Historia Provincial Malagueña

Amigos visitantes, con estas páginas que siguen pretendo dar a conocer un poco de la riquísima y variada historia del paisaje y del paisanaje de la siempre sorprendente provincia de Málaga.

Espero que les aproveche y gracias por acercarse a estas líneas.

lunes, 24 de diciembre de 2018

FELICIDADES

   Desde Investigaciones Históricas Provinciales Malagueñas queremos desearos a todos aquellos que nos siguen unas muy Felices Fiestas y que el próximo año 2019 nos traiga mucha paz, mucho amor, mucha solidaridad y mucha comprensión para con el prójimo.


Feliz Navidad y Próspero 2019  Felices Fiestas y Próspero  2019


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Málaga - 2018

jueves, 20 de diciembre de 2018

UN EDIFICIO EN PELIGRO EN MÁLAGA CIUDAD.

   El otro día hablábamos del edificio que forma la esquina noroeste entre la calle de Carretería y la plaza de San Pedro de Alcántara y de la necesidad de permanecer alerta para,no solo impedir su desaparición, sino que solicitar a quien corresponda su restauración y recuperación como parte del patrimonio histórico-arquitectónico de la ciudad de Málaga, patrimonio maltratado tanto por los ciudadanos como por las instituciones.

   Bien, hoy queremos llamar la atención del edificio que está a la espalda del que hemos hablado, el que forma la esquina suroeste de la plaza de San Pedro de Alcántara con la calle del Muro de San Julián y que se encuentra en un estado lamentable.



   Tan lamentable es su estado, que es ideal para ser "carne de piqueta", a lo que tan aficionados somos en Málaga, y dado que es un edificio que ya tiene sus años y es de una época concreta, de un estilo concreto y en un barrio concreto y dado que se está llevando a cabo la restauración de los edificios de Larios, sería bueno fijarse en el y no perderlo de vista, por si acaso.

   Nosotros reconocemos nuestras limitaciones, pues tan solo somos unos aficionados, con muy buenas intenciones, pero solo aficionados, de modo que apelamos a aquellas personas y grupos que tienen los medios y conocimientos necesarios, a que levanten la voz para avisar sobre la posibilidad de que podamos perderlo también, que alcen su voz para poner en conocimiento de los malagueños el estado del edificio y la necesidad de rehabilitarlo, recuperándolo, así, para Málaga.

   A continuación, les dejamos unas imágenes del inmueble, pero solo de la fachada que da a la plaza, pues la que da a Muro de San Julián no es accesible por estar la calle cortada por obras.





   Como es sabido por los malagueños avisados, en los bajos de este edificio estuvo ubicada la marisquería Alaska. A continuación un par de imágenes que hemos "robado" del interior a través de un boquete que hay en la puerta. Un gato nos mira indiferente.




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domingo, 16 de diciembre de 2018

NUEVO CENTRO SOCIAL EN ANTEQUERA. 1819.

   El año de 1819, asistía la ciudad de Antequera a la apertura de un nuevo local con fines de recreo e instrucción pública. Dicho centro había sido el resultado de la decisión de un grupo de individuos que se propusieron llevar a cabo esta iniciativa, con el objeto de que la sociedad antequerana contara con una institución de esta clase a donde poder ir a relacionarse con otros al objeto de esparcirse, comentar las cuitas de la ciudad, provincia o reino, ... Ni que decir tiene que el centro se mantenía con las aportaciones de estos individuos fundadores.

   El centró contó con un billar y servicio de cafetería, así como elementos para la práctica de todos aquellos juegos de mesa permitidos en la época. Además, como buen centro social de la época, estaba suscrito a varios periódicos, tanto locales como provinciales y nacionales.

   Tuvo gran acogida en la sociedad antequerana, pues así tenían donde concurrir y relacionarse los ciudadanos, donde encontraban un local a propósito para su tiempo de ocio y así no andar vagando por la ciudad.

   Otro de los objetivos de los socios fundadores y como consecuencia de ver como en Antequera se padecía un cierto atraso en las artes, fundamentalmente por falta de profesorado, establecieron en el centro una academia donde se impartieron matemáticas y dibujo y se admitió de forma gratuita a todos aquellos artesanos locales y comarcanos que estuvieran interesados en aplicar esos conocimientos a sus respectivos oficios.

   Para finales de ese año de 1819 ya se habían realizado dos concursos públicos, en los cuales los alumnos de este centro pudieron demostrar a sus conciudadanos sus adelantamientos en las materias referidas, siendo su director, Francisco de Paula Maestre, el artífice de estos progresos por su empeño en que sus alumnos dieran de si todo lo que eran capaces.


   Al mismo tiempo que ocurría esto, también se había establecido en la ciudad de Antequera ese mismo año de 1819, una academia que impartía varias asignaturas de las denominadas de primera educación, siendo su director Juan de Gálvez Palacios. 

