Historia Provincial Malagueña

Amigos visitantes, con estas páginas que siguen pretendo dar a conocer un poco de la riquísima y variada historia del paisaje y del paisanaje de la siempre sorprendente provincia de Málaga.

Espero que les aproveche y gracias por acercarse a estas líneas.

viernes, 27 de enero de 2017

Sí, MALAGUEÑOS, BONAPARTE FALLECIÓ Y SE ENTERRÓ EN MÁLAGA

   ¿Quién ha dicho que Bonaparte no estuvo en Málaga? Ya lo creo que sí y, además, falleció aquí, en Málaga, el año de 1833..................

   ¿Comooooooo?

   Pues sí, lo que han oído sus mercedes: Bonaparte falleció y se enterró en Málaga.

   Pero bueno, ¿cómo es eso? ¿es que nos están tomando el pelo o qué? Venga, que ya somos bastante mayorcitos como para que nos vengan con bobadas. A ver, explíquesenos con claridad eso de que Bonaparte falleció y se enterró en Málaga.



   Bueno, vale, no se me sulfuren, que me explico:
 
   Pues resulta que me hallaba en el Archivo Diocesano de Málaga, el que está situado en la torre norte de nuestra catedral, buscando unas partidas de defunción en los libros de la parroquia de Santiago, cuando pasando páginas me topo con una partida del tenor siguiente:

   "Bernarda BONAPARTE muger de Pedro Perez, natural de esta de sesenta y quatro años de edad haviendo recivido el Sto. Sacramtº. de la Extrema-Uncion, falleció en la Comunión de N. S. M. Ygª., en treinta de Nov. de mil ochocientos treinta y tres, y fue sepultada en el Cementerio de esta Ciudad: no testó: enfermedad Colera: vivia Calle de Sta. Ana: solicitó su marido: Doy féé.

   Leandro Perez Carrion"

   Bueno, qué, ¿falleció BONAPARTE y se enterró en Málaga o no? Pues a tenor de lo escrito, como se puede ver está bien claro que falleció en nuestra ciudad de Málaga.

   Darse un paseo por los Archivos existentes en nuestra ciudad, aparte de familiarizarnos con el manejo de documentos antiguos y encontrar datos de nuestros antepasados, nos permite también hallar cosas de este calibre.

   Merece la pena conocer nuestros Archivos, pero ojo, hay que armarse de paciencia si buscamos cosas, porque a veces, en más ocasiones de las que nos gustaría, esa labor de búsqueda se vuelve pesada y agotadora, pero el premio merece la pena.

   Un saludo.

IHPMalagueñas

Málaga - 2017

martes, 17 de enero de 2017

COLEGIOS EN LA MÁLAGA DE 1838

   Tras estar leyendo un libro por una búsqueda que estábamos realizando para un trabajo sobre una calle de Málaga ciudad, nos hemos topado con una relación de los colegios que había en la ciudad en el año de 1838. 

   Suponemos que no serían los únicos de la ciudad, aunque creemos que no debían haber muchos más si tenemos en cuenta que en la ciudad había unos 14406 vecinos, o sea, 65825 habitantes, que vivían en unas 7000 casas, de las cuales se estimaba que más de un tercio eran de nueva construcción, distribuidas en una ciudad mal delineada y de calles estrechas, donde las únicas plazas regulares eran las de la Constitución y la de Riego (actual de la Merced)

Un libro de aritmética del siglo XVIII
   Como creemos que es cosa curiosa, procedemos a describir los trece colegios y academias consignados en el libro:

1- Colegio Seminario, incorporado a la imperial universidad de Granada

2- Colegio de S. M. la Reina Gobernadora: Director D. José Gallardo. Situado en la calle Granada, 18, manzana 71, frente a la calle de San Bernardo. 

   Impartía las enseñanzas de primeras letras por el método lancasteriano y combinado con el de Vallejo. Moral. Gramática castellana. Dibujo. Matemáticas puras. Aritmética mercantil. Partida doble. Francés, inglés, italiano y latín. Geografía. Taquigrafía. Agrimensura. Filosofía. Música y baile.

3- Establecimiento de Educación consagrado al Comercio: Director D. José Pagliery. Situado en la plazuela de San Juan de Dios.

   Impartía las enseñanzas de enseñanza primaria, o sea, lectura, escritura, moral y gramática. También se impartía Cálculo mercantil. Comprensivo de la aritmética. Cambios y nociones económicas. Geografía de España en castellano. Manejo de los globos. Francés, inglés y alemán. Teneduría de libros. Partida doble. Correspondencia mercantil francesa e inglesa. Geografía general en francés. Matemáticas puras.

4- Colegio de Isabel II: Director D. Ramón Ortiz. Situado en la plazuela de San Julián.

   Impartía enseñanza de primeras letras. Moral. Idiomas. Latín. Matemáticas. Dibujo. Música. Baile. Equitación. Esgrima. Gimnástica.

5- Academia de Humanidades: Director el Presbítero D. Manuel Pérez. Estaba situada en la plazuela de Uncibay.

   Impartía latinidad, geografía, gramática general, ideología y filosofía.

6- Colegio de Instrucción Primaria: Director D. Rafael Fernando Fernández. Situado en el Pasillo de Puerta Nueva.

   Impartía: Lectura, escritura, moral y gramática. Dibujo. Geografía. Conocimientos de la esfera. Latinidad.

7- Academia de D. Fernando Fernández del Villar. Situada en la calle del Toril.

   Impartía Lectura, escritura, moral y gramática. Aritmética mercantil y cambios extranjeros. Gramática castellana. Geografía. Francés.

