Fue el obispo de la diócesis malagueña Juan Muñoz Herrera, quien el siete de junio de 1907 puso la primera piedra en las obras de construcción del nuevo templo que los jesuitas edificaban en Málaga, en la céntrica calle de la Compañía. Dicho templo iba a ser levantado en un solar que unas amigas, a cuyo frente se hallaba Carmen Morales, compraron para este efecto.
Decir que una vez concluido el templo, este formó una pequeña plaza, a la que se puso por nombre Plaza de San Ignacio.
Circunstancias como la escasez de materiales, determinaron la paralización de las obras, escasez que, en gran medida vino determinada por la demanda de estos materiales hacían los beligerantes durante la I Guerra Mundial. Una vez acabada esta demanda, las obras se retomaron y, por fin, el doce de mayo de 1920 se pudo dar por concluida la obra del templo y puesta en servicio con su inauguración el día señalado.
Fueron los arquitectos Manuel Rivera Vera y Fernando Guerrero Strachan quienes imprimieron al templo-por deseo de los encargantes- un estilo que se ha dado en llamar Neogótico, aunque dejando entrever elementos más propios del mudéjar y aun musulmanes. En cualquier caso, este templo es un caso único en su estilo en la ciudad de Málaga.
Sobre la puerta de entrada al templo, se sitúa un rosetón formado por coloridas vidrieras y donde podemos ver el típico JHS que los jesuitas empean tanto para los edificios como para los documentos.
La estructura del templo presenta una planta de cruz latina, donde destaca una gran nave central con doce metros de luz y dos laterales, de cinco metros de luz cada una. Así mismo, presenta, como es lógico al tratarse de una planta de cruz latina, una nave lateral, más corta pero de la misma luz que la central.
Las naves laterales presentan, cada una, un cuerpo de triforios, estos es, ventanas en el segundo piso con tres espacios separados por columnas, y que se unan al coro (las naves laterales), acabando en lo alto en un cuerpo formado por veinticuatro vidrieras que ofrecen al observador escenas de la vida de los patronos de Málaga, Paula y Ciriaco, y de algunos individuos que la Compañía ha dado al santoral.
Ni que decir tiene que estas vidrieras permiten el paso de la luz al interior del templo, inundándolo de color y como curiosidad añadir que dichas vidrieras fueron elaboradas en los talleres parisinos de los hermanos Maumejean.
Al emplear el estilo neogótico, no tiene nada de extraño que tanto las bóvedas como el ábside presenten crucería francesa, situándose en el ábside el retablo mayor, de grandes dimensiones, presidido por la imagen del Sagrado Corazón de Jesús y realizado por Adrián Risueño, quien lo realizó en un estilo que marca la transición del gótico al plateresco, recordando a la época de los reyes Isabel I y Fernando V.
Este retablo presenta, como hemos dicho, una imagen del Sagrado Corazón, de dos metros y medio de alto, realizada en los talleres valencianos de Francisco de Pablo en 1940 y sobre el cual observamos una imagen de María Inmaculada. En cada cuerpo lateral aparecen representados ocho de los santos que la Compañía ha dado, de los cuales destacaremos a San Francisco de Borja y a San Ignacio de Loyola, pintados por Manuel Oliver, jesuita.
No olvidemos hablar de las enjutas de los arcos laterales y del arco de la puerta de entrada, las cuales están decoradas con los llamados mosaicos venecianos y que representan a ángeles con instrumentos de la Pasión de Jesucristo.
Del contenido del templo, vamos a destacar los siguientes elementos:
1- el órgano
2- el sepulcro del padre Tiburcio Arnáiz
3- el Cristo de la Buena Muerte
4- los retablos laterales, y
5- el Sagrario.
1- El órgano: tiene dos registros para el pedal, cinco para el primer teclado y cinco para el segundo teclado. Así mismo, tiene seis pedales de enganche y un pedal de expresión, el cual abre y cierra ventanas de la caja de tubos del teclado.
Es de transmisión eléctrica y fue construido por una empresa española llamada Organería Española, S. A.
2- El sepulcro del Padre Arnáiz: declarado beato por la iglesia.
Natural de , dedicó una gran parte de su vida a la propagación de la Palabra de Dios por las tierras malagueñas, sembrándolas de amor y de las llamadas Escuelas Rurales, que tanto bien hicieron entre la población más desfavorecida.
Falleció en Málaga el dieciocho de julio de 1926, hallándose sus restos en una tumba en el interior del templo, en el lado derecho del altar mayor, construida de mármol verde jaspeado, de metro ochenta de largo y ochenta centímetros de alto.
Debido a su vida de santidad y a la gran devoción que entre los malagueños tiene, fue beatificado en esta ciudad el veinte de octubre de 2018, en un acto cargado de gran emoción y simbolismo.
3- El Cristo de la Buena Muerte: esta imagen, este Cristo, es una producción de la llamada Escuela Valenciana y tallado en madera policromada en 1940, del que destaca la serenidad y bondad de su rostros y la cuidada anatomía de la talla.
4- Los retablos laterales: estos retablos, situados en los extremos de la nave lateral, están dedicados a San José, la Inmaculada, la Virgen del Carmen y a Tiburcio Arnáiz.
La imagen de Arnáiz fue realizado por Alejandro López Aragüez, imaginero malagueño, natural de Torre del Mar. Las imágenes de San José y la Inmaculada son una producción del escultor José Alsina Subira, natural de Madrid. Los retablos son obra de la llamada Escuela Malagueña y realizados a principios del pasado siglo.
5- El Sagrario: de neto estilo gótico, fue encargado a la casa madrileña de Meneses, siendo realizado en plata repujada y cincelada y que reproduce, grosso modo, la fachada principal del templo, siendo costeada su fabricación por suscripción popular a iniciativa de Salvador Ponce, jesuita y cronista de "La memoria del templo".
La llave que tenía este sagrario fue regalada por el obispo Manuel González, aunque debido al saqueo y posterior incendio del templo, se perdió.
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Málaga - 2021
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