   Para esta academia, adoptó su director el método de enseñanza conocido en la época de enseñanza mutua. Con este sistema, se pretendía ampliar la enseñanza de esas asignaturas por medio de principios teóricos. Así mismo se instruía a los chiquillos en gramática, poesía, urbanidad, doctrina cristiana y otras. 

   Su método parece ser que dio resultados pronto, pues para finales de ese año realizó exámenes con el objeto, no solo de evaluar, sino que también de acreditar los progresos realizados por sus alumnos. 

   Desgraciadamente, la documentación manejada no nos ha dado los nombres de estos dos centros antequeranos. Quizás algún lector pueda dar noticia de ellos, lo cual le agradeceremos mucho.

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sábado, 15 de diciembre de 2018

ALGUNAS CIFRAS DE LA EPIDEMIA DE FIEBRE AMARILLA DE 1804 EN MÁLAGA CAPITAL

   No se había recuperado aun la ciudad de Málaga de la epidemia  de fiebre amarilla o vómito negro de 1803, cuando el 29 de junio de 1804 dio como comienzo de nuevo esta tremenda epidemia que diezmó la población de la ciudad de Málaga.

   Su virulencia fue tal, que el Estado dictó una orden prohibiendo el comercio con y desde Málaga, cerrándose el puerto y los caminos de entrada/ salida de la ciudad, imponiéndose un estrictocordón sanitario vigilado por el Ejército. Málaga entró en trágica cuarentena o purificación.

   No fue hasta el 30 de diciembre de ese año que no se dio la orden de dar por finalizada la purificación, aunque hubo que esperar hasta el siguiente 15 de enero para que se levantara la orden que prohibía el comercio con y desde la ciudad.


   Cuando dio comienzo la epidemia de 1804, Málaga contaba con algo más de 36000 habitantes, y cuando se dio por concluida quedaban poco mas de 24600, es decir, habían muerto el 32% de la población. En el transcurso de esos cinco meses, habían fallecido 5029 mujeres y 6435 varones.

  Del personal sanitario encargado de atender a las víctimas de esta catástrofe (médicos, cirujanos, farmacéuticos), bastantes fueron los que enfermaron y algunos lo pagaron con su vida. Esta que ponemos, es una relación de miembros de esos gremios fallecidos durante esa epidemia:

MÉDICOS.

Miguel Echarri.      
Francisco del Pino.
Cristóbal Parrao.  
Gerónimo del Castillo.     
Roque Cibera.       
Lorenzo Cameros
José Muñoz.

CIRUJANOS.

D. Antonio Monterroso : Particular.
Salvador de Vega: ídem.
Francisco Massussy: ídem.
Miguel Bustamante: del Regimiento de Milicias.
José Sendro: del Regimiento de la Corona.
José Barrantes.:    idem.
José Villegas: De la Reyna.
José Carbonel: del Regimiento de Extremadura.
Miguel Ucar.     idem.
Francisco Viñadé:    idem.
Juan Lancé: del Regimiento Caballería de Almansa.
Régulo Casani: del Regimiento de Suizos de Reding. y
Juan Modest: De Sanidad.

Mas algunos estudiantes en prácticas de Cirugía, que curaban o que estaban destinados en los hospitales.

PROFESORES DE FARMACIA.

Domingo Gómez.        
Andrés Comarcada.
Salvador de Castro.      
Joaquín de Fuentes.
Gregorio de Castro.     
José Galindo.
Juan Sánchez,              
Juan Ximénez,
Carlos Aguilar.

   Si para cuando dio comienzo la epidemia de 1803 la ciudad de Málaga contaba con casi 52000 habitantes y cuando acabó la epidemia de 1804 contaba con casi 25000, quiere decir que la población se vio reducida a la mitad. Una auténtica tragedia.


   Otros lugares de la provincia, como Antequera, Vélez Málaga, Churriana o Alhaurín también sufrieron la tragedia de esta fiebre amarilla o de vómito negro. Solo entre Antequera y Vélez Málaga fallecieron 10000 personas.

   Es interesante este artículo sobre la epidemia aparecido en el periódico La Opinión de Málaga:

https://www.laopiniondemalaga.es/malaga/2014/09/14/malaga-tuvo-ebola/706966.html

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jueves, 13 de diciembre de 2018

LA PLAZA DE SAN PEDRO DE ALCÁNTARA, DE MÁLAGA.

   Desde 1837 a nuestros días, el solar que queda de lo que fue el antiguo convento de San Pedro de Alcántara ha visto desfilar por su suelo un mercado de abastos, marisquerías legendarias -Alaska-, librerías de renombre -Librería Ágora-, anticuarios -El Martinete-, tiendas de cacharrerías, médicos cirujanos, algún sastre, representaciones musicales, exposición de productos artesanales. Ha visto, incluso, orines, abandono, suciedad, drogadictos, etc.

