Guerra del Rosellón, campaña
durante la cual demostró sus excepcionales dotes como soldado y como oficial,
granjeándose el aprecio y las recomendaciones de los General Caro, Ricardos o
el conde de la Unión.
Efectivamente,
hallándose en Algeciras desde el veinte de mayo de 1792, se embarca el
veinticuatro de febrero de 1793 para Barcelona, pasando el río Tech el
siguiente diecinueve de abril y por orden del General Ricardos pasan, al mando
del Mariscal Diego de la Peña, a la Cerdaña francesa el veinticinco, invadiendo
el país y ocupando varios pueblos y sucediendo la acción de Tuhir del veintinueve
y treinta de junio.
Particularmente
célebre fue su actuación en la conocida como Jornada de la Percha, pues cuando
en un momento de la refriega, viéndose solo y a merced de los enemigos, su
arrojo, intrepidez y valentía se adelantó a estos llegando a un par de cañones,
logrando prenderles fuego e inutilizarlos, a la vez que estorbaba e impedía la
acción de una columna enemiga. Solo una bala de fusil, que le pasó rozando, dio
con él en el suelo, dejándolo, aparentemente, muerto.
Mas
viendo los franceses que tan solo estaba herido y admirados de su valor, lo
recogieron y lo curaron y tras acabar la guerra solicitó su pase al arma de
Caballería, pasando en 1795 como Capitán al Regimiento de Caballería del Rey,
donde sirvió hasta el de 1800, año en el que pasó a la Real Brigada de
Carabineros y al detall de Reales Guardias de Corps.
En
1801 nos lo encontramos, además, como Ayudante de campo del General Jefe de la
Vanguardia, marqués de la Solana, hasta que en 1808 pidió y obtuvo su agregación
como Coronel en el Regimiento que ya servía, en el del Rey, y tras tomar su
patente y pasaporte pasó a Dinamarca a ponerse a las órdenes del marqués de la
Romana, siendo precisamente Martín de la Carrera quien, tras ser proclamado
como rey de España José Napoleón, comunicó el diez de agosto de 1808 al marqués
de la Romana la noticia en Niboorg, Fionia, Dinamarca.
Dicha noticia la recibió, según podemos
leer,
"...El
Marqués, más receloso, más indeciso ó menos afrancesado, encontró una oposición
más decidida en todas las guarniciones de su demarcación, ya enteradas de la
situación de España por el ayudante Llanos, que había regresado en compañía del
Coronel D. Martín de la Carrera, testigo y autor de los sucesos de Madrid y del
levantamiento general de las provincias..."
Una
vez la Romana convencido de que debía volver rápidamente a defender a España de
Napoleón, Martín de la Carrera fue de los que con más eficacia contribuyó al
embarque de las tropas españolas en barcos que los ingleses habían puesto a su
disposición para volver a España.
Efectivamente,
el Regimiento de Caballería del Rey, que se hallaba en Jutlandia, partió para
Randers y Ahrus, pasando con él a Fionia, reuniéndose, así, con el ejército,
embarcando todos para la isla de Langelad, donde después de nueve días de
espera, pasaron a Goteborg, Suecia, donde recibieron auxilios, partiendo de
esta plaza el siguiente trece de septiembre para España, alcanzando el puerto
de Santander el diez de octubre.
Es
probable que en estas fechas obtuviera el empleo de Brigadier.
Tras
pasar con la Romana al Principado de Asturias, fue comisionado para ir a Puebla
de Sanabria, poniendo a la plaza y su partido en defensa y alarma, recogiendo
piezas de artillería y dinero, con lo que pasaba a Portugal para ponerlo a buen
recaudo. Así mismo, pasó a Tuy y Vigo reclutando gente para el ejército que se
estaba formando.
Efectivamente,
en abril de 1809 se levantó por parte de los caudillos gallegos una división
llamada División del Miño, a la que
se le agregó una partida procedente de tierras salmantinas y capitaneadas por
José maría Vázquez, apodado el Salamanquino,
la cual división fue puesta el siete de mayo a las órdenes de Martín de la
Carrera, quien había estado por tierras de Puebla de Sanabria recogiendo voluntarios
y dispersos del ejército del marqués de la Romana, habiendo sido atacado en la
Puebla por los franceses, pero los rechazó con los cañones que hasta entonces
había tenido ocultos. Pasó tras esto a Orense con mil quinientos hombres de
infantería, setenta de caballería y nueve cañones, aumentando sus fuerzas con
milicianos que habían participado en el cerco de Tuy.
Con
la adición de esta gran fuerza se llegó a contar la División del Miño con una
fuerza de dieciséis mil hombres, algunos
caballos y nueve piezas de artillería, con todo lo cual puso rumbo a Santiago
de Compostela, donde al llegar le salieron a oponérseles tres mil hombres del
General Maucune, a los que derrotó, llegando a Santiago el siguiente día
veintitrés de mayo. En la ciudad encontraron un depósito con fusiles y
vestuario, así como cuarenta arrobas de plata que los franceses habían robado
de las iglesias.