8- Academia de D. Miguel Sesmero. Situada en la calle de Almacenes.

   Impartía Lectura, escritura, moral y gramática. Aritmética mercantil y cambios extranjeros. Gramática castellana. Geografía. Francés e inglés.

9- Academia de D. Antonio Jurado: Situada en la calle de Carretería.

   Impartía Lectura, escritura, moral, gramática. Inglés, francés y latín. Partida doble. Dibujo. Música.

10- Academia de D. José Navarrete: Situada en la calle de la Grama.

   Lectura, escritura, moral y gramática. Aritmética mercantil. Gramática castellana. Geografía.

11- Conservatorio de la Purísima Concepción para señoritas en media pensión o externas. Dedicada a la Reina Nuestra Señora Dª. Isabel II. Directora Dª. María de Castro Villavicencio. Situada en la plazuela del Císter.

   Impartía Religión. Lectura. Caligrafía. Gramática. Aritmética elemental. geografía. Idiomas. Música y toda clase de instrumentos propios del sexo. Dibujo y artes liberales. Todo género de labores y primores de mano.

12- Establecimiento de esmerada educación para señoritas: Directora la Sra. Dª. Natalia Blaremberg, viuda del Exmo. Sr. D. Luis del Castillo.

13- Colegio de San Rafael Arcángel para señoritas: Directora Dª. María Luisa Mitjana del Castillo. Situada en la calle de Ollerías, esquina a San Francisco.

   Como curiosidad añadida, decir que en ese libro no se menciona ningún bar o taberna y solo se mencionan siete cafés, los de:

- D. Andrés Ruiz, en la plaza de la Constitución
- D. Nicolás Parody, en la Alameda o Salón de Bilbao
- D. Francisco Sánchez, en la Alameda o Salón de Bilbao.
- D. N. Gafari, en la calle de Santa María
- D. Francisco Muñoz, en la plazuela de la Verdura
- D. Rafael Mora, en la calle de Pescadores
- D. Antonio Cerbán, en la calle de Granada

   Sería ingenuo, desde luego, pensar que no había apenas tabernas en Málaga. Suponemos que el libro recoge lo más "decente"  y selecto de la ciudad.

IHPMalagueñas
Málaga - 2017

domingo, 15 de enero de 2017

FRANCISCO PÉREZ MOSCOSO. PRESBÍTERO DE VÉLEZ-MÁLAGA y CURA DE COÍN.

   El Presbítero D. Francisco Pérez Moscoso era natural de la ciudad de Málaga. Desconocemos la fecha de su nacimiento, pero estimamos que podía haber venido al mundo allá por los años primeros de la década de los setenta del siglo XVII.

   Fue durante seis años colegial en el Sacro Monte de Granada, cursando durante tres años en la facultad de Filosofía y los otros tres estudiando la Teología Eclesiástica, todo ello con gran aprovechamiento, aplicación y ejemplo.

   Se graduó como Bachiller, Licenciado, Maestro en Filosofía y Doctor en Teología por la Universidad de Granada, obteniendo dichas graduaciones el diecinueve de enero y el veintiocho de septiembre de 1701, siendo elegido por unanimidad de votos del claustro de esa Universidad como conciliario y como examinador de licenciados y maestros en Filosofía.

   Fue nombrado Presbítero de la iglesia parroquial de San Juan de la ciudad de Vélez Málaga por el Obispo de la Diócesis malagueña Fray Francisco de San José Mesía Portocarrero el ocho de enero del año de 1707.

   El veinticuatro de julio de 1708, el citado Obispo le nombró superintendente de las ermitas de la Vicaría de Vélez Málaga.

Escudo de Vélez-Málaga
   Posteriormente pasó a ser primer capellán del Obispo de Málaga y ejerció como secretario de este cuando realizó la visita general al Obispado.

   Así mismo, por orden de dicho obispo, asistió a los enfermos de las tropas francesas que sirvieron en el sitio de Gibraltar, conduciéndolos a Málaga para curarlos de los tabardillos contagiosos que padecían, muriendo algunos de los que asistieron a dichos enfermos.

   Hallándose en Antequera con el Obispo, llegó una carta del marqués de las Minas solicitando a la ciudad que negase la obediencia al rey Felipe V. Noticioso de esto el Obispo, se retiró de ella y valiéndose de nuestro Presbítero ofreció al Corregidor y a la ciudad las rentas del obispado para la defensa de los derechos de Felipe V y que incluso se valdría de la plata de las iglesias de Málaga, que había sido retirada por temor a una invasión de la armada de los ingleses.

   La ciudad le aseguró a nuestro Presbítero la fidelidad a Felipe V, informando de esto al Obispo, este, al conocer tan grata noticia regresó a Antequera, donde asistió a todas las juntas que se celebraron para tratar la defensa de la provincia de los enemigos -los austracistas-

   En la primera junta que se celebró, se decidió que se levantaría cuatro Compañías de caballos equipadas

   Siendo primer capellán de la dignidad obispal, el seis de abril de 1710, el Obispo le nombró cura de la iglesia parroquial de la Villa de Coín, pues su titular, D. Cristóbal Flores Beltrán, había promocionado. Se hizo cargo del curato el siguiente día ocho y poco después teniente de vicario de las once villas de Coín.

   Hallándose aún en dicha villa, se alojó el Regimiento de Luxemburgo -su Coronel el marqués de Franlieu-, que venía de la expedición de ayuda a la ciudad Ceuta de noviembre de 1720, algunos de cuyos miembros padecían enfermedades bastante graves y contagiosas y dado que dicho Regimiento no tenía capellán, asistió a los enfermos, les administró los sacramentos y a los que fallecían los enterró por cuenta propia. Así mismo, a los oficiales, que padecían muchas necesidades por falta de socorros, comisionaron al Sargento Mayor del Regimiento para que solicitara a nuestro D. Francisco ayuda para poder mantenerse a lo cual acudió nuestro hombre, corriendo también por cuenta de su bolsillo y el de los feligreses.