   En el espacio que ocupa esta plaza, se levantó en 1689 un convento masculino de Franciscanos Menores Descalzos, que llegó a tener grandes dimensiones, y que por la Orden de once de octubre de 1835 que  llevó a la práctica la supresión y exclaustración monacales ordenada por Juan Álvarez Mendizábal, se cerró y se procedió a su demolición en 1837 y los terrenos resultantes vendidos.

   En noviembre de 1836 se elabora el expediente de enajenación de los terrenos que comprenden la Plaza del convento de San Pedro Alcántara, realizado por el arquitecto municipal Rafael Mitjana y en febrero del año siguiente, tras comenzar las obras de derribo del convento, se elabora el expediente por el cual se regula la venta de los materiales resultantes del derribo.

   Posteriormente, la Sociedad Larios Hermanos y Cia. compró parte de los terrenos y en junio de 1851 se presenta el proyecto para la edificación dos grandes edificios, separados por una calle estrecha que en un primer momento se llamó de Larios, pero que después pasó a llamarse Alcántara. Estos dos edificios fueron diseñados por el arquitecto Diego Clavero y el proyecto y obras fueron supervisados por el arquitecto municipal Rafael Mitjana y su lateral norte se asomaba a la plaza.

   Para el año de 1866, sabemos que en la plaza, que ya se llamaba plaza o plazuela de San Pedro de Alcántara, se había establecido un mercado en el que tenían asiento los panaderos de Alhaurín, junto a puestos de legumbres, hortalizas y otros. Quizás, este mercado al aire libre fuera complementario al que en la vecina Puerta de San Buenaventura había frutas, legumbres, carnes, tahonas, etc. En este año de 1866, vivían ya en la plaza 365 vecinos.

   Dicho mercado permaneció en el tiempo, pues en 1888 ya aparece como un mercado formal bajo dos tinglados bajo el que se colocaban los puestos y que, al parecer, hacia 187o, constaba de unas columnas de hierro forjado con filigranas y con el techo de zinc y lonas de colores  y en 1914 fue sustituido por uno de obra bastante más sólida, obra de Manuel Rivera Vera, siguiendo la misma idea del que había de dos tinglados. Dicho nuevo mercado, pervivió hasta 1940, que se desmanteló, haciéndose en su lugar una plaza con cuatro árboles y un quiosko.

   Posteriormente, a la plaza se le añadieron algunos elementos, como una fuente, que fue reemplazada por un surtidor o fuente para que los viandantes pudieran beber. Otro elemento que se añadió, fue un banco de piedra circular, cuya parte superior se rellenó de tierra y donde se plantaron algunas plantas


Vista del mercado. Anterior a 1940. (Archivo Municipal de Málaga)
   

Imagen de la plaza ya remodelada. 1960 (Archivo Municipal de Málaga)


   Y en estas condiciones vio pasar los años, aunque degradándose imperceptible pero continuadamente. En el transcurso de estos años devino en un lugar sucio e inseguro, junto con la vecina calle del Muro de San Julián, siendo punto de encuentro de drogadictos.

   Finalmente y como consecuencia de la presión vecinal, que tomó la plaza y su entorno para la realización de actividades de tipo cultural, el Ayuntamiento procedió a su remodelación, la cual supuso la tala de tres de los cuatro árboles, dejándola más diáfana, y la colocación en el centro de un busto en recuerdo y homenaje a Roberto González Vázquez, Rockberto, inolvidable cantante y guitarrista malagueño del grupo Tabletom, parroquianos de esta plaza donde pasaron muchas horas de su vida y testigos y protagonistas de la movida malagueña.


Busto de Rockberto. Foto de los autores. Enero de 2018.

   A pesar de la decadencia en la que entró la plaza, en uno de sus locales, como se dijo al principio, se instaló la Librería Ágora, referente cultural en Málaga y editorial, que pervivió hasta finales de los años noventa, cerrando definitivamente sus puertas. Podemos estar equivocados, pero creemos que esta librería tuvo dos ubicaciones en la plaza. Una en el local que hacía esquina con la calle de Carretería y, antes o después, en la fachada del edifico Larios que miraba a la plaza. Pero no lo podemos asegurar.


Librería Ágora. 1986. (Foto Archivo Municipal de Málaga)

   Como curiosidad, y aunque excede al objeto de este trabajo, citaré algunos de los libros editados por esta librería malagueña:

   - Antología del mar. Guillén, Jorge. Editado en 1981.

   - El pluricosmos. Domínguez Montes, Juan. Editado en 1983.

   - Poesía española contemporánea. Editado en 1983.

   - Poesía contemporánea. Edición de Francisco Abad. Editado en 1983.

