Nació en el pueblo de El Borge, en la Axarquía, provincia de Málaga, alrededor de 1867. En su pueblo era conocido como Bizco el Pucherero.
La primera noticia que de él he encontrado es, según la prensa, que siendo joven salvó la vida a un niño secuestrado por el bandido Melgares. Efectivamente, según se narra en la prensa, formaba banda con el Melgares, haciendo sus fechorías por la comarca. Un día que Salvador iba buscando nidos, entró en una casa una casa de campo en ruinas en la que en una habitación encontró a una niño "...hijo de familia..." al que estuvo durante varios días llevando comida y agua,, manteniéndolo vivo hasta que su familia lo rescató. Salvador recibió por ello una gratificación por parte de los padres.
En el segundo sorteo de quintas del año de 1885, fue Salvador llamado a filas, siendo destinado al regimiento de Saboya N.º 6, en Madrid, alojado en el antiguo convento de San Fernando, convertido en cuartel.
La noche del quince de mayo de 1886, hallábase nuestro hombre prestando el servicio de imaginaria en el dormitorio de su compañía, entrando durante su servicio el sargento de su compañía Villanueva, al cual se acercó Salvador para darle el parte, dejando su puesto. El sargento le reprendió por ello y al intentar disculparse, el sargento le arreó un bofetón, ante lo que Salvador echó mano de un machete de los que había en las perchas intentando agredirle, pero el sargento le golpeó en la cabeza hiriéndole.
El sargento denunció a Salvador, siendo este preso, sumariado y condenado por un consejo de guerra a una cadena temporal militar, la que pasaría a cumplir en Ceuta, en el regimiento fijo de esa plaza, donde pasaría los siguientes seis años y cuatro meses, hasta que estalló la guerra de Melilla, momento en el cual el gobierno un decreto por el cual los que quisieran pasar voluntariamente a prestar los servicios militares en esa campaña, serían indultados del resto de su pena, si observaban buen comportamiento, claro.
Ni que decir tiene que Salvador se acogió a ese decreto, pasando a prestar sus servicios en la segunda compañía del batallón disciplinario.
En este nuevo destino, se halló en diferentes acciones contra los moros que atacaban a ciudad. En la acción sostenida el dos de octubre de 1893, por su comportamiento, fue agraciado con una Mención Honorífica. Pocos días después, el veintiocho, volvió a enfrentarse a ellos, siendo herido de un balazo en la pierna izquierda, pasando a curarse en el hospital militar de Málaga, donde permaneció por espacio de treinta y nueve días, al cabo de los cuales disfrutó de dos meses de licencia para pasar la convalecencia, la cual pasó en Málaga, en casa de su padre y su madrastra, en la calle Hurtado, 10.
Tras esto, volvió a incorporarse a su batallón y al cabo de diez meses obtuvo el pase de licenciado a la segunda reserva, con lo cual quedaba exento del servicio de las armas.
Tras ser licenciado, solicitó permiso para trasladarse a Santander donde creía encontrar trabajo, pero al no ser así, pidió permiso al gobierno militar el pase a Bilbao, donde comenzó a trabajar al puerto de la ría, de donde tras trabar amistad con un paisano, se trasladó a Castro Urdiales, donde estuvo trabajando un año como guarda, al cabo del cual pasó a trabajar de fogonero de máquinas durante dos años, pero debido a un encontronazo que tuvo con el sobrestante de las obras, se despidió y volvió a Bilbao, donde trabó amistad con un cabo de carabineros recientemente licenciado y al no encontrar trabajo, ambos decidieron volver a engancharse en el ejército.
Se engancharon en uno de los cuerpos expedicionarios que partían a Filipinas, lugar donde permaneció hasta la pérdida por España de la soberanía de aquellas provincias ultramarinas, regresando a España después de haber pasado diecinueve meses prisionero. Parece ser que durante su estancia en Filipinas fue condecorado, pero no he logrado encontrar información sobre ello.
Tras su regreso, pasó a Málaga, marchando después a La Línea de la Concepción a trabajar en las obras del dique que se estaba construyendo allí, ocupación que compaginaba con la siega en la campiña sevillana y la recolección de pasas en varios lagares malagueños. Dicen que en un altercado laboral, desarmó a dos empleados de la Tabacalera.
En La línea conoció a la que sería madre de su hija, quienes se vinieron a vivir a Málaga, estando Salvador a partir de entonces trabajando incluso como vendedor de pescado y marisco recorriendo diferentes pueblos de la provincia malagueña, en uno de los cuales, Fuente de Piedra, conoció a un teniente retirado de la Guardia Civil, José Casado, quien le ofreció trabajar en su finca.