Escudo moderno de Coín
   El cinco de febrero de 1721 -hallándose vacante la sede episcopal malagueña- y siendo como era Teniente de Vicario, en atención a su virtud, a su suficiencia y a sus vastos conocimientos en la materia religiosa y administrativa de la Iglesia, le nombró como titular de la Vicaría de Vélez Málaga, en tanto esta se hallara vacante por ausencia de su titular, a lo que añadir el cargo de prior y preintendente de las ermitas de dicha vicaría, así como también fue nombrado.

   Tras este cargo, volvió a la Villa de Coín, pero esta vez como cura en propiedad y ejerciendo este empleo fue tenido presente en 1725 para un obispado, probablemente en las Provincias de Ultramar.

   En 1727 solicitó al rey un puesto en el Patronato Real, aunque no sabemos si se le concedió.     

IHPMalagueñas
Málaga - 2017

viernes, 13 de enero de 2017

FIN DE LAS FECHORÍAS DEL CHATO DE CÓMPETA. ENERO DE 1857.

   Si en la entrada anterior dábamos cuenta de la noticia del asesinato de un servidor público del orden en acto de servicio a manos del temible bandido conocido como Chato de Cómpeta, hoy damos cuenta de su muerte, la cual sucedió como sigue: 

   La provincia de Málaga amanecía, por fin, el día quince de enero de 1857 con una gran noticia que respirar tranquilos a sus honrados habitantes, pues se daba pública noticia de que el feroz y temible delincuente, salteador de caminos y asesino conocido como el Chato de Cómpeta había sido localizado, acosado y muerto por la acción de la Autoridad.

   La cosa comenzó cuando el Señor Alcalde de la villa de Casabermeja tuvo información confidencial, y digna de todo crédito, de que el bandido se hallaba albergado en un domicilio de esa población la noche del catorce, es decir, la noche del día anterior a la feliz noticia, y de inmediato dispuso todo lo necesario para proceder a su detención, alertando a determinados individuos, cuales fueron los Tenientes de Alcalde, algunos Regidores y a vecinos de confianza y con determinación.


   Una vez avisados todos, procedió a ocupar las calles que conducían a la casa donde se sabía estaba alojado y una vez asegurado que no podría huir por ninguna de ellas, se acercó el señor Alcalde a dicha casa ,con cuidado de no resultar herido por si el delincuente ofrecía resistencia armada, y a grandes gritos le dio la orden terminante, como la autoridad que era, de que saliera sin ofrecer resistencia y se diera preso.

   Como es de suponer, el criminal no iba a dejarse aprehender y diciendo que si le querían que vinieran a por el, abrió recio fuego contra el Alcalde, quien despreciando el peligro avanzó hasta situarse en la puerta de la casa, devolviendo con su arma el fuego.

   El bandido dijo que solo le tendrían muerto, saliendo por una ventana y ante ese desafío, los asaltantes se lanzaron en su persecución disparando sus armas, hasta que al final uno de los disparos hirió de muerte al bandolero. Por parte de los atacantes solo hubo que lamentar una herida en el brazo en el segundo Teniente de Alcalde, quien demostró en todo el lance un gran coraje,comportándose con bastante denuedo y dejando acreditado su valor.

   Tras esto, se dio parte a la autoridad pertinente, quien instruyó la competente sumaria, a la vez que se apresaba al propietario de la casa en que se halló alojado  él bandido.

   Con la muerte del Chato de Cómpeta, se veía libre la provincia de Málaga del segundo feroz asesino, tras la captura poco antes del conocido como Cívico, así como de otros delincuentes de menos nombradía que tenían en alarma y terror a la población y que ya han sido, felizmente, puestos a disposición de la comisión militar.

   En cuanto al propietario de la casa, decir que junto a él, y tras algunas pesquisas, fueron detenidas algunas otras personas sospechosas de haber colaborado con el criminal, las cuales fueron investigadas por la justicia militar y tras un tiempo, el siguiente ocho de marzo la causa fue sobreseída y algunos de los detenidos fueron puesto en libertad.

IHPMalagueñas
Málaga -2017

CRIMEN DEL CHATO DE CÓMPETA. NOVIEMBRE DE 1856.

   Por noticia aparecida en el periódico La Discusión del quince de noviembre de 1856, en su página cuatro, tenemos conocimiento de este suceso:

   "En la mañana de ayer salió de esta ciudad el juzgado para recoger el cadáver de un desgraciado guardia urbano, muerto violentamente por el bandido conocido por el Chato de Competa.

   La Ronda de vigilancia al mando del Sr. Trespalacios había salido á una comisión del servicio y regresaba en la tarde del martes con cuatro presos, cuando al llegar á las Barrancas, tuvo indicios de que el Chato de Competa se hallaba en la huerta de Quintana. 


   Al punto envió dos parejas, que en efecto vieron al Chato hablando con un pastor. Diéronle la voz de alto, á la que contestó el bandido con un disparo, y sucesivamente empezaron á tirotearse por largo espacio de tiempo, yendo el Chato siempre en retirada á buscar el camino del Colmenar. El Chato hizo hasta quince disparos. 

   Los guardias se fueron quedando atrás, y uno do ellos que iba mas á sus alcances, acaso le hubiera aprehendido, si desgraciadamente el bandido no hubiese acertado á darle un balazo en el corazón que le privó de la vida.

