Historia Provincial Malagueña

Amigos visitantes, con estas páginas que siguen pretendo dar a conocer un poco de la riquísima y variada historia del paisaje y del paisanaje de la siempre sorprendente provincia de Málaga.

Espero que les aproveche y gracias por acercarse a estas líneas.

domingo, 29 de noviembre de 2020

LA FRAGATA ARGENTINA PRESIDENTE SARMIENTO EN MÁLAGA. NOVIEMBRE DE 1911.

 

    En la tarde del sábado, cuatro de noviembre de 1911, llegaba al puerto de Málaga la fragata argentina buque escuela Presidente Sarmiento tras un viaje, al parecer sin contratiempos, que la traía desde la ciudad de Barcelona. Era su comandante el capitán de fragata Mariano F. Beascoechea.

   El siguiente día, domingo, el comandante, acompañado de parte de la oficialidad del buque, saltó a tierra para cumplimentar una visita y presentación a las autoridades malagueñas, en un clima de gran cordialidad y fraternidad entre dos naciones hermanas y en buena armonía, estableciendo un plan de estancia de la expedición argentina en nuestra ciudad.

   El lunes día seis, ofreció la oficialidad argentina una fiesta a bordo de la fragata que resultó ser muy agradable y exitosa, ofreciéndose refrigerios. Por la noche, se les ofreció a los marineros un banquete.

   Al día siguiente, martes, fue la oficialidad argentina invitada a un espléndido banquete en su honor, organizado por la Cámara de Comercio malagueña. La presidencia de dicho banquete la ocupó José Álvarez Net, presidente de la Cámara, quien situó a su derecha al capitán Beascoechea y a su izquierda al señor Huelín.

   Entre los comensales se hallaban siete oficiales y siete guardias marinas de la fragata, los miembros de la junta directiva de la Cámara y los principales comerciantes e industriales de Málaga.

   Durante la comida, se brindó numerosas veces por la amistad y fraternidad entre ambas naciones y el señor Álvarez Net manifestó los verdaderos e intensos deseos de que se estrecharan aun más los ya de por si sólidos lazaos que unían a Málaga con la república hermana, a lo que el señor Beascoechea respondió manifestando la gratitud por la acogida recibida en nuestra ciudad a la vez que recordaba los lazos, no solo económicos y comerciales, sino que también los históricos y espirituales que unen indisolublemente a ambos pueblos, español y argentino, deseando vivamente que España, "...con las nobles armas del trabajo reconquiste comercialmente a la Argentina..."

   Por la noche, el Ayuntamiento malagueño obsequió a los marinos con un banquete en los salones del hotel Regina.

   El miércoles, se ofreció a la buena sociedad malagueña un té a bordo de la fragata, al que acompañó un baile que duró hasta bien entrada la noche. Ese mismo día, los marineros argentinos fueron obsequiados con una función organizada por la Cruz Roja malagueña.

   El jueves, día nueve de noviembre, la fragata "Presidente Sarmiento " abandonó las aguas malagueñas con rumbo a Gibraltar.

   En 1931, siendo ya contraalmirante, Beascoechea escribió una narración del undécimo viaje de esta fragata, en el transcurso del cual narró su estancia en la ciudad de Málaga en noviembre de 1911.

   He aquí lo narrado:

   Hace ya muchos años, tal vez veinte, tal vez más, una gran inundación, causó grandes perjuicios en la ciudad de Málaga. Su río, el Guadalmedina, que la cruza desde las faldas de sus montañas hasta el mar, desbordó torrentes de su profundo cauce y arrastró en sus turbiones, caseríos importantes, ocasionando muertes y destrozos que llevaron a la miseria a muchos cientos de sus habitantes.


   Esta noticia fue conocida en Buenos Aires el mismo día de la catástrofe y el Banco Español, entonces en la plenitud de su crédito, inició de inmediato una suscripción para socorrer esta desgracia. El pueblo argentino respondió al instante y la colonia española con afán patriótico recolectó en pocas horas, sumas importantes de dinero. Nuestras cámaras votaron en el día, una donación generosa y con tal rapidez se llevó a cabo la colecta, que esa noche llegó a Málaga un giro telegráfico por más de un millón de pesetas. Allí le llamaron el óbolo argentino, y desde ese tiempo aquella ciudad, agradecida, pedía por intermedio del Ministro Español en Buenos Aires, que la fragata "Sarmiento" tocara en Málaga en uno de sus viajes.

   El 4 de noviembre, a las cuatro de la tarde, estábamos frente a Málaga, con cielo claro y sol radiante. La ciudad, blanca como una paloma, entre sus montañas y las playas del mediterráneo. Un grupo numeroso de embarcaciones hizo rumbo hacia nosotros. Eran guigues del Club de regatas tripulados por niñas que con blusas azules, vestidos blancos y gorras marineras, en cuyas cintas decía Viva la noble Argentina, venían a traernos el primer saludo, subieron a bordo, entre aplausos y acordes musicales, y con tan preciosa carga, la "Sarmiento" que venía con todo su velamen, inició su entrada al puerto, recogiendo sus velas con tal prontitud y corrección, que se [hay un borrón] ...tas sentamientos que accionaban la maniobra, en que cada marinero desplegaba el máximo de su agilidad y destreza para que aquella faena que contemplaban miles de espectadores resultara lucida.

   La ciudad estaba embanderada; los balcones con adornos y flores y el Regimiento Húsares de la Reina, venido especialmente de Madrid, al mando del Coronel Cayetano de Alvear, desplegado en orden de batalla, presentaba sus armas a los acordes de nuestro Himno (el argentino), que varias bandas de música hacían oír en aquel momento.