   - Jugar y aprender. Método de iniciación al piano. Claros García, Rosario. Editado en 1983

   - Historia de España analizada a través de los textos. Editada en 1987.

   - Sobre los andaluces. Cazorla Pérez, José. Editado en 1990.

   - Sobre conectores, expletivos y muletillas en el español hablado. Cortés Rodríguez, Luis. Editado en 1991. Como curiosidad, decir que esta obra se vende en Amazón por 349 euros.

   - Sintaxis y semántica de Como. Moreno Ayora, Antonio. Editado en 1991.

   - Sociología de la transición andaluza. Santos López, José María de los. Editado en 1991.

   - El camino de la razón poética. Gómez Cambres, Gregorio. Editado en 1992.

   - Andalucía, identidad y cultura: estudios de antropología andaluza. Moreno Navarro, Isidoro. Editado en 1993.

   - La mirada griega: (exégesis sobre la idea de extravío trágico) Crespeillo, Manuel. Editada en 1994.

   - Málaga, ciudad de Al-Andalus. Calero Secall, María Isabel y Martínez Enamorado, Virgilio. Editado en 1995.

   - El medio rural en Andalucía. Parejo Delgado, Carlos. Editado en 1995.

   - Vida cotidiana en Málaga a fines del XIX. Albuera Guirnaldos, Antonio. Editado en 1998.      

   - La aurora de la razón poética. Gómez Cambres, Gregorio y Zambrano, María. Editado en 2000
   
    También mencionamos más arriba, la marisquería Alaska, instalada desde desde 1953 en la plaza y que hacía esquina con el Muro de San Julián y que tras haber vivido tiempos más gloriosos cerró sus puertas con más pena que la gloria que tuvo. Eran típicos sus moscateles con sifón, mojama de pintarroja, camarones, caracolas troceadas, "invasores, búsanos, su cartel de "PROHIBIDO EL CANTE", ...

   Al parecer, hubo que desahuciar a los inquilinos del edificio por defectos en los pilares maestros y había riesgo de hundimiento, incluyéndose en el deshaucio la marisquería.  


Foto de los años ochenta. Obtenida en Facebook, grupo Historia de Málaga.


Marisquería Alaska, a la derecha. Años cincuenta. (Archivo Municipal de Málaga)

   Otro de los establecimientos que hubo en la plaza, y del cual solo queda el local cerrado, es la tienda Antigüedades El Martinete. Según hemos oído, en ese mismo local hubo una funeraria y cuando esta cerró se puso una tienda de electrodomésticos, y tras su cierre se instaló el anticuario. 

   Como curiosidad relativa a este anticuario, decir que fue el último destino de cinco piezas de bronce, entre las cuales iban un reloj francés y una escribanía, que habían pertenecido al pintor José Moreno Carbonero.

   Dichos bronces recalaron en El Martinete después de haber pasado primero por la Librería Rivas, en la calle del Marqués de Larios, donde fueron comprados por un anticuario, quien los conservó hasta finales de los años sesenta, tras los cuales, dichos bronces terminaron sus días en El Martinete, donde permanecieron, al menos, hasta un año después del óbito de su dueño, Juan Luis Muñoz Abad.


Imagen de la plaza en 1986 (Archivo Municipal de Málaga)

   El local cerrado del Anticuario El Martinete ocupa una de las esquinas de la plaza y un bar restaurante la otra esquina, ambas dan a la calle de Carretería.

   Como anécdota ocurrida en esta plaza, mencionar que en la Semana Santa del año de 1904, el Cristo de Cabrilla efectuó la última salida procesional de su historia. Durante el recorrido por la calle de Carretería, a la altura de la plaza de San Pedro de Alcántara, el Cristo fue apedreado.

   De hecho, esta cofradía fue la única que salió a la calle ese año, debido al fuerte sentimiento anticlerical reinante en la ciudad. Alguna fuente dice que su última salida fue en 1905. En cualquier caso, la cofradía desapareció en 1910 y el Cristo fue presa de las llamas cuando la quema de iglesias y conventos de 1931.

   La cofradía se llamaba Hermandad del Santo Cristo de Cabrilla o Cabrillas, sus penitentes vestían túnicas y capirotes morados y su andadura la comenzó en el primer tercio del siglo XVII en el convento de Santo Domingo de Guzmán.  

   De este Cristo se decía que le crecían las uñas y el cabello y que había que cortárselos.

   Como penúltima cosa, mencionar tres elementos presentes en la plaza:

   El primero de ellos es un rótulo con el nombre de la plaza, del que desconocemos cuando pudo haberse puesto, pero que es probable lo fuera a partir de 1866. Se halla situado en el edificio en ruinas que forma la esquina suroeste de la plaza con la calle del Muro de San Julián


Foto de los autores. 12-2018

   El segundo elemento es un azulejo representando a San Pedro de Alcántara flanqueado por dos faroles, uno a cada lado. Se halla en la fachada oeste de la plaza.