   Viéndose ya entonces mas libre pudo fugarse y salir al camino del Colmenar, donde no sabemos porque fatal equivocación no fué detenido, por un guarda caminero que lo vio pasar, á pesar de las voces que daban los que lo perseguían
de lejos.

   Parece que el Chato iba herido en el rostro y en una pierna.

   No bien se supo esta ocurrencia salió en la misma tarde fuerza de caballería de la guardia civil y por la noche el señor Nilio con individuos de la guardia; sin que sepamos que sus diligencias y pesquisas hayan producido resultado.

   El cadáver del infeliz guardia urbano ha sido conducido á esta ciudad."

IHPMalagueñas
Málaga - 2017

jueves, 12 de enero de 2017

FORTÍSIMAS TORMENTAS EN LA COMARCA DE VÉLEZ-MÁLAGA. 1856.

   En la ciudad de Vélez-Málaga, a 13 de enero de 1856.

   El tremendo temporal de lluvias que desde principios del mes actual de enero está sufriendo la ciudad de Vélez-Málaga y su comarca, unido a las fortísimas lluvias de diciembre pasado, tiene sumidos en la mayor consternación a los veleños y comarcanos.



   Ha caído tanta agua, que los ríos han formado tan grandes avenidas que se hace prácticamente imposible vadearlos sin riesgo de morir en el intento, como le ha ocurrido a muchos que se atrevieron a hacerlo.

   Desbordadas las corrientes por tal cantidad del líquido elemento caído, que ha provocado la inundación tanto de huertas como de campos, siendo tal el ímpetu de las dichas corrientes que incluso han arrancando no solo árboles, sino que también casas, amén de haber destrozando los caminos de tal manera  que ha quedado de todo punto imposibilitada la comunicación como consecuencia de los profundos baches y derrumbaderos, habiendo quedado, incluso, sepultadas muchas caballerías, las de aquellos que ignorando o despreciando el peligro intentaron pasar por esos caminos heridos por la furia del temporal.

   Los habitantes de Vélez-Málaga y de sus alrededores permanecen en sus casas o lugares próximos y no se atreven a salir al camino no sea que les ocurra lo mismo que a los infelices que fueron arrastrados por el poder destructor de las aguas.

   Aunque el peligro no está solo en los caminos, no, que en la ciudad también hay que gastar cuidado, habida cuenta que se ha producido el hundimiento de varias casas y paredes, entre ellas las tapias de los conventos de San Juan de Dios y de Capuchinos, así como de la ermita de San Sebastián, provocando la muerte instantánea de tres ciudadanos y dejando a otros dos bastante malheridos.


   Con esto, la situación entre la ciudadanía es de temor e incertidumbre, pues a lo dicho hay que sumarle que hay carestía de determinados productos, como el pan, pues debido a la incomunicación con los pueblos del interior se ha interrumpido el suministro que estos hacían a Vélez de harina e incluso de pan, pues los molinos conocidos como de las Monjas y de Lazo han quedado inutilizados y el conocido como de Guzmán se ha anegado completamente, aunque el Sr. Alcalde no cesó de trabajar hasta conseguir que hubiera, al menos, un pequeño suministro de pan o harina para todos los ciudadanos, ordenando a las tahonas de la ciudad que surtiesen pan y que molieran el trigo que hubiera en los graneros. Así mismo, ordenó que en el mercado se pusieran a disposición de los individuos pobres de la ciudad de otros productos indispensables para subsistir.

   Al mismo tiempo, se trabajaba para arreglar los caminos en la medida de lo posible con el objeto de facilitar alguna vía practicable de comunicación con los pueblos del interior, cortados por la furia de las aguas, con la idea de aprovechar el trabajo de otros molinos y de poder dar entrada a la ciudad de grano procedente de dichos pueblos, pero el mal estado en que los caminos se hallaban impidieron realizar esta acción.


   Ni que decir tiene que toda la comarca se halla privada del correo, tanto del privado como del público, desde hace más de ocho días y para paliar la falta de suministros se ha pensado enviar aviso a los barcos surtos en la rada para que estos den noticia en la ciudad de Málaga de cómo está la situación y que desde allí provean algún socorro para esta castigada comarca.

IHPMalagueñas
Málaga - 2017

PRESENTACIÓN DE LIBRO HISTÓRICO MALAGUEÑO POR AIAM

Hola amigos.

De la Asociación de Investigadores de los Archivos de Málaga (AIAM), que es una organización sin ánimo de lucro y de ámbito provincial, nos hacen llegar el siguiente comunicado:


<<Presentación del Volumen II de "Vivir y morir en la Málaga del XVII y del XVIII"

Queridos amigos.

Sólo comunicaros que la presentación del Volumen II de "Vivir y morir en la Málaga del XVII y del XVIII" tendrá lugar el venidero día 2 de febrero (jueves) a las 19h en la sede de la Sociedad Económica de Amigos del País (Plaza de la Constitución).

Esperamos compartir con vosotros ese momento.>>

Creemos que es una gran oportunidad para conocer de primera mano y explicado por su autor cómo era la Málaga de aquellos entonces.

Su autor, D. Juan Carlos González Ternero es profesor y lleva ya décadas sumergiéndose en la historia malacitana para extraer hechos que no viene en los libros pero que fueron los que con el correr del tiempo configuraron la Málaga de hoy.

Desde Investigaciones Históricas Provinciales Malagueñas deseamos que sea todo un éxito y animamos a los malagueños a asistir a tan interesante acontecimiento. 