Tras
esta victoria, Martín de la Carrera, aun Brigadier, envió un parte de la
acción, la cual apareció publicado en la Gazeta
del Gobierno del cuatro de julio de ese año
"El
brigadier D. Martin de la Carrera ha dado parte de que habiendo tenido noticias
positivas de que derrotado y arrojados de Portugal los enemigos, se dirigia el
Mariscal Soult con las reliquias de su exército por Orense á Lugo para reunirse
con la división de Ney, se puso en marcha [Martín de la Carrera] con las tropas de su mando desde Vigo en la madrugada
del dia 21 de mayo ultimo con ánimo de impedir que lo verificaran, y de empeñar
una acción...
.... Cargados los enemigos empezaron á
desordenarse, y el fuego de nuestra artillería, que no en valde tiene la
opinión de ser la mejor de Europa, con un fuego el mas vivo y acertado, llenó
inmediatamente el campo de cadaveres, y los vencedores de Austerlitz tuvieron
que abandonarlo. Dos o tres veces intentaron reunirse inutilmente, pues
estrechados por nuestros valientes soldados, se entregaron á una vergonzosa
fuga, en que fueron perseguidos hasta que cerró la noche, de modo que no
pudieron oponerse sino muy parcialmente, pagando siempre su atrevimiento.
Volvieron los
enemigos á querer salir al encuentro, animados por un refuerzo que recibieron
de 800 hombres de infantería; pero no fueron menos escarmentados, y tuvieron
que abandonar la ciudad de Santiago con pérdida de 8 banderas, 5 caxas de guerra,
30 caballos, 800 fusiles, 442 cananas, muchas municiones y efectos de parque,
2.400 pares de zapatos, 700 vestuarios y 41 arrobas de plata que tenían en la casa
de la Inquisición, donde la fundían en barras....
Según
declaración de los prisioneros constaba su fuerza de 2700 hombres de
infantería, 200 de caballería, 9 cañones de 4 y un obús de 6 pulgadas, que sirvieron
tan mal que ni un solo herido tuvimos de esta arma, y su perdida ha consistido
en mas de 400 hombres muertos, entre ellos un General de brigada y 5 oficiales,
y tambien 38 prisioneros, de los quales estaban heridos 25 con dos oficiales,
sin contar al general Moguier que lo fue con dos balazos, y 80 carros que
entraron en la Coruña.
Por nuestra
parte hemos tenido 29 hombres muertos con el subteniente del real cuerpo de
artillería D. Gerónimo Salamanca; 80 heridos, ....
Concluye el
brigadier Carrera diciendo: que ....
no puede omitir que el ataque fué en el día que se celebró la aparición del
santo apóstol Santiago, y en el campo mismo donde se manifestó la estrella,
según la tradición histórica"
El
seis de junio de 1809 partió el Mariscal Pablo Morillo de Pontevedra con la División del Miño en dirección a Vigo con el propósito de
observar al enemigo y al llegar a San Payo se encontró con su puente estaba
cortado, por lo que encargó a Martín de la Carrera que formase uno de barcas,
lo cual ejecutó nuestro hombre con rapidez y perfección, pudiendo pasar
nuestros hombres, pero de pronto se presentó el Mariscal Ney con tres mil
hombres, de los cuales cuatrocientos eran de caballería, y seis cañones.
Los
combates se sucedieron, como es conocido, los días siete, ocho y nueve, con la
victoria indiscutible de los españoles, obligando a los franceses a
retirarse de Galicia.
Tras
esta acción, pasó junto con el General Mahy a Astorga, pero antes, al pasar por
La Bañeza, ocupada por los franceses, dividieron el ejército en tres columnas,
pero no llegaron a entrar en acción, pues los enemigos emprendieron la fuga,
siendo perseguidos durante unas tres leguas, quedándose quedando en poder
español todos los equipajes de los oficiales. Tras esta acción continuaron a
Astorga, donde se hallaba el marqués de la Romana.
En
octubre de 1809 recibió para auxilio de sus tropas, tres mil reales entregados
por los capitulares de la catedral de Coria.
El
dieciocho de octubre de 1809, se halló, como Mariscal de campo en la Batalla de
Tamames. Se hallaba al mando de la vanguardia, a la izquierda del ejército
español, recibiendo el embate de cuatro mil de infantería y de setecientos de
caballería, franceses, resistiendo inamovibles los hombres de su mando
semejante acometida, lo que facilitó que la caballería española, que se hallaba
a su izquierda y flanco, saliese decidida para atacar a los franceses.