   El pueblo, con aclamaciones entusiastas, vivaba una y mil veces a la República Argentina y a sus marinos, a la hija predilecta de España. Y entre aquel clamoreo que no cesaba un instante y entre los silbatos de las sirenas de los buques y las fábricas vecinas, la "Sarmiento" continuaba su entrada, recogidas ya sus velas y tirando a tierra los cabos necesarios para amarrarse al malecón que le estaba destinado.

   ¡Cómo narrar aquellos días inolvidables en que sus horas fueron una serie no interrumpida de ovaciones y de fiestas!

   Desde mi llegada, avisé a la Comisión de Fiestas que mi estada en el puerto duraría tres días, aunque eran cuatro los marcados en el itinerario del viaje. Siempre lo hacía así en todas partes, porque a última hora, principiaban las insistencias para que la fragata postergara su salida, siéndome entonces posible complacerlos sin pedir permiso al Ministerio.

   En la tarde del tercer día, vinieron a bordo varias damas de la Sociedad de Beneficencia a decirme que ellas sabían que debía zarpar a la mañana siguiente, pero a pesar de ello me pedían en nombre de todas las damas y señoritas de Málaga, que postergara un
día mi partida, pues se iba a dar una función de gala con fines caritativos en el teatro "Cervantes" y que ellas estaban seguras, que si podían anunciar en los carteles que nosotros íbamos a estar presentes, la fiesta sería todo un éxito, reportando grandes beneficios para sus pobres protegidos. Accedí al pedido haciéndoles saber que sentimientos de esa naturaleza no se invocaban inútilmente en un buque argentino.

   Esta noticia corrió pronto por toda Málaga y cuando en la noche siguiente, nos presentamos en el adornado palco que nos habían destinado, los concurrentes del teatro se pusieron de pie y damas y caballeros nos aplaudieron con cariñoso entusiasmo.

   En los entreactos, visitando los palcos de mis amigas, noté que todas ellas me decían: "Ya verá Vd. cómo mañana tendremos todavía la felicidad de tener a la Sarmiento en nuestro puerto" Y efectivamente, así hubiera sucedido, si una cariñosa indiscreción no hubiera hecho saber a uno de mis oficiales, que todas las niñas del Rowing Club tenían el propósito de cerrarnos la salida del puerto, con sus embarcaciones tripuladas por ellas mismas!

   ¿Qué comandante, no hubiera dejado caer las anclas de su navío, ante semejante muralla? Por eso nos fuimos en silencio, a las dos de la mañana, mientras la ciudad dormía.

   El 12 de noviembre, después de varios días de permanencia en Gibraltar, dedicados a una prolija recorrida de toda la arboladura, hicimos rumbo al Atlántico, en busca de los alisios del noroeste.

   Mandé a Málaga este pensamiento, que, según supe más tarde, fue publicado en numerosos diarios de España:

A MÁLAGA

   Si las gracias de las malagueñas se derramaran sobre las cuencas del Guadalmedina, ni el Guadalquivir, ni el Plata, ni el Amazonas, serian más caudalosos! ¡Adiós, pedazo del cielo, bañado por el Mediterráneo! ¡Lo terrible es haberte conocido y tenerte que dejar!

   La "Sarmiento"

*NOTA: Las dos últimas fotos son propiedad del Archivo Díaz de Escovar, de Málaga.

IHPMalagueñas

Málaga - 2020

sábado, 28 de noviembre de 2020

HA MUERTO DON ENRIQUE, EL ÚLTIMO GUARDA DEL ACUEDUCTO DE SAN TELMO

   El 26 de noviembre de este año de 2020, falleció a los 85 años de edad el Sr. D. Enrique Aguilar Rivas, quien fuera el último gran guarda del maltratado Acueducto de San Telmo, quien durante décadas se dedicó a mantener y gestionar la operativa de riegos de este monumento de la ingeniería dieciochesca. Fue enterrado en el cementerio de San Gabriel de esta ciudad de Málaga a las 14:00 horas del siguiente día 27.

   Durante casi toda una vida, se dedicó a defender el acueducto, clamando ante tirios y troyanos por su constante degradación y ateniendo a cuantos curiosos se le acercaban ávidos de ser partícipes de sus infinitos conocimientos acerca del monumento y de los usos ancestrales del agua y las tradiciones que en torno al líquido elemento hay.

   Con el, desaparece un tesoro difícilmente -por no decir imposible- de reponer: el zabacequia o regidor de acequia, palabra derivada del árabe hispano صاحب الساقية , çáhibas-séquiya. (Diccionario general etimológico de la lengua española. Pág. 761. Madrid, 1887)    

   A pesar de su constante e infatigable labor, D. Enrique no pudo penetrar la indiferencia de los malagueños y las autoridades hacia la conservación de este monumento, de esta obra magna del siglo XVIII, que se está irremediablemente perdiendo ante sus ojos: 

- zonas destruidas al 100% y de las que no queda ni el recuerdo, 

- zonas destruidas en mayor o menor grado, 

- puentes y acequia tapados y ocultos por la tierra, 

- tramos invadidos por la vegetación y su acción destructora, 

- zonas víctimas de los vándalos, 

- alcubillas convertidas en estercoleros, ...                                                                         

   Impotente, D. Enrique veía como una de las obras cumbre de la ingeniería del siglo XVIII se iba perdiendo día a día, como tanto patrimonio histórico y cultural malagueño y todo esto ante la indiferencia y desprecio de la ¿ciudadanía? malagueña.   

   Ni siquiera ha habido la iniciativa, popular o pública, de reconocer mediante un homenaje y una lápida conmemorativa la labor que durante estos 226 años han venido prestando los guardas del acueducto.  En fin, Málaga en estado puro.                                                                         

   Descanse en paz el bueno de D. Enrique.  

IHPMalagueñas

Málaga - 2010