Un saludo

IHPMalagueñas
Málaga - 2017

miércoles, 11 de enero de 2017

JOSÉ GONZÁLEZ ENRÍQUEZ. LA ODISEA DE UN COÍNO.


   José González Enríquez nació en la localidad de Coín, hijo primogénito de un matrimonio de labradores con cuatro hijos. Rubio y bajo de estatura, era un hombre calmoso, receloso, que cuenta la historia de la aventura vivida en el interior de Marruecos con una absoluta frialdad e indiferencia.

   ¿En el interior de Marruecos? Pues sí, en el interior de Marruecos, donde pasó cautivo diez años de su vida. Pero empecemos por el principio.

   A nuestro hombre le enseñó a leer y a escribir un abogado de Málaga llamado Antonio Rosado, tras lo cual estuvo estudiando durante dos años en un internado de Madrid, pero como las circunstancias económicas no eran muy buenos, no le quedó más remedio que abandonar los estudios y ponerse a trabajar.

   En septiembre de 1923 se traslada a Málaga, en cuyo puerto embarcó en el vapor Carmen, terminando en la ciudad de Ceuta trabajando como obrero panadero en el Cuerpo de Intendencia que operaban en el sector de Tetuán, en su caso Ceuta, siendo al poco trasladado en el mismo empleo a Ben Karrich. Ocurrió esto en la época en que se estaba preparando la retirada de Xauen, acompañando el los convoyes encargados de abastecer las posiciones más avanzadas del Ejército.


José, a la derecha, durante una de las entrevistas que le realizaron después de su cautiverio

   Ocurrió que el día diecisiete de marzo de 1924, salió con otros cinco soldados con un convoy de provisiones de la localidad de Ben Karrich rumbo a Queri-Tera, cuando por el camino los moros acometieron a los españoles con un intenso tiroteo, consiguiendo cercarlos a eso de las tres de la tarde, acabando por serle imposible a los españoles romper el cerco y, además, la inferioridad numérica y la escasez de municiones impedía una eficaz resistencia.

   Como un solo hombre, los moros se arrojaron sobre los españoles apresándolos a todos los hombres y bestias que componían el convoy. Relata nuestro hombre, que les llevaron vendados los ojos, a el, al menos, encima de un burro, de cabila en cabila, ignorando en qué posición geográfica se podían encontrar.

   La situación se le convirtió pronto, tanto a el como a los demás cautivos en penosa, pues los moros les trataban muy mal y cualquier cosa era motivo de molerlos a palos, privarles de comida y de bebida y encerrándolos en cuevas para impedir que escaparan.

   Centrándonos en el caso de nuestro hombre, siguió viajando con sus captores y otros prisioneros recorriendo cabila tras cabila, observando, a pesar de su penosa situación, costumbres locales, como que en algunas cabilas los hombres llevaban un aro en la nariz, en otras llevaban zarcillos y aun en otras las mujeres unos grandes aros metálicos pendientes de las orejas.


Así pudo haberse desplazado José durante su marcha hacia el cautiverio

   Nos habla nuestro hombre de la vida tan dura que se lleva en el Sahara, sin apenas agua, donde la poca que hay la sacan de unos aljibes y que además era salobre. El escaso pan era de cebada y se alimentaban fundamentalmente de cigarrones (langostas, las que preparaban cocidas o asadas, siendo un plato que a nuestro paisano le resultaba agradable al paladar. Como comida extraordinaria, lo que ocurría muy de vez en cuando, se hacía cuscús.

   A nuestro José, al final, después de mucho transitar y ya internado en el Sahara, lo instalaron en una aldea a la que él llamó Luek-Sahara o algo parecido, donde la gente vivía en cuevas, enormes en anchura y, sobre todo en profundidad, cerca de un arroyo. Como prisioneros que eran los pusieron a trabajar excavando en el terreno para hacer más cuevas, trabajando desde el amanecer al atardecer, pasando meses enteros en su trabajo sin ver la luz del sol, pues mientras trabajaban no salían al exterior de la cueva, sufriendo agresiones y heridas por parte de sus captores si estos creían que trabajan lento. Más de una vez desearon quitarse la vida.

   Pasado un tiempo, la cosa se suavizó un poco, pues el caid Leising-Chej, quien al parecer era señor de siete cabilas, entre ellas la de Luek-Sáhara, en la que residía nuestro José, le tomó a su servicio, empleándole en cortar leña, hacer carbón y en alguna que otra ocasión, robar, pues no debemos olvidar que el pillaje era una de las formas de "ganarse la vida" de los moros del desierto.

   ¿Y cómo lo hacían? Pues fácil. Cuando observaban una caravana aventurarse por las inseguras rutas, lo primero que hacían era calibrar la fuerza que llevaba esta de escolta y si comprobaban que era inferior en hombres disponibles y armamento a las fuerzas del caid, se lanzaban al asalto, resultando José herido de un tajo de gumia en la mano izquierda, la cual le curaron con un hierro al rojo vivo.


Una noria como esta pudo haber usado José durante su cautiverio y trabajos

   Hallarse cerca del caid, le permitió enterarse que las armas se las proporcionaban los alemanes, pues un barco de esta nacionalidad atracaba cada tres meses en algún punto indeterminado de la costa, para cargar mineral de cobre y plata a cambio de fusiles y balas. Dicha operación se realizaba durante la noche y tanto las armas como la municiones eran llevados a las cuevas, muchas de las veces a hombros de los prisioneros.

   Antes de continuar con su aventura, hablemos de los demás prisioneros, buen, no de todos, solo de algunos casos.