Mientras
el resto del ejército atacaba resueltamente a los franceses, Martín de la
Carrera, al frente de su División y envuelto por los enemigos, arengaba con
enérgicas órdenes y con su ejemplo a atacar y arrollar al enemigo a la
bayoneta
«...La
vanguardia al mando de su general el mariscal de campo D. Martín de la Carrera,
que ocupaba nuestra izquierda, por ser donde principiaba la altura en que
estábamos situados á terminar la llanura por una suave pendiente muy accesible,
recibió el decidido y violento choque de los 4.000 infantes y 700 caballos, con
una firmeza inexplicable, para dar lugar á que nuestra caballería, que tenía a
su izquierda y flanco, colocada en un bosque, saliese como yo había prevenido á
atacar repentinamente las columnas enemigas...»
"...«la
vanguardia, conducida por los generales Mendizabal y Carrera, cargó con el
mayor espíritu y bizarría, derrotó al enemigo, y recuperó á punta de bayoneta 6
cañones, que habían caído en su poder durante la retirada de la división de nuestra
caballería. En esta carga hizo la vanguardia gran carnicería en las filas del
enemigo, tomándole un cañón de a 8, con cantidad de municiones...»
El
resultado de esta batalla es de sobra conocido y como curiosidad, decir que
nuestro hombre, durante la batalla recibió dos balazos y una cuchillada.
Esta
que a continuación ponemos y que aparece en la Revista de Historia Militar Nº
113, era la fuerza mandada por Martín de la Carrera en esta batalla, la
División de Vanguardia:
Unidad Fuerza Muertos
Heridos Mando
Inf.
Lin. Aragón 336 0 12 1º Batallón
Inf.
Lig. 1º de Barbastro 303 1 17 ¿?
Inf. Lig. 1º
de Cataluña 297 3 32 Cor. A. de la Cuadra
Inf. Lig. 2º
de Cataluña 256 6 17 Cor. J. García Orozco
Inf.
Lig. V. Cdad. Rodrigo ¿400? 3 15 Sg. My. Aº. Palma
Inf. Lig. 1º de Gerona 222 2 19 ¿?
Inf.
Lin. Lemos 230 3 41 ¿?
Inf.
Lig. Escolares de León 182 1 7 ¿?
Inf. Lig. Vols. de Monforte 694 2 37 ¿?
Inf. Lin. Vols. de Morrazo 747
0 14 ¿?
Inf.
Lin. Victoria o Muerte 725? 1 6 ¿?
Inf.
Lin. del Príncipe ¿600? 1 17 ¿?
Inf.
Lig. Vols de la Victoria 417 3 33 ¿?
Inf. Lin. Zaragoza ¿700? 0 11 ¿?
Drg,s.
1º de Lusitania 200/250 ¿? ¿? ¿?
Cab.
Lzs. Ciudad Rodrigo ¿50? 0/4 5/2 Cte. A. Reguilon
Artillería ¿100? 1 13 Tcol. J. Camaño
TOTAL DIVISIÓN 6.509/300 27/4 296/2
Se
halló en la Batalla de Alba de Tormes, donde el veintiocho de noviembre de
1809, habiendo sido rotas las alas del ejército español y puestos en desbandada
los soldados por los franceses, Martín de la Carrera formó con la infantería
disponible un cuadro en el centro del teatro de operaciones, cuadro que por
tres veces sufrió por todos sus lados las contundentes acometidas de la
caballería francesa, debiendo ordenar Martín de la Carrera una retirada hacia
Alba de Tormes, la que se realizó de forma ordenada.
El
día ocho de abril de 1810, ordenó a los Comandantes del Batallón de Lemus,
Antonio Ponce, de Infantería, y Joaquín de Mera, de Caballería, que con
trescientos de infantería y treinta de a caballo y auxiliados por una partida
de patriotas castellanos mandados por el Capitán del Regimiento de Fernando VII, José Armengol, en total trescientos
sesenta hombres, procedieron a un ataque sorpresa a Aldeanueva del Camino,
donde se encontraban ochocientos franceses, de los cuales doscientos eran de
caballería.
Tras
irrumpir en la localidad, consiguieron tomarla, matar a unos pocos, hacerles
doscientos prisioneros y cogerles gran cantidad de armas y caballos, así como
un gran botín. Tras la operación, abandonaron, siguiendo las órdenes de Martín
de la Carrera, la localidad de Aldea Nueva, regresando a Coria, lugar donde se
hallaba su cuartel general, con los prisioneros y lo obtenido.
Los
franceses que pudieron escapar a la acción, regresaron después nuevamente a la
localidad, pero a la mañana siguiente la abandonaron, dirigiéndose a Baños.
Hallándose
formando parte de las tropas aliadas al mando de Wellington, se separó de estas
y se unió a las del marqués de la Romana, enfurecido porque el inglés no había
prestado auxilio a Ciudad Rodrigo cuando esta fue asediada y destruida por los
franceses del Mariscal Michel Ney, ciudad que hubo de capitular el diez de
julio de 1810.
El
siguiente veinte de julio, recibe orden desde el Cuartel General de Badajoz de
que pase con la División de su mando a situarse en la plaza de Campo Mayor.