Foto de los autores. 12-2018

   El tercer elemento a mencionar, es una placa puesta hace pocos años en recuerdo del arquitecto José Martín de Aldehuela, quien fue enterrado en la iglesia del convento de San Pedro de Alcántara. Esta placa está situada en la esquina noreste que forman la plaza con la calle de Carretería. 

   Martín de Aldehuela fue el autor del Puente Nuevo de Ronda y del Acueducto de San Telmo, ese monumento que se está perdiendo por la desidia de los malagueños y las autoridades

   Y ya, para cerrar este breve "biografía" de la plaza de San Pedro de Alcántara, transcirbir un texto escrito por Manuel Blasco Alarcón, primo segundo del pintor Pablo Ruiz Picasso, quien nos dejó este bello y expresivo cuadro de la plaza, que conocía por vivir cerca de ella. Es un poco largo, pero merece la pena leerlo por la fuerza de la expresividad y la capacidad de recrear en nuestra mente como era la plaza en su niñez: 

    "... A orillas de la calle Carretería, entre la plaza del Teatro y el Muro de San Julián, se abre el recinto cuadrado de la plazuela de San Pedro Alcántara. Ocupaba el centro de la plazuela un mercado de columnas y filigranas de hierro colado con techo de zinc y lonas de colores. Mercado burgués, con buenos puestos de pollería, carnes de primera, sesos y criadillas; tablas de pescado con el sabroso mero, el atún, la lubina, la merluza mediana, recién pescada en las costas de Motril, o el rojizo salmonete. En dorados cenachos, "como la prata", los ricos boqueroncillos victorianos para enmanojarlos o el diminuto chanquete, espuma y esencia del Mediterráneo, regalo tan sólo de las playas del Palo y la Malagueta. Las hortalizas, las frutas con gotas de rocío y la tierna verdura, daban su nota de colorido y frescor. Lo hubiera pintado Brueghel bajo un cielo de azul brillante.

   Entonces abundaba la pesca, no estaban esquilmadas las playas y eran muchos los que iban con su arte a la despensa del mar. La jábega con el copo, la traíña, las parejas y la pesca de bajura, abastecían el mercado y cuando venía la jurelá, era tal la cantidad de pescado, que rompían las redes. El kilo corrido se vendía a quince céntimos, terminaba regalándose a las mujeres y papelones de jureles se tiraban en la plazuela. Los "guindillas" perseguían a las personas que los arrojaban.

   Otras veces era el paso del atún hacia el estrecho y grandes bandadas se acercaban a nuestras playas, haciendo el agosto de pescadores y clientes. Ni el marrajo, ni la abalcora, ni el pez espada, eran pescados comestibles, ni aún en los barrios. En cambio allí se comía el pulpo, la pintarroja y la raya. Por eso aquello de la mujer que se quejaba por llevar siete días comiendo arroz con raya y cuando otra vecina le dijo para consolarla, "pues no es mala comida", contestó la pobre: "No, la raya es la que me pone en el canuto del fiado, el dueño del Ultramarinos"

   Un puesto clásico era el de los Soldaditos de Pavía, especie de tortilla de harina con perejil y un buen trozo de bacalao, que se comían recién sacados de la sartén. No he podido averiguar por qué aquellas frituras se llamaban así, si era porque las comieron Carlos V con sus soldados durante la batalla de Pavía o fueron los guardias del General Pavía, los que se las engulleron después de disolver el congreso. El marqués de Novaliche, también llamado Pavía, gran amigo mío, ese seguro que nunca comió frituras de bacalao, pues padecía de úlcera; por cierto que un día en plena partida me dijo; "Manuel, solo jugando al póker me olvido de la úlcera" y siguió el envite.

   Las mujeres con sus canastos, su delantal de crudillo y sus comadreos, vivían a gusto las horas mañaneras del mercado.

   En una esquina, en el Ultramarinos y tocinería de "El Cejas", porque las suyas parecían dos cepillos de betunero, se anunciaban las morcillas de lustre, el añejo para el puchero y las buenas pringues. En la puerta un hombrecillo con sombrero de ala ancha y faja, voceaba su pregón, "aceitunas sevillanas, están buenas de comer"; mientras se bailaba las sevillanas.

   En la otra esquina, la churrería daba un tufo de aceitazo y las mujeres, mientras esperaban la porra del tejeringo, mataban el gusanillo con la copita de aguardiente. Más allá, con cacharros en la acera, la tienda de Lola de los platos, tienda, agencia de colocaciones y chismorreo de la calle.

   Daba carácter a la plazuela la tienducha de Paco el baratillero. El género lo sacaba a la puerta: palanganeros, sillas de Vitoria, jarrones, baratijas, cachivaches y un gran tablero con libros y estampas. En las profundidades de su tienda, estrecha, oscura y muy larga, había maravillas para mi curiosidad de niño y objetos que me causaban miedo: un pájaro con su plumaje verdadero que cantaba y movía la cola dentro de su fanal, viejas caretas, muñecas sin brazos, litografías con hadas casi en cueros, bichos disecados, sables y trabucos, una corona de latón y piedras de colores y multitud de cacharros.

   Dada la proximidad de nuestra casa, mi padre era un visitante asiduo y uno de sus mejores clientes. Algunas veces compró objetos curiosos, incluso un gran sonerí  y jarrones de estilo, pero su especialidad eran los libros y Paco, en cuanto lo veía llegar, le anunciaba las novedades. Para él, cuando una obra tenía seis o siete tomos, era un diccionario. "Don Juan, he comprado un diccionario de los buenos", eran las obras de Jovellanos en siete tomos. El trato era lo más interesante y rápido:

"- ¿ Cuánto vale ?

- D. Juan, esto es muy bueno, déme usted cuarenta reales

- Te daré un duro

- Bueno, D. Juan, lo que usted quiera, se lo llevaré a su casa."

   Téngase en cuenta, que si pasaban unos días sin vender los libros, se los cambiaba a la vecina por copas de aguardiente y tejeringos y ésta los utilizaba para liar los churros. Un día Paco llamó a mi padre con mucho misterio, porque había comprado "el diccionario del gafas", eran las obras de D. Francisco de Quevedo y Villegas en diez tomos, encuadernados en piel española y editado por Sancha en el XVIII.

   En la casa del frente, abierto el portal, daba su olor dulzón y criollo la fábrica de chocolate, émulo taller artesano del célebre "Matías López", el de los flacos y los gordos. En la acera, como moscas, esperaban los chiquillos por si les echaban, "a caio", algún trozo de soconusco averiado. La muestra pintada sobre rojo, representaba una gran chocolatera con su molinillo.

   En el piso sobre la fábrica toda una familia de músicos muy conocidos Fermín Pérez, su padre y su hermana, llenaban el aire de notas, acordes y arpegios, sobre el garrulo griterío del mercadillo.

   A la plazuela concurrían con su pintoresquismo, mendigos, ociosos y tipos raros.

Allí en un poyete se sentaba "Corruco", un viejo mofletudo, grasiento, pelirrojo y ciego, que conocía a las personas al tacto o por la voz, aunque éstas por broma la desfigurasen.

   El "Niño Dios", un "chalao", un hombretón que recitaba versículos del Evangelio, decía ser Dios recién nacido y aunque era analfabeto, sumaba a la memoria cantidades de cuatro y cinco cifras.

   "El Piyayo", el gitano renegrío de José Carlos de Luna, cuando iba con su guitarrilla de paso para la calle de los Negros, se tomaba una copita en la churrería y como pago, se echaba un bailecito y su canturreo.

   Don Salvador el Cartujo, un viejo bondadoso, con barba blanca y su gran Cruz de Caravaca colgada del cuello, decía haber sido fraile y otros aseguraban que procedía del penal de Cartagena.

   Pero el más original de todos, el que más lástima daba y más limosnas recogía era el "Azogaíto". Hombre relativamente joven, lo llevaba su mujer cogido por un sobaco y como un pelele, movía su cuerpo sin cesar, con terribles contorsiones, sin parar un momento, baile de San Vito, hoy diríamos sicodélico, con corriente y calambres eléctricos sin interrupciones, algo impresionante. La mujer canturreaba "Víctima de las minas de Almadén, el Azogaíto que no descansa ni de noche, ni de día".

   Daba compasión y llovían las limosnas, pero a un guardia municipal, hombre de mala uva, con instintos de Sherlock Holmes, le extrañó que siempre iba pulcramente lavado y afeitado y un día se dedicó a seguirlo, entró por el Mundo Nuevo, miró con recelo hacia atrás y de sopetón se metió en una barbería, se soltó de la mujer, se arregló la blusa y tirándose en una silla para reposar tranquilo, comentó: "No hay como el azogue, para comer caliente". Aquel día, gracias al mal ángel del guardia, se le acabó el comedero.

   Allá por el año 1905 o 1906 (yo voy con el siglo y los tranvías de mulas desaparecieron en 1907) salía con mi hermana bien cogidos de las muñecas por María mi niñera, a ver enganchar un mulo pericón, al tranvía de mulas. Para subir la cuesta de Puerta Buenaventura, el cobrador cambiaba la aguja de la vía y ayudaba al pericón. Yo, rabiaba por montarme en el tranvía, pero mi niñera, sin soltarnos de la mano, decía que aquello era peligroso y podía desbaratarse...."  


Plaza de San Pedro Alcántara. Manuel Blasco Alarcón.