   José mencionó algunos nombres, como el del rondeño Diego Piñero Piñones, con quien solo pudo hablar por señas, Francisco Carrasco, de Estepona, Antonio Vázquez, de Casarabonela, el Cabo Carmona, natural de Alcolea, en Córdoba, Francisco Fernández Postigo, natural de Vélez-Málaga, el Suboficial Conejero o el sargento de Artillería Francisco Fernández Postigo, natural de Vélez Málaga, quien a pesar de hallarse  enfermo de una parálisis en las piernas, trabaja caminando a rastras por el suelo o apoyándose en dos palos a guisa de muletas, sin que este lastimoso estado le librase de los más crueles castigos.   

   Menciona también otro par de nombres, pero solo para narrar el horror que sufrieron. Efectivamente, se trata de  Rafael Martínez, natural de Estepona y José Bernal Agüera, nacido en un pueblo de Barcelona, quienes deciden fugarse, pero con tan mala fortuna que los pillan y tras llevarlos de nuevo al poblado, son salvajemente torturados y después del tormento son decapitados en presencia de todo el poblado y de los propios españoles cautivos que allí estaban.

   Uno de ellos, Rafael Martínez, al serle cortada de un tajo la cabeza, ésta, al caer, rebotó en el suelo, mientras que el cuerpo anduvo unos cuantos pasos arrastrando los pies, hasta que un moro lo empujó y cayó a tierra, desangrándose a chorros.

   Bien, volviendo a la narración de su vivencia, decir que el caid le tomó, digámosle "cariño", tanto que cuando aquel compró una esclava negra, llamada Diamina, para que sirviera a sus mujeres, le obligó a casarse con ella y con quien tuvo un hijo llamado Lejusin Ben Agiais (así era llamado José entre los moros de la cabila). Era este niño algo más claro de piel que su madre, pero aun así bastante negro. No les cogió ningún afecto ni a la madre ni al niño.

   Un buen día, decidió que ya no lo soportaba más, que tenía que huir de allí como fuera, aunque le costara la vida, pero...¿no la estaba perdiendo un poco todos los días? Si la perdía de golpe ya le daba igual, pero tenía que intentarlo. Desde el intento de huida de los dos desgraciados a los que les cortaron la cabeza, se habían multiplicado los malos tratos.

   Un mañana le ordenaron que fuera con una azada y un camello a cortar leña a unos matorrales cercanos al poblado y cuando andaba de camino ¡vio la oportunidad!

   Nada más llegar al lugar, lo primero que hizo fue situar al camello en un lugar que fuera totalmente visible desde el poblado para que no se sospechara y tras eso echó a correr con todas sus fuerzas, como si le persiguiera el diablo, como si le fuera la vida en ellos: ¡Nada más cierto!

   Descalzo, con una chilaba raída y un turbante por todo atuendo anduvo días y días, bueno, más bien noches y noches para que no lo descubrieran, alimentándose de las espigas de cebada que encontraba por el camino, bebiendo en los charcos, guiándose por las estrellas y su instinto.

   Así, tras diecisiete días de agotadora caminata, consiguió llegar al puesto avanzado francés de Milers, donde lo primero que hicieron fue detenerle y meterle durante tres días en un calabozo, tras los cuales es interrogado y una vez eso, le proporcionan ropa y le envían a la cercana posición española de Tiluin, donde tras un frío y desabrido recibimiento, el Teniente al mando le expidió para Ifni, donde se presentó al Coronel Capaz, quien tras escuchar admirado su narración lo envió a bordo del cañonero Dato a Las Palmas de Gran Canaria, donde debía quedar a disposición de lo que determinara el Gobierno, aunque tras recibirse una carta en la que sus padres le reclamaban, es repatriado a la Península, acabando así su peripecia.

   De su estancia en cautividad no conservó más que un turbante. Ni siquiera aprendió el dialecto árabe de la zona.

   Sobre su llegada al destacamento español de Tiluin, hay una versión que dice que el teniente al mando lo recibió como a un delincuente, ordenando que se le ate a un árbol, pasando la fría noche al raso sintiendo los mordiscos del frío del cual se libró gracias a que un Cabo la echó por encima una chilaba.


Posición española de Tiluin

   Al día siguiente, el teniente ordena que le expidan para Ifni, lo cual hace acompañado de dos moros, recorriendo sesenta kilómetros a pie, los cuales, como se podrá comprender, tenía magullados y heridos después de diecisiete días andando descalzo, ocurriendo que debido al estado de depauperación en que se hallaba, una vez ya dentro de la zona española de Protectorado cayó en redondo al suelo, deseando ya solo morir, cosa que no ocurrió gracias a la caridad de los dos moros que le escoltaban, quienes se agencian un borrico y sobre el lo transportan hasta Ifni.

   Al llegar a esa ciudad, el Subgobernador, el Comandante de Estado Mayor Pedemonte, no solo no le interrogó, sino que no le ofreció un trato digno y caritativo, impidiéndole que se comunicara con su familia, conociendo por un Sargento que la intención era hacerle desaparecer, que no hablara ni contara a nadie su historia.

   Tras dos meses de estar retenido en Ifni, gracias a la idea de un soldado de mandar por el una carta a su familia, supo esta de su existencia y de inmediato movió "Roma con Santiago" para reclamarlo, lo que consiguieron, pudiendo, por fin, regresar a casa diez años después de ser hecho prisionero por los moros.

   Sobre él se llegó a decir que era un español que se había alistado en la Legión Extranjera y que había desertado y que conocía a la perfección el idioma árabe, cosa que, como ya hemos visto, no era cierto.

   Había que callar que en Marruecos aun había muchos españoles prisioneros de los marroquíes, sufriendo esclavitud, miseria, torturas y muertes ignominiosas mientras  España no hacía nada.