El
once de agosto de 1810, parte de Bienvenida hacia Salvatierra, sufriendo por el
camino el ataque de los franceses. Por orden de Gabriel de Mendizábal, partió
con su caballería para realizar labores de observación de los movimientos de la
caballería enemiga, mientras la infantería enemiga pasaba al ataque.
Apreciando
en un momento dado de la refriega, que la caballería española podía entrar en
acción con resultados positivos, dio orden a Martín de la Carrera de que
atacase resueltamente, lo cual nuestro hombre hizo con gran rapidez y éxito,
atacando con una parte de su caballería a los enemigos.
Sobre
octubre o noviembre de 1810 , pasó de Extremadura a la zona portuguesa de
Torres Vedras formando parte de los ocho mil hombres encuadrados en dos
Divisiones que iban con el marqués de la Romana, mandando Martín de la Carrera
una de esas, hallándose al mando de la otra el General Carlos O´Donnell.
Tras
fallecer la Romana, Carlos O´Donnell fue trasladado, haciéndose cargo Martín de
la División de Vanguardia y de la 2ª del 5º Ejército, teniendo en enero de 1811
su cuartel en Vendas Novas, en el distrito de Évora, de donde debía partir
hacia España, pero tras la toma de Olivenza por los portugueses se abortó la
partida.
El
veintiocho de enero de ese año, escribe carta al Consejo de Regencia dando
cuenta de la situación de su ejército, que no puede ser peor, pues carecen de
todo y, probablemente, los soldados realizaban violencias con los naturales del
país para conseguir avituallamientos. Esto lo deducimos por una comunicación
que le envió Wellington el treinta de enero en la que le decía que
"... Le
recomendé seriamente la mayor atención posible para preservar el buen orden
entre sus tropas. No hay ninguna razón por la que deban saquear el país bajo
las circunstancias existentes; y la guerra entre ellos y el campesinado
portugués, que será la consecuencia de tal conducta, será la mayor desgracia
que nos pueda suceder...."
En
esa carta que mandó a la Regencia el veintiocho de enero, se queja de la escasez de víveres, de calzado,
de la falta de pagas para los soldados, quienes desde mediados de septiembre anterior
llevan sin cobrar el real diario que cobraban. Faltaban herrajes y otro
artículos de necesidad para los caballos y había quien para herrar a sus animal
vendía sus escasas raciones.
Por
lo que a los carros de transporte de municiones, ranchos y pertrechos, es como
si no los tuvieran, pues las mulas padecían la misma escasez de alimentos,
muriéndose por el camino y los mozos que las guiaban desertaban.
En
cuanto a los hospitales, decía que aun cuando los había en condiciones, no
había con qué surtirlos, debiéndose recurrir a la requisación, incluso por
medios violentos y a pesar de eso costaba grandísima dificultad encontrar
sábanas, ropas y paja con que atender a los heridos.
De
la artillería decía que estaba bien, pero que el ganado que tiraba de ella se
hallaba en bastante mal estado, no se pagaba a los muleros y estos,
desconfiando, desertaban y abandonaban el ganado menos sufrido.
Los
almacenes de Badajoz y de Campo Mayor se hallaban pésima o nulamente surtidos.
La
respuesta que recibe el siguiente nueve de febrero por parte de la Regencia es
que le felicitan por su actuación, le prometen tomar en consideración el estado
en que se encuentran las Divisiones a su mando y que mantenga la
correspondencia con Wellington, guardándole las consideraciones debidas por el
bien de la causa nacional y del Ejército que la sirve.
No
obstante, debieron seguir realizándose abusos por parte de los soldados para su
alimentación y avituallamiento, pues Martín de la Carrera recibe nueva carta de
Wellington en la que le dice que
"...No
puedo concluir esta carta sin más esfuerzo esforzándome seriamente para poner
de relieve la necesidad de imponer disciplina entre los oficiales y soldados
del ejército, y obligarlos a no dañar la propiedad de los habitantes del país las
desgracias más graves serán la consecuencia de no asistir a mis repetidas
recomendaciones sobre este tema..."
A
pesar de estas penalidades y gracias a una hábil acción con la Caballería,
distrajo Martín de la Carrera a los franceses defensores de los caminos de
entrada a Badajoz, permitiendo con esta operación que el seis de febrero entrar
Mendizábal en la ciudad, aunque posteriormente la ciudad se volvió a perder el
siguiente día once, a manos de Nicolás Soult.
Esto
ocurrió porque tras esta acción, Mendizabal descuidó la posición y no tomó las
debidas precauciones. estando al tanto de esto, los franceses emboscaron al
ejército español cruzando el río Gévora y envolviendo a los españoles, quienes
no fueron capaces de organizar la posición y sufrieron una derrota de cuidado.
La
Caballería huye y aunque Mendizábal logra que se formen los cuadros por parte
de la infantería, la caballería francesa los supera, huyendo en desbandada los
españoles, muriendo en la acción el General José de Gabriel y Estenoz, siendo
el número de muertos y heridos españoles de ochocientos. Cuatro mil fueron
hechos prisioneros y capturados diecisiete cañones, veinte carros con
municiones y dos banderas. Todo ello por cuatrocientas bajas francesas.
