Historia Provincial Malagueña

Amigos visitantes, con estas páginas que siguen pretendo dar a conocer un poco de la riquísima y variada historia del paisaje y del paisanaje de la siempre sorprendente provincia de Málaga.

Espero que les aproveche y gracias por acercarse a estas líneas.

domingo, 25 de diciembre de 2016

BARTOLOMÉ DE CASTRO MORALES. UN CURA MALAGUEÑO EN CHARCAS, BOLIVIA.

      El Dr. D. Bartolomé de Castro y Morales nació en la ciudad de Málaga, calculamos que alrededor de 1695, pues el documento usado no da esa información, así como tampoco nos dice el nombre de sus padres.


   El seis de septiembre de 1710 ingresa como colegial en el Seminario de Málaga por nombramiento del Obispo, fray Francisco de San José Mesía de Portocarrero, siendo ordenado como presbítero el veinte de febrero de 1717, tras cursar satisfactoriamente todos sus estudios.

   Una vez ordenado le envía el obispo fray Manuel de Santo Tomás y Mendoza a prestar sus servicios como cura y vicario a la plaza y presidio de Alhucemas el siguiente tres de marzo, con facultad para administrar la absolución de casos reservados y estudiar absolver aquellos casos denominados ocultos y/o secretos que correspondiese al obispo darles la absolución pero que por lo difícil y la tardanza en resolverse los recursos no fuere conveniente retrasarlos.



   Una vez en la plaza, el Veedor y Contador de ella y del presidio, D. José de Casares y Moreo, le formó asiento y certificando su asistencia al culto divino, la administración de los santos sacramentos, visita a los enfermos del hospital como administrador de él que era y todo ello con el mayor aseo y limpieza y mostrando gran celo y atención por los pobres, sobre todo cuando la guarnición padeció la gangrena, estando pendiente noche y día de su cuidado y atención sanitaria y médica. Así mismo, mediaba impartiendo orden y mediación en las pendencias entre los soldados, distribuyendo, además, limosnas entre las familias necesitadas.

  Poco después, el veintiocho de julio de 1721, el cabildo de Málaga, que se hallaba en ese momento vacante, lo promocionó al curato y vicaría de la plaza y presidio del Peñón de Alhucemas y su jurisdicción, con las mismas atribuciones que ya ejercía.

   Habiéndose huido de la plaza once presidiarios al campo de los moros –por no poder hacerlo a España-, salió D. Bartolomé en su busca y hallándolos los redujo a su obediencia, consiguiendo que volvieran con él a Alhucemas. Así mismo, en esas fechas, consiguió llevar a la plaza un retablo para el altar mayor de la iglesia, ayudando de esta manera a su reedificación, que se hallaba muy maltrecha.
   Su actividad y celo en el cumplimiento de sus obligaciones para la mejora de la plaza, no pasaron inadvertidas y así, el veintitrés de septiembre de 1728, el marqués de Verboon alabó en un informe la eficacia de sus trabajos, destacando la reedificación de la iglesia, la excelente administración del hospital, el atento cuidado de los enfermos, sobre todo cuando la epidemia de la gangrena, de la cual incluso enfermó.

   Otros individuos certificaron también la excelente gestión de los asuntos a él encomendados, como fueron el coronel D. José de Etayo y Luna, alcaide, gobernador y justicia de dicha plaza y presidio, y el teniente coronel D. Gonzalo López Páez, justicia mayor interino de la plaza y fuerzas del Peñón.

   A pesar de sus múltiples obligaciones, encontró tiempo para seguir avanzando en sus estudios y fruto de ese esfuerzo, el catorce de julio de 1732 obtiene el título de Doctor en sacra teología por la universidad de Osma.

   El doce de febrero de 1734 pasa al ejército de expedición de Italia como uno de los capellanes del hospital real de campaña, por nombramiento de D. José Campillo, intendente general de marina y del ejército de Italia, acudiendo a cuantos lugares se le asignaron y dado su buen obrar, piedad y celo en la asistencia a enfermos y heridos y en la administración de los santos sacramentos, durante el transcurso de la batalla de Bitonto, el vicario general de aquel ejército le confirió las más amplias facultades para el ejercicio de su ministerio espiritual y humano en dicho ejército, lo cual fue ratificado nuevamente por el expresado vicario general el veinte de febrero de 1736.

Obelisco conmemorativo de la victoria española en Bitonto
   Tras esto pasó a la ciudad de Capua, donde siguió ejerciendo su trabajo con el mismo celo y dedicación con los enfermos, siendo notorio y celebrado el cuidado, asistencia y caridad para con estos, aun cuando toda esta actividad le había supuesto muchas fatigas, incomodidades, padecimientos y enfermedades, como consta por las certificaciones emitidas por el Teniente General duque de Castropiñano, el cual por otro certificado de primero de septiembre de 1736, confirmaba que D. Bartolomé comenzó a servir en las armas del rey ingresando como capellán del hospital real de campaña desde el primero de marzo de 1734, en los destacamentos que se hallaban a las órdenes del marqués de la Mina, hallándose en la batalla de Bitonto del veinticinco de mayo de dicho año, pasando después a prestar sus servicios al duque de Bari durante el sitio y toma de la plaza de Pescara el cuatro de agosto de 1734.

   Tras todos estos años de servicios al rey y a la iglesia, decidió ampliar horizontes desarrollando su carrera en Indias, de modo que habiéndose enterado que se hallaba vacante el deanato de Michoacán, en Nueva España, solicitó la dicha plaza, pero debido a la gran competencia no le fue concedida lo que hizo que permaneciera atento a cualquier oportunidad que hubiera, lo que ocurrió cuando tuvo noticia de la existencia de vacante en la catedral de Charcas (actual Sucre) y así, el cuatro de marzo de 1739 consiguió ser propuesto en segundo lugar para una ración de la catedral de Charcas, en el Perú, pero no debió prosperar y hubo de esperar varios años para que se la concedieran.




   Por fin, el veintinueve de enero de 1745, el rey le expide certificado de posesión de la ración en la provincia de Las Charcas.

   No tenemos datos de a que se dedicó hasta 1749, pero si sabemos que para el primero de febrero de ese año ya se hallaba en posesión de dicho puesto de racionero y en disposición de tomar barco en Cádiz para partir hacia Ultramar, en el navío que partía a Buenos Aires a mediados de ese mes de febrero de 1749, contando ya más de cincuenta años de edad.

   Su nombre aparece citado en la página 134 del volumen IV de la obra Historia de la iglesia en La Plata: Obispado de los Charcas,1553 -1609, Arzobispado de La Plata, 1609-1825, de Julio García Quintanilla.

   Y aquí perdemos ya toda la pista de este cura malagueño.

IHPMalagueñas
Málaga - 2016

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