   Tras conocer su historia, hubo un periodista que dijo que: 

   "Si España es esto; si España no se conmueve ante la suerte y el dolor de sus hijos, yo no quiero ser español."


Itinerario seguido por José en su huída. La línea de puntos indica el itinerario seguido por José


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MARBELLA 1782. UN MÉDICO MILITAR EN ACCIÓN CON RESULTADO FELIZ.

   Bartolomé Noguera Lima era un niño marbellí de nueve años de edad, hijo de Don Miguel y de Doña María, que, como buen niño, estaba jugando y, de camino, seguro que haciendo alguna travesura. Y cual sería el juego o travesura -que a esas edades ambas cosas son casi lo mismo-, que tuvo la mala fortuna de caerse en un pozo de agua, que tenía 11 varas y media de alto, de las cuales dos y media lo eran de agua y con la mala fortuna de hacerse, durante la caída, dos heridas en la cabeza y yéndose prontamente al fondo. 

   Ocurría este desgraciado suceso el diez de enero de 1782.

   Alertados de inmediato -y menos mal que fue rápido- los vecinos, estos no se atrevieron a bajar  al pozo para sacarle, pero al cabo de unos tres cuartos de hora de intentar por otros procedimiento sacarlo, se consiguió hacerlo por medio de unos garfios, los cuales, durante la operación de extracción, le hicieron una herida en uno de los pies al chiquillo.

   Una vez en el exterior, se vio que el crío no daba la más mínima señal de vida, empezando a comentarse que ya era muerto, que qué desgracia, que si tan joven y todas esas cosas que entristecen a las personas cuando ven que un niño muere y, además, de esa manera, pero aconteció que algunos de los circunstantes se les vino a la memoria que ya se habían dado algunos casos de esta naturaleza, casos que habían venido reflejados en diferentes números de la Gaceta.

   Convencidos de que este podía ser uno de esos casos, mandaron llamar a D. Francisco Sarget y Serra, quien era el cirujano mayor del Regimiento de Caballería de la Reina, quien tardó poco en hacer acto de presencia y convencido de que unos socorros bien administrados a tiempo podían significar la diferencia entre vivir o morir, mandó que lo desnudaran y que le secaran lo mejor posible y que lo acostaran sobre una cama en el rincón mas seco y templado de la casa, que debió ser la cocina o alguna habitación con chimenea, pues se encendió un fuego.


Escudo del Regimiento de Caballería de la Reina

   Nuestro médico militar estuvo durante media hora, o así, dándole friegas con una bayeta empapada en aguardiente alcanforado por varias partes del cuerpo:
 espalda, brazos, muslos y piernas, tras lo cual lo envolvió en unas sábanas que habían sido previamente calentadas, ordenando a los que le asistían que lo pusieran sobre un costado y con la cabeza algo elevada respecto del cuerpo y una vez así le hizo oler alkali- volátil, que era un fluido que por entonces se tenía como el remedio más eficaz para atender a los casos de asfixia y de muerte aparente de ahogados y sofocados por inhalación del humo del carbón.   

   A pesar de la aplicación de estos remedios, no volvió en si el chiquillo ni observó nuestro buen doctor mejoría, pareciendo que lo hecho había sido, sino inútil, si, al menos, insuficiente y careciendo de una máquina fumigatoria en el pueblo -la que debería haber habido como era preceptivo-, parecía que la cosa se complicaba, pero en vez de desanimarse, D. Francisco Sarget, nuestro médico, se creció ante la adversidad y ante la posibilidad de perder una vida decidió echar el resto, de modo que ordenó le trajesen dos pipas, una de ellas para introducirle humo de tabaco por el ano y la otra para introducir aire en sus pulmones a través de la nariz, moviéndolo de vez en cuando y reanudando las friegas con la bayeta anteriormente mencionada.

   Y felizmente, la combinación de profesionalidad, fe y perseverancia, dignas de toda alabanza y encomio, hizo que a los cuarenta y nueve minutos de empezar a practicarle los remedios, observó el facultativo que la espuma que el crío tenía tanto en la boca como en la nariz salía con más facilidad y fluidez y en más cantidad, y estimulado por estos signos le administró por segunda vez el alkali-volátil, obteniendo como resultado que a los dos minutos el niño movió la cabeza tras una fuerte inspiración.

   A los tres minutos de este hecho, el doctor le echó en la boca una cucharada con diez gotas del mismo específico, o sea, el alkali-volátil, y observando que no lo tragó, a los cinco minutos le dio otra cucharada, obteniendo como resultado que pocos instantes después el niño empezó a llorar y a moverse convulsivamente, tanto que hubo que sujetarle.

   Vistos los resultados, a los tres minutos el facultativo le suministró nuevamente una cucharada del específico indicado, pero esta vez con nueve gotas, cosa que repitió cada tres horas. En el entretanto, le reconoció, curó y vendó las heridas de la cabeza y las del pie. Y viendo que presentaba calentura y síntomas de modorra, ordenó que se le practicara una sangría, la que se repitió al ver la disminución de esos síntomas.

   Y, por fin, al cabo de dieciséis horas desde que ocurrió el accidente, el niño se hallaba consciente y bueno y a los nueve días las heridas estaban en claro proceso de cicatrización, pudiendo, al poco tiempo, volver a retomar su vida normal y sus travesuras, como corresponde a un niño.

   Suponemos que con los pozos tendría más cuidado desde entonces. 

   El médico, ni que decir tiene, que fue grandemente felicitado y su arte y persona fueron de lo más estimado entre el agradecido vecindario.