Al
siguiente día hacen los españoles una salida de la plaza contra las batería que
los franceses habían emplazado en las alturas de San Miguel y del Almendro,
donde tras asaltar y desalojat las trincheras enemigas clavan varios cañones,
pero os franceses consiguen reorganizarse y pasan al contraataque, desalojando
a los españoles, a los que causan setecientas bajas, habiendo habido por parte
francesa unos cuatrocientos.
Después
de esta victoria, envía Sout un emisario a Badajoz para conminarles a la
rendición y entrega de la plaza, pero el General Menacho se niega, pasando la
ciudad a resistir, abriendo zanjas en las calles, aspillerando las casas y
levantando barricadas.
El
fuerte de Pardaleras es ocupado por los franceses durante la noche del once de
febrero, pero al día siguiente es totalmente destruido por la artillería de la
plaza.
No
acabaron aquí los problemas, pues el siguiente día diecinueve tuvo lugar un
terrible choque entre ambos contendientes en la zona del río Gévora, donde las
tropas españolas sufrieron un tremendo descalabro, siendo derrotados en ese
punto, acciones que se extendieron hasta Albuquerque, San Vicente, La Codosera
y Valença.
Consciente
del revés y de que las tropas de su mando, aparte de mermadas, necesitan
auxilio en sus carencias, no duda el siguiente veintiséis de febrero en
dirigirse a Wellington, exponiéndole la situación y rogándole le socorra.
En
la carta le expone que las tropas de su mando han quedado reducidas a mil
setecientos soldados de infantería y seiscientos ochenta de a caballo útiles,
aunque confiaba en recoger a unos mil quinientos o dos mil dispersos, a los que
sumar trescientos reclutas desarmados que hay en Estremoz y otros setecientos
hombres de cabalería, también desarmados, situados en un lugar llamado Aldea
Gallega. Así mismo cuenta con novecientas mulas de transporte y trescientas
cincuenta para tiro y carga de las dieciséis piezas de artillería que aún le
quedan, mas ochocientos caballos débiles o enfermos que despachó para Estremoz.
Que
con estos datos no le quedaba más remedio que para la reorganización y apoyo
del ejército cumplir el objetivo de liberar a Badajoz del asedio francés,
acudir a él (a Wellington), comunicándole que de víveres andan más que escasos,
pues los que tenían se mandaron a Badajoz entre los días diez y catorce del ese
mes. Así mismo, les quedaba tan solo un corto almacén de cartuchos de fusil y
poco para la artillería. Dejaban Albuquerque artillado, aprovisionado y
municionado para cuatro meses.
Le
pedía que le proveyese de víveres, pues la situación era crítica. También le
solicitaba tres o cuatro mil fusiles, tres mil pares de zapatos y tres mil
uniformes para sus hombres activos y para los reclutas y cuarenta y cinco mil
duros para pagar a los soldados. A esto se respondió con un envío desde Lisboa
de dos mil fusiles con sus fornituras y mil pares de zapatos. No obstante esta
remesa, en carta de nueve de abril al Jefe del Estado Mayor General, sigue
mostrando la necesidad perentoria de calzado y vestuario.
Bien,
siguiendo con Badajoz, a pesar de los esfuerzos realizados, la ciudad caía en
manos franceses el siguiente diez de marzo, tras la capitulación del General
Imaz, sucesor de Menacho tras la muerte de este el anterior día cuatro.
El
primero de junio de 1811, tiene su cuartel general en Olivencia.
Por
orden del Consejo de Regencia de diecisiete de junio de ese mismo año y
ratificada el siguiente diecinueve de julio, se le nombra Comandante General de
la Caballería del 2º Ejército, que operaba en Aragón y Valencia. Abandonaba así
la jefatura del Estado Mayor del 5º Ejército. Se traslada, por tanto a hacerse
cargo de dicho nuevo empleo, donde debía cuidar del material, de los mil
cuatrocientos caballos disponibles, de la instrucción y de la dirección en las
acciones. Estaba al mando de Joaquín Blake, natural de Vélez Málaga, y que
había sido nombrado Comandante General del 2º y 3º Ejércitos.
No
tenemos más noticias de Martín de la Carrera hasta el veintiséis de diciembre
de 1811 , hallándose con el General Joaquín Blake en el Reino de Valencia,
hubieron los españoles de abandonar los atrincheramientos de Manises, San
Onofre y Cuarte, atravesando unos puentes, pero en la operación fueron
acometidos por la izquierda por fuerzas francesas mandadas por el general Jean
Isidore Harispe, ataque que en un primer
momento los hombres al mando de Martín de la Carrera lograron rechazar, pero
rehechos los franceses, superaron a los nuestros, obligando a Martín de la
Carrera a ordenar la retirada hacia Alcira, marchando Harispe sobre Catarroja,
obligando a los españoles a proseguir por la ribera del Júcar.
