MIGUEL GÁMEZ QUINTANA. UN POETA PALEÑO.... O DE COMARES.

#SalvemoselAcueductodeSanTelmo

   Miguel Gámez Quintana era, como quien esto escribe, del barrio de El Palo, o sea, era un paleño, donde nació en las mitades de la década de los cuarenta, aunque por cosas de la vida, o de la familia, ¡yo que se!, creció en el cercano Comares, y aunque el quería al Palo, decía que este era un barrio de pobres donde después vivieron los ricos. 

   Consecuencia: el no podía vivir en un lugar así, no iba con su espíritu.

   Desde siempre se sintió poeta e hizo de la literatura el camino por el que transitar, solo que su poesía, a la que calificaba de problema mas que de poesía, no era del agrado de los editores de su época, por lo que recurrió a la autoedición para dar a conocer todo lo que en su cabeza bullía, cómo veía la vida que ante sus ojos pasaba. Era rebelde, no le gustaba el redil. 

   Seamos sinceros. Si no eres un poeta del sistema, tienes que trabajar para comer y, claro, Gámez Quitana quería comer todos los días...y se puso a trabajar. De Camarero. En Marbella. A principios de los años setenta. Después viajó. Por Europa.

   Al volver, abrió un pub en Madrid, al que nominó como La Casa del Poeta, porque había retomado la poesía como el agua de su vida. Hay agua: vives. No hay agua: mueres. 

   También realizó incursiones en el teatro y en la realización de guiones cinematrográficos.

   Sea por lo que fuere, decide regresar a Málaga, donde convencido de su destino emprende su acción de activista cultural, realizando, entre otros, una convivencia literaria en la cárcel de Málaga. El último jueves de cada mes.

   Claro, al no contar con el respaldo del stablishment editorial -o como se escriba, vale-  le impedía dar difusión a su obra, y a sus ideas. No hay problema. Con su macuto a la espalda se recorre cuantas ferias del libro hubiera en Andalucía, incluida Marbella, donde instaló una garita, un tenderete, ¿una cacharrería de libros?, a la que, ¡por supuesto! llamó La Casita del Poeta. Claro, era más pequeño que aquel pub de Madrid. 

   Tuvo éxito. Tanto, que el Ayuntmiento -el de Marbella- quiso incluso ponerle luz en el garito.

   Hoy, Gámez Quintana, Miguel, un poeta del pueblo, de El Palo,  que no quiso la luz del Ayuntamiento, que detestaba los problemas de raza y de religión, que quería dejar de ser poeta con tal de que los problemas del hombre estuviesen solucionados, que quería que su poesía se entendiera por todos, yace ignorado por los jóvenes...y por los viejos.

   Falleció en diciembre de 1990. Justo un año después, a las ocho y media de la tarde del diez de diciembre de 1991 y en la tertulia literaria Alba de Mares, en el bar El Rinconcillo, Sevilla, se le rindió un sentido homenaje en su memoria.

   Va por usted, maestro Miguel.

IHPMalagueñas

Málaga - 2018