NOTA:
  
- Lo relativo a los cinco bronces de Moreno Carbonero ha sido extraído de la página:  http://miscelaneaspintura19.blogspot.com/

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Málaga - 2018

lunes, 10 de diciembre de 2018

EL CONVENTO DE FRANCISCANOS DESCALZOS DE MÁLAGA. 1689-1837

   En la ciudad de Málaga han estado presentes a lo largo de los años transcurridos desde 1486, año de la toma de la ciudad por Isabel I de Castill y Fernando II de Aragón, multitud de Órdenes religiosas, tanto femeninas como masculinas. Unas han permanecido presentes en nuestra ciudad hasta nuestros días y otras han desaparecido con el paso de los años por diversos motivos.

   Hoy vamos ha hacer un muy breve resumen de una de ellas: los Franciscanos Menores Descalzos.



   Después de muchos años de pleitos mantenidos con los Franciscanos de San Juan Bautista, consiguieron los Menores Descalzos que el veinticuatro de noviembre de 1682 Carlos II firmara una Real cédula por la cual recibían la real autorización para fundar el convento de San Pedro de Alcántara en la ciudad de Málaga, a la vez que también recibían del Papa el correspondiente permiso.

   El siguiente quince de diciembre, fray Pedro de Córdoba tomó posesión de unas casas que Beatriz Mendoza y Lorenzo Muñoz de Loaysa, marqueses de Bisbiliana, les donaron para que estos frailes se instalaran y comenzaran su actividad, siendo a partir de entonces cuando el convento empezó a crecer en espacio gracias a sucesivas donaciones y compras, logrando, de esta manera, un edificio mucho más grande con unas instalaciones óptimas para las necesidades y objetivos de los frailes y la Orden.

   De entre los benefactores del convento, se debe destacar al Regidor de la ciudad Alonso Rentero, a quien en reconocimiento a su labor en pro del convento y la Orden, esta le recompensó con el patronato perpetuo de la iglesia del convento

   A pesar de que hubo nuevos pleitos con los Franciscanos Observantes, nuestros Menores Descalzos, o Alcantarinos, empezaron a edificar la iglesia del convento el trece de abril de 1692, siendo inaugurada el dieciséis de octubre de 1701, por el Obispo de la diócesis malacitana Fray Alonso de Santo Tomás.


El siglo XVIII fue testigo del rápido y gran desarrollo del convento, alcanzo la comunidad un total de cuarenta frailes de los llamados de coro y diez legos. también asistió este siglo a una serie de pleitos puestos por el convento contra los descendientes de aquel Regidor Alonso Rentero, pleitos debidos a la falta de capacidad de estos descendientes para hacerse cargo de las obligaciones contraídas por el Regidor. No sabemos en qué terminó la cosa.


   El siglo XIX trajo consigo la tremenda convulsión que supuso la invasión de las tropas napoleónicas de la Península, viéndose Málaga y, por tanto, el convento afectadas por estos trágicos sucesos, entre los cuales se encuentran la orden dada por José Napoleón, el Rey Intruso, de expulsar a los frailes del convento y proceder a su demolición, con el objeto de construir en su lugar una plaza en la que poner un mercado de abastos. Afortunadamente, esta demolición no se llevó a efecto, aunque si se perdió la fábrica de sayales que tenía este convento.

   Cuando por fin fueron los franceses expulsados de Málaga y de España y finalizada la Guerra de la Independencia, volvieron los frailes a ocupar su convento, aunque poco les duró su alegría, pues al advenimiento del llamado Trienio Liberal, se vieron víctimas de la nueva Ley de Monasterios y Conventos, aunque lo que marcó definitivamente el futuro  del convento y la presencia de la Orden en Málaga, fue cuando por la Orden de once de octubre de 1835 se llevan a la práctica la supresión y exclaustración monacales ordenada por Juan Álvarez Mendizábal, cerrándose el convento y procediéndose a su demolición en 1837 y los terrenos resultantes vendidos.


   Citar que en la iglesia de este convento hubo enterramientos, de los cuales citaremos dos:



-   Luis José Velázquez de Velasco, sepultado en la iglesia del convento, en la bóveda de los Melgarejos, familia suya. fue Caballero de Santiago, señor de Sierrablanca, marqués de Valdeflores y Regidor de la ciudad de Málaga. Literato.



- Martín de Aldehuela, ingeniero que diseñó y dirigió las obras del Puente Nuevo de Ronda y del Acueducto de San Telmo, en Málaga.


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Málaga - 2018

sábado, 8 de diciembre de 2018

UN EDIFICIO A PRESERVAR EN MÁLAGA CIUDAD.

   La esquina que forman la calle de Carretería, nº 90, con la plaza de San Pedro de Alcántara, nº 5, está ocupada por un inmueble de planta baja sobre las que se alzan tres plantas -que probablemente, en su día, solo fueran dos- y que en la actualidad se encuentra abandonado y en peligro de ser víctima de la piqueta, ser demolido y que en el solar resultante nos levanten un edificio de los que, desgraciadamente, estamos empezando a acostumbrarnos en esta ciudad de Málaga, es decir, que el edificio que se levante sea construido en un estilo totalmente ajeno al estilo dominante de la calle de Carretería, en un estilo que, en la mayoría de las ocasiones, es un auténtico parche, un adefesio, un sinsentido, un atentado contra la estética y el buen gusto que debería imperar en la arquitectura. 





   Bien. Desde este blog, queremos mandar una llamada de atención con el objeto de que tanto los ciudadanos como las autoridades lo tengan presente y, cada uno desde sus posibilidades, aporte soluciones para evitar que se demuela y se pierda un edificio histórico más de nuestra ciudad. 

   Es evidente, y a la vista está, de que no se trata de un edificio espectacular, que destaque de los demás por su fachada impresionante, por sus bellas molduras, sus atrevidos balcones ni  su regia puerta. No, se trata de un edificio sencillo y con pocos elementos que le hagan destacar y que hagan de el una obra de arte, como muchos de la calle de Carretería. Pero al igual que ocurre con algunos de los inmuebles de esa calle, que a pesar de que son muy sencillos, se mantienen en uso y más de uno ha sido ya restaurado, recuperando su sencilla belleza.

   Por si la sola idea de recuperar un edificio histórico no fuera suficiente, este presenta un elemento que si justificaría su rehabilitación, y dicho elemento son las pinturas que en su día lucía, al menos, la fachada orientada a la calle de Carretría, y que se pueden ver en los lugares donde la pintura que las cubre se ha caído y que hemos redondeado de rojo en la fotografía siguiente:



   Con más detalle, les ponemos dichas pinturas:






   Estos desconchones en la pared, empezaron a salir entre diciembre de 2009 y octubre de 2011, quizás como consecuencia de alguna cata arqueológica que se realizó. 

   Creemos que para 2008 el edificio ya estaba abandonado y que su último inquilino, si no estamos equivocados, fue una tienda de antigüedades que ocupaba casi todo el bajo del inmueble. Dicha tienda se llamaba Antiguedades El Martinete, S. C., sin la diéresis en la U, pues así aparece en el coqueto rótulo que daba a la plaza de San Pedro de Alcántara y que los típicos vándalos de Málaga se han encargado de destruirlo, privándonos de la primorosidad de la letra. En las siguientes fotos, vemos dicho rótulo en la primera y como está en la actualidad:



   Parece ser que tras el cierre definitivo de la tienda de antigüedades, el Ayuntamiento decidió incluir este edificio en los planes municipales de rehabilitación mediante una subvención, poniéndose en uno de los balcones que dan a la calle de Carretería un cartel informando de ello, como podemos ver en la siguiente foto, y que se puso en algún momento entre los años de 2014 y 2015:



pero, al parecer, la cosa se quedó ahí, en un cartel, buenas intenciones y que pase al olvido, a ver si poco a poco se deteriora lo suficiente, se ve invadido por okupas, tiene algún incendio y ...... ¡demolición! Hay varios precedentes de este tipo en Málaga como para hacernos temer lo peor. Sin ir más lejos, lo ocurrido con edificios del destruido Pasillo de Atocha, un crimen urbanístico, arquitectónico y estético.

   Hay un par de elementos que nos gustaría resaltar. Uno es relativo al edificio en cuestión y otro al que está en la parte de atrás, que da al Muro de San Julián.

   El primero de los elementos, es un azulejo con una imagen de San Pedro de Alcántara, flanqueado por dos farolillos y que desconocemos tanto su autor como desde cuando está puesto ahí.



   El segundo elemento del que hemos hecho mención, se haya, como hemos dicho, en el edificio situado a la espalda del que estamos hablando y que da al Muro de San Julián. Bien, en la fachada que da a la plaza, todavía se encuentra un rótulo de cerámica antiguo. Al igual que en el caso anterior, desconocemos la fecha de su colocación, pero por el estilo de rótulo, intuimos que no es muy moderno que digamos. A ver si alguien nos ilustra al respecto, lo cual agradeceríamos mucho



   Para terminar de hablar de este edificio, dejamos unas imágenes del zaguán de entrada al edificio y de unas vistas aéreas del mismo. Primero un par del zaguán:




   A continuación, un par de vistas del edificio desde arriba. En la segunda imagen, da la impresión como si se tratara de dos edificios que en algún momento fueron unidos:




   
NOTAS:

1ª- La imagen del rótulo de El Martinete, ha sido tomada del sitio web  mosaicosdemalaga blogspot com

2ª- Las imágenes aéreas del edificio han sido tomadas de www.google.es/maps/

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