A
finales de enero de 1812 se hallaba Martín de la Carrera en las inmediaciones
de la ciudad de Murcia, cuando llegó a esta ciudad con soldados del Ejército de
Andalucía el hermano del Mariscal de Campo Nicolás Juan de Dios Soult,
decidiendo sus soldados hacerle una fiesta, usando para ello el edificio del
palacio episcopal murciano.
Conocido
esto por nuestro hombre, que se hallaba al mando de la mayor parte de la
Caballería del 2º y 3º Ejércitos, tuvo la idea de sorprender a los franceses
cuando estos estuviesen en pleno festejo, decidiendo entrar él en la ciudad por
la llamada Puerta de Castilla al frente de cien jinetes, dando órdenes al resto
para que entraran por otros puntos previamente señalados. Previamente a la
operación, dijo a los hombres:
"Soldados,
yo no puedo dar corazones, pero sí buen exemplo: ánimo y si le teneis vamos
adelante"
Así
pues, situándose al frente del escuadrón y tomando la cabeza del puente,
sorprendió por la audacia al General francés y sus soldados, pero solo fue un
espejismo, ya que una vez dentro nuestro hombre con sus cien hombres, se vieron
solos en la acción, pues los demás jinetes no aparecieron por los puntos designados,
sin que se sepa bien por qué y puestos en alerta los franceses de la presencia
de la pequeña fuerza española, acudieron en masa a la defensa, acometiendo a
los españoles, quienes vendieron cara su vida causando, a pesar de su corto
número, gran descalabro entre los gabachos, llegando, al final Martín de la
Carrera a verse solo en la calle de San Nicolás ante tantos enemigos, defendiéndose
bravamente, causando en esos momentos, que fueron los últimos de su vida, la
muerte de dos de los siete que le rodearon. Murió, finalmente, a causa de los
sablazos y pistoletazos que recibió.
Treinta
y seis años tenía.
Al
día siguiente lo enterraron con honores fúnebres y con la pompa que la
situación podía permitir. Un mes después, el General en Jefe José O´Donnell
celebró solemnes exequias en su memoria. Así mismo, La Junta Provincial, acordó
erigirle un cenotafio en el mismo sitio de su fallecimiento, sobre el que se
garbó lo siguiente:
"Prefiriendo
D. Martin de La-Carrera una muerte llena de gloria ά una vida odiosa, murió de
esta manera, dexando no solamente a los jóvenes, sino ά toda la nación la
memoria de su muerte para exemplo de virtud y fortaleza."
La
ciudad de Murcia, en su honor, dio su
nombre a la calle de San Nicolás, donde cayó muerto, aunque la calle,
posteriormente, volvió a tomar el nombre de San Nicolás.
En
la fachada lateral de un edificio de noble portón, se conserva la lápida de
mármol oscuro que contiene la siguiente inscripción:
"Reinando
el señor Fernando VII y defendiendo su patria el general D. Martín La Carrera
fue muerto en este sitio por las tropas de Napoleón, el día 26 de enero de
1812"
APÉNDICES
1-
Partida de bautismo de Martín de la Carrera Huet
"En la
ciudad de Malaga en diez y nueve días del mes de agosto del año de mil
setecientos setenta y cinco. Yo Dn. Juan Soriano Preposito de la congregacion
de Sn. Felipe Neri de ella con licencia de Dn. Damian Garcia de la Yedra Capp.
del Primer Battn. del Regito. de Infanteria de la Princesa Baptize en la Igla.
de los Sts. Martires de la expresada ciudad un hijo de Dn. Luis de la Carrera
Capitan de una de las Compas. del citado Batton. y Regimto natural de Luzena y
de Da. Maria Antonia Huet su legitima mugr. de Alicante nacio el dia diez y
siete de dcho mes llamose Martin Maria de la Asuncion Pablo Jseph fue su
padrino el hermano Luis Cubero de la misma congregacion a qm. la cognozion
espiritual y obligacion q. contrajo Abuelos Paternos Dn. Francisco de la
Carrera Natl. de Lora del Rio y Da. Isabel Alvarez de Sotomayor de Luzena :
Maternos Dn. Luis Huet natl. de Liorna e de Da. Barbara Bontempo de Genova y lo
firmo. --- Por la salida del Regmt. no pudo firmar esta
Parda. el que hizo el Bautismo y en su defecto lo executo como Capp. del Regmt.
Damiano Garcia de Yedra. ---
rubricado."
2-
Parte dado tras la victoria de Santiago del veintitrés de mayo de 1809.
"El
brigadier D. Martin de la Carrera ha dado parte de que habiendo tenido noticias
positivas de que derrotado y arrojados de Portugal los enemigos, se dirigia el
Mariscal Soult con las reliquias de su exército por Orense á Lugo para reunirse
con la división de Ney, se puso en marcha [Martín de la Carrera] con las tropas de su mando desde Vigo en la madrugada
del dia 21 de mayo ultimo con ánimo de impedir que lo verificaran, y de empeñar
una acción.
