La Fiesta del árbol en Villanueva
de Cauche
Que la preocupación por los árboles, por su carencia y necesidad de repoblar con ellos los pelados montes malagueños, no es nuevo, va a quedar de manifiesto con la lectura de este artículo aparecido en la prensa antequerana en febrero de 1927.
Lean, lean.
Por
primera vez, con carácter oficial, se ha celebrado en este pintoresco anejo de
Antequera la fiesta escolar dedicada a inculcar el amor al árbol y en general a
la Agricultura.
Amablemente
invitados, concurrimos en la tarde del viernes [25 de febrero], en unión de los señores vicario
arcipreste, teniente alcalde señor Rojas Pérez, y maestros señores Muñoz Rama,
Fernández, Vázquez, Negrillo, Hernández y Rodríguez Ariza.
A
la entrada del pueblo se congregaban muchos vecinos y a un lado y otro de la
carretera los niños y niñas de la escuela, con su maestro don Francisco Martin
Lagos, el párroco don Liborio María Esteban y el alcalde pedáneo don Miguel
Gaspar Vega.
Una
vez en el salón de clase de la escuela mixta, que lleva el nombre del general
Cano Ortega, el señor Moyano dirigió la palabra a los niños, hablándoles en
términos comprensibles para ellos, de lo que es el hogar y la Patria, del amor
a la familia y de la gratitud y cariño que deben al maestro y al sacerdote que
con una ejemplar abnegación cumplen la misión de inculcarles la instrucción y
la doctrina cristiana, para hacerles hombres y mujeres dignos y honrados en el
día de mañana, que eleven el nivel moral y ciudadano del pueblo en que viven.
El
señor vicario fue muy aplaudido y vitoreado, y a continuación habló el señor
Rojas Pérez, quien en términos merecidísimos elogió la labor pedagógica y
amante que en favor de los niños viene haciendo el digno maestro de Cauche, con
sacrificio de comodidades, ejerciendo un verdadero apostolado cultural allí
donde en muchos años se ha carecido de escuela y está muy atrasada la
instrucción. Terminó excitando a los padres a que ayuden esa labor, no dejando
de mandar a sus hijos a recibir la enseñanza, pues si por un mísero provecho
inmediato les alejan de la escuela, les privarán de sus beneficiosos frutos
para cuando sean mayores.
El
señor Rojas fue aplaudidísimo por los escolares y público.
Acto
seguido y por delante de la escuela, el señor vicario bendijo el primer árbol y
se colocaron varios plantones en torno del edificio, y a continuación se
repartieron las meriendas a unos setenta niños que pertenecen a dicha escuela.
El
acto resultó muy hermoso y una verdadera fiesta para el pueblo y para los
escolares, que se disputaban la «propiedad» de cada arbolito para cuidarlo,
quedando el maestro en designar un grupo para cada uno.
Esta
labor de cultura que viene fomentando el Ayuntamiento, con la colaboración del
Magisterio, es digna del aplauso que desde estas columnas le tributamos.
Es interesante el dato que nos da sobre el número de niños que asistieron al acto. Imaginamos que en el pueblo vivirían más niños pero que no asistirían a la fiesta, a lo que sumar a adolescentes que, con bastante probabilidad, estarían ayudando a sus padres en las labores del campo. Pero bueno, setenta niños de primera instrucción no está nada mal.
También es interesante, comprobar como la escuela estaba, por fin, marchando y ejerciendo su labor educadora y formadora en aquellos pagos, tanto tiempo olvidados de la atención de las autoridades, que tuvieron a esa pedanía antequerana dieciséis años sin escuela en un manifiesto ejercicio de desprecio a una comunidad rural.
IHPMalagueñas
Málaga - 2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario