sábado, 31 de diciembre de 2016

DIEGO BURGUEÑO REYES: SOLDADO, PRESIDIARIO Y MAESTRO

   Nació Diego en la localidad de Cuevas de San Marcos, en el año de 1769 y era hijo de D. Bartolomé Burgueño y de Dª. María Reyes. Sus características físicas a la fecha de que tratamos eran: blanco de piel, pelo castaño, ojos pardos, barba cerrada y negra, con una cicatriz en el entrecejo y condenado cuatro años a ser presidiario en Alhucemas por orden del conde D. Pedro de Lerena, el dos de febrero de 1789, con la advertencia de que