A su arribo á
Pontevedra supo que por mas que esforzase la marcha, no podria lograrlo por
haberse dirigido ya, sin detenerse en Orense, á Lugo por Chantada, y hallarse á
distancia de 16 á 20 leguas. Determinó en seguida encaminarse á Santiago, como
hizo, para atacar los que estaban en aquel punto, impedir la reunion de estos y
llamar la atencion del enemigo; y en efecto el dia 23 á legua y media descubrió
sus columnas y empezaron el fuego con nuestras guerrillas.
La
vanguardia, al mando del teniente coronel D. Ambrosio de la Quadra, desplegó
con indecible prontitud, y coloco su artillería en tan buena posicion que
parecia escogida al intento, y empezando á oponerse al enemigo con tal denuedo,
tesón y serenidad, que á pesar de que pretendia este con su caballería y
artillería penetrar por el camino real, consiguió, dirigiendo las columnas de
infantería por los flancos, detenerlo y dar lugar á que las de derecha é
izquierda del mando del coronel D. Pablo Morillo y del teniente coronel D.
Francisco de Haro, se colocaron al lado, y que la de reserva del mando de D.
Luis Diaz pasase á auxiliar la propia vanguardia.
Cargados los
enemigos empezaron á desordenarse, y el fuego de nuestra artillería, que no en
valde tiene la opinión de ser la mejor de Europa, con un fuego el mas vivo y
acertado, llenó inmediatamente el ampo de cadaveres, y los vencedores de
Austerlitz tuvieron que abandonarlo. Dos o tres veces intentaron reunirse
inutilmente, pues estrechados por nuestros valientes soldados, se entregaron á
una vergonzosa fuga, en que fueron perseguidos hasta que cerró la noche, de
modo que no pudieron oponerse sino muy parcialmente, pagando siempre su
atrevimiento.
Volvieron los
enemigos á querer salir al encuentro, animados por un refuerzo que recibieron
de 800 hombres de infantería; pero no fueron menos escarmentados, y tuvieron
que abandonar la ciudad de Santiago con pérdida de 8 banderas, 5 caxas de guerra,
30 caballos, 800 fusiles, 442 cananas, muchas municiones y efectos de parque,
2.400 pares de zapatos, 700 vestuarios y 41 arrobas de plata que tenían en la
casa de la Inquisición, donde la fundían en barras.
Según
declaración de los prisioneros constaba su fuerza de 2700 hombres de
infantería, 200 de caballería, 9 cañones de 4 y un obús de 6 pulgadas, que
sirvieron tan mal que ni un solo herido tuvimos de esta arma, y su perdida ha
consistido en mas de 400 hombres muertos, entre ellos un General de brigada y 5
oficiales, y tambien 38 prisioneros, de los quales estaban heridos 25 con dos
oficiales, sin contar al general Moguier que lo fue con dos balazos, y 80
carros que entraron en la Coruña.
Por nuestra
parte hemos tenido 29 hombres muertos con el subteniente del real cuerpo de
artillería D. Gerónimo Salamanca; 80 heridos, entre ellos el capitan D. Josef
Porras, y el teniente D. Francisco de Neira y Castro, ambos del cuerpo de
voluntarios de la Unión, el ayudante del batallon de Monforte D. Ramón Gómez, y
los subtenientes del de Lovera D. Francisco Casanova y D. Josef Suárez, y 14
contusos, incluso el comandante de artillería D. Antonio Rosellón, como también
un caballo muerto y 3 heridos.
Concluye el
brigadier Carrera diciendo: que ha sido tan general el ardor y entusiasmo de
nuestros oficiales y tropa en la acción, que haría una injusticia á todos en
hacer particulares recomendaciones; pero que no puede omitir que el ataque fué
en el día que se celebró la aparición del santo apóstol Santiago, y en el campo
mismo donde se manifestó la estrella, según la tradición histórica"
3-
Parte del ataque sorpresa a Aldeanueva del Camino en ocho de abril de 1810
" Badajoz 17 de Abril.
Parte del mariscal de campo D. Martin de la Carrera al Excom.
Sr. marques de la Romana desde Coria
á 11 del corriente.
Excmo. Señor:
Tengo la satisfaccion de participar a. V. E. el feliz resultado de una pequeña
eınpresa que me propuse. En efecto, antes de ayer de madrugada el batallon de
Lemus en su corta fuerza de 300 hombres escasos, con 30 caballos, mandados por
sus bizarros comandantes , D. Antonio Ponce, y D. Joaquin de Mera, auxiliados
por la primera partida de patriotas castellanos, que manda D. Jose Armengol, capitan del regimiento de
Infanteria de Fernando VII, que juntos compondran 360 hombres, atacaron en
Aldea-Nueva a 800 franceses, 200 de ellos de caballeria. Mataronles 200
honıbres, cogiendoles prisioneros, muchas armas y caballos , y un botin
riquisimo : todo lo que estoy aguardando , pues hoy van entrar aqui. Los enemigos
que pudieron escapar, volvieron a Aldea-Nueva en el mismo dia, pues Ponce y
Mera se retiraron segun mis instrucciones; pero ayer mañana abandonaron dicho
pueblo , y se disponian a retirarse tambieıı de Baños, segun los ultimos
avisos.
Incluyo a V.
E. el parte original que han remitido estos dignos oficiales, D. Antonio Ponce,
comandante de la iufanteria, y D. Joaquin de llera, que lo era de la
caballerıa.
Los
prisioneros saldran mañana para ese quartel general con la correspondiente
escolta.
El resto de
la division esta impaciente ; pero espero proporcionar a todos iguales
ocasiones."
Parte que dandesde el Bronco con fecha, de 9 del corriente al
mariscal de campo D. Martin de la
Carrera los comandantes de la expedicion de Aldea-Nueva
"La
gloria que acompaña siempre á las tropas de vanguardia no nos ha abandonado en
la accion de este dia sobre Aldea-Nueva del camino, á dos leguas de Baños.
Doscientos muertos, prisioneros, maletas, con muchas armas y caballos, todo es
nuestro. La accion tuvo un éxito muy feliz. Emprendida mas temprano, hubiera
sido completisima; pero V. S. sabe bien
que se atraviesan mil incidentes que impiden verificar las acciones, segun se
conciben en la mente de los que las proyectan.
A las cuatro
y media de la mañana de este dia dimos sobre la avanzada enemiga, situada en el
mismo camino á un quarto de legua del pueblo, y parapetada del cortinal de un
olivar. Habiéndola pasado á cuchillo, siguió la partida de caballería destinada
á este objeto, y al de formar en la plaza del pueblo su camino; mas como la
infantería marchaba con la viveza que prestan las alas de la gloria, llegó casi
al mismo tiempo que la caballería, y pidiéndole se apartase para poder con mas
desembarazo jugar los fuegos, los hizo esta, tomando otra calle. Los enemigos
quisieron darnos la gloria, sosteniéndose con vigor, para que la que debió
llamarse sorpresa se diga accion, á la que solo le ha faltado el requisito de
la presencia de V. S. para que graduase su mérito; pero en los corazones y
voces de la tropa, instruida al intento, no se oia mas que viva España, viva la
vanguardia, y viva nuestro general La carrera, que repetia el pueblo desde las ventanas, y los franceses tambien,
diciendo: La Carrera, La Carrera,
faltándoles esta adicion: no nos dexa salir con la mayor decencia, pues hubo
frances que huyó en camisa.
Si no fuese
tan notoria a V. S. la bizarria del batallon de Lemus, seria preciso un volumen
para explicar las acciones con que cada individuo particularizó su denuedo:
soldado hubo que mató con su bayoneta cinco franceses; y calculando la fuerza
del batallon con la de los muertos, vendrá á deducirse que no habrá soldado que
no tenga teñida la suya con la sangre en que deseam0s bañarnos.
Concluida la
accion, y siendo forzosa la retirada para cumplir con las órdenes de V. S., se
verificó esta en el mejor órden, cubriendo la retaguardia la caballería, la qual
ocupó todo el resto del dia á Granadilla, punto interesante, y por la noche al
Casar de Palomero, dexando siempre cubierto á Granadilla; y la infantería se
replegó al Aigal con el objeto de venir á pasar la noche á este pueblo. La perdida
que hemos tenido en esta gloriosa accion ha sido tan corta, que no merece se
haga mencion de ella"
4- Proclamación a los
juramentados que hay en Badajoz
Todavía
tenéis lugar, Españoles desgraciados, que un error de calculo, una sorpresa
capciosa, un mal entendido interés, y otras equivocadas y aparentes razones de
ceder a los impulsos de vuestro corazón; porque basta con ser varones, y haber
nacido en este hermoso y privilegiado terreno, para aborrece la tiranía.
Venga,
ved, compatriotas; os acojo a las misericordias de vuestros hermanos y amigos;
todavía tenéis lugar; y el olvido de vuestro error participa con nosotros de la
dulce satisfacción de buen libre: abjurad esa perfida constitución teatral:
evitad por este medio el triste destino que os espera; porque aunque con color,
con un vigor patriotico, la justicia descargara sobre vos el peso de su
garrote.
Bujiero
y Cervera la sufriran en el mismo puesto, en que más se distinguieron en su
equivocada opinión; pero Ortigosa goza de libertad, y consideración; escogí
entre los dos extremos, pues positivamente ya no estoy dudoso de vuestra
suerte; poco tiempo os queda ya; aprovechadlo, y realizad algún servicio
importante a la patria que por mi voz os llama.
Cuartel
general de Valverde 24 de mayo de 1811.
De
orden del Excelentisimo Sr. Capitan General y Jefe del quinto y sexto Ejército
Español. El Jefe de Estado del quinto Ejército. Martin de la Carrera.