Hay un periódico que dice que e regreso otra vez en Málaga, pasó a trabajar en una finca llamada El Tarajal, propiedad de los señores Vals, en la cual se puso al frente de una huelga forzosa allí promovida, infundiendo con su actitud el suficiente miedo entre los trabajadores, que consiguió retenerlos allí hasta que se logró lo que se pedía.
En 1904, su padre falleció arrollado por una vaca en el Paseo de los Tilos.
Hallándose sin trabajo, en febrero de 1905 se marchó en busca del mismo, pasando por Gibraltar, La Línea, Sabinillas, San Martín del Tesorillo o San Pedro de Alcántara, sin hallarlo, por lo que tuvo que regresar a Málaga adonde llegó el dieciséis de marzo.
El dieciocho, vagando por la noche por la calle Larios, se topó con Antonio Jiménez Astorga, administrador de la casa Hijos de M. Larios.
Según unos, Salvador Marín era un trabajador despedido de la empresa y según otros que era un parado que le estaba pidiendo trabajo, respondiéndole el administrador “Ve y roba que tienes cara de ladrón”, a la vez que intentó sacar una pistola, pero Salvador fue más rápido y lo navajeó.
Según el periódico La correspondencia de España, en la página primera de su número del veinte de marzo de 1905, Salvador fue guarda jurado de la Casa Larios y en el momento de la agresión contaba con treinta y ocho años de edad.
Tras el juicio, fue condenado a muerte, siendo confinado en prisión a la espera de su muerte, pero en la madrugada del veintisiete de septiembre de 1906 se fugaron seis presos de la cárcel malagueña, entre ellos él. Por supuesto, la Guardia Civil inició de inmediato su búsqueda, logrando encontarlo y volver a encerrarlo.
El diez de julio de 1906, solicitó el indulto por medio de la siguiente carta:
Sr. D. Rodrigo Soriano.
Presente.
Muy respetable señor mío: La presente no tiene otro objeto que poner en su conocimiento y en el de los que lean su digno periódico, que, con motivo de la causa que se ve ahora en esa Audiencia por motivos de la muerte del apoderado de la Casa de Larios, D. Antonio Jiménez Astorga, y puesto que en este correccional es un periódico para nosotros preferente por su campaña en nuestro favor, no ha podido menos que de admirarme la equívoca y farsante noticia en que se ha dignado comunicar su corresponsal con respecto á la causa que se ve. Los hechos son los que siguen;
1.º Que yo no he sido criado de la Casa Larios, pero sí he trabajado quince días ganando siete reales, y viendo tal explotación huí buscando trabajo por el cual poder proporcionarme mejor medio de vida.
2. Que no encontrando trabajo por el cual poder atender mis necesidades, procuré avistarme con el interfecto y rogarle colocación.
3.º Que en una de las calles más transitadas de te capital encontré á dicho señor, y acercándome, como se merece un señor de su cargo, le imploré trabajo; él no escuchaba mis súplicas, si me oía, y todo para burlarse de mi humillación; imploré, rogué, y viendo que por ninguno de los medios pude enternecer su corazón, terminé esperando contestación. De súbito, mirándome con desprecio, me dijo: Carezco de recursos, te encuentras abismado, pues solo te resta un camino: ello es, el robo; si quieres comer, roba.
4.º ¿Merece esta respuesta el que suplica trabajo? No. Pues bien; al oir tal respuesta, pronunciada de labios de quien podía mitigar mi apurada y desesperada situación, no fui dueño de mis actos, me desesperé, mi vista se cegó, y en un momento de arrebato y obcecación me decidí á vengar la injuria; él sacó de su bolsillo un revólver con ademán de atentar contra mi vida; me defendí, y con un cuchillo le asesté varios golpes, por los cuales falleció; las heridas inferidas fueron hechas en su pecho, no como el asesino que hiere por la espalda.
¿Se me puede calificar de asesino, yo, que lucho por la vida, que quiero ganar el pan con el sudor de mi frente? No; en vez de asesino seré una víctima de la más vil explotación; una víctima añadida al libro de los inmortales.
Respecto á la residencia que he visto insertada en el periódico, es un puro absurdo, genio del mal, pues existe que cuando me arrancaron del hogar paterno, un sargento trató de ponerme su mano en mi rostro, y yo me defendí, por lo que el Código militar me condenó á cadena perpetua, cuya cadena me fué imputada por mi comportamiento en la guerra de Melilla; eso sin contar los diecinueve meses de cautiverio en Filipinas.
Sin otra cosa se reitera de usted su más atento seguro servidor, q. s. m. b.,
Salvador Marín criado
Cárcel Málaga 10-7-906
En vista de la ley de 18 de junio de 1870, que reguló el ejercicio de la gracia de indulto, se acogió a ella y el siguiente diecisiete de mayo de 1908, el Consejo de ministros conmutó la pena de muerte por la de cadena perpetua.
Ignoro la fecha de su muerte y donde ocurrió.
Málaga - 2024