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jueves, 5 de enero de 2017

TENIENTE CORONEL D. CRISTÓBAL ANÉS. DE MÁLAGA A VENEZUELA.

   Natural de Málaga y nacido en el año de 1748. Hijo del estado llano.


   Ingresó como Soldado el dieciocho de marzo de 1766; pasó a Cabo 1º el dieciocho de enero de 1771; pasó a Sargento 2º el uno de octubre de 1771; pasó a Sargento 1º el veintiocho de enero de 1778; pasó a graduado de Subteniente el catorce de junio de 1789; pasó a Subteniente el treinta de diciembre de 1792; pasó a Teniente el diecinueve de julio de 1795; pasó a Capitán el trece de junio de 1799.

   Su primer Regimiento fue el de Infantería de la Princesa, que había sido creado el año anterior, donde permaneció durante cuatro años, seis meses y doce días; pasó con posterioridad al de Lombardía, donde permaneció once meses y veintiocho días.

   Tras este pasó al Batallón de Caracas, donde permaneció seis años y un mes. Por fin, pasó a la Compañía Veterana de Infantería de Isla Margarita, Venezuela, donde para el 15 de enero de 1800 aun permanecía.
   Sirvió durante tres años en los presidios de África, en Ceuta, y en el año de 1770 se embarcó con su Regimiento en Cádiz para pasar a América.

Escudo del Regimiento de la Princesa


  Tras cometer un delito se le condenó y habiendo cumplido la pena en la que incurrió, el veinticinco de abril de 1783 es reintegrado en el servicio.

   El año de 1789 fue comisionado por e Brigadier D. Miguel González para formar e instruir la Compañía de Blancos Voluntarios del norte, que debido a la falta de Oficiales se hallaba dispersa y sin instrucción, siendo muy hábil y eficaz, logrando ponerla en el mejor estado.

   En el año de 1790, ejerciendo las funciones de Ayudante del Gobierno, acompañó al Brigadier Miguel González a la visita y reconocimiento de la Isla de Margarita y a sus puestos, habiendo realizado la misma comisión durante la interinidad que tuvo el Teniente Coronel Juan Valdez de Yarza, costeándose en ambos casos su sueldo y cabalgaduras.

  Que durante la guerra con Francia, cuando se construyó la batería de la Caranta del puerto de Pampatán, fue encargado de dicha batería por el Gobernador Miguel González, costeándose, igualmente, sus gastos y caballerías.

   A la llegada del Gobernador y Capitán General Miguel de Herrera, se le confió la instrucción de la Compañía reglada de blancos del pueblo de la Margarita por ausencia de Oficiales¸ se le encargó el manejo y disciplina de las cuatro Compañías de Pardos regladas por enfermedad del Ayudante Mayor.

   El cuatro de mayo de 1797 se ofreció a levantar a su costa un Compañía Veterana en Isla Margarita, con gente joven del país y de la mejor disposición, presentándola vestida y en perfecto estado de disciplina y servicio, a cambio del grado de Capitán y que se le confiriera a su beneficio los despacho de dos subalternos, con el objeto de colocar a dos hijos suyos que servían de Cadetes en su Regimiento. El dieciséis de enero de 1798 se le comunica que el Rey no lo acepta, pero el trece junio asciende a Capitán y en 1807 es Capitán y Comandante de la Compañía de Infantería de la Isla de Margarita.

   Posterior, y habiéndose aparentemente unido al movimiento independentista, forma parte, como Teniente Coronel, de la Junta de Gobierno que se formó tras la concentración en la plaza mayor de La Asunción, en Margarita, el cuatro de mayo de 1810 tras la destitución del Gobernador interino D. Joaquín de Puelles.

   Tras estos hechos se nombró a D. Manuel Plácido Maneiro como Diputado ante la Junta Suprema de Caracas, a D. Joaquín de Guevara como Gobernador Político y al Capitán de Infantería D. Rafael de Guevara como Comandante General de las Armas. Como Presidente de dicha Junta fue nombrado D. Cristóbal Anés.

   Al parecer, poco después, D. Cristóba Anés unió fuerzas con el depuesto D. Joaquín de Puelles, ambos defensores de la Regencia y que con la ayuda del Gobernador de Puerto Rico pusieron en marcha un plan para retornar el control de la isla al poder legal y junto con el descontento de la población y lo errático de las disposiciones de la Junta hicieron que la Compañía Veteranos siguiera leal al tandem Anés-Puelles a quienes se les oponía el Batallón de Pardos, mandados por el Capitán D. Rafael de Guevara.

   Tras el Congreso Constituyente realizado en Caracas el dos de marzo de 1811 y celebrarse las elecciones provinciales, se dio orden por parte del diputado electo D. Manuel Plácido Maneiro de reemplazar a D. Cristóbal de Anés por D. Francisco Llanos como Gobernador político de la Isla de Margarita y se ratificó al Capitán D. Rafael de Guevara como Comandante de todas las armas.

    Desconocemos qué fue de D. Cristóbal Anés tras estos sucesos, siendo probable que marchara a Puerto Rico, aunque no se puede descartar su retorno a la Península.

   Valor: se le considera; Conducta: buena; Aplicación: regular; Capacidad: suficiente. Para el quince de enero de 1800 era viudo, debiendo su mujer fallecer entre fin de diciembre de 1796 y quince de enero de 1800. Estaba casado con la margariteña Dª. Rosa Suniaga. Tuvieron, que sepamos, dos hijos: Juan José, que con diecisiete años - enero de 1800- era Subteniente de la Compañía Veterana de Infantería de Margarita y Cristóbal, de quince años y Cadete de dicha Compañía en la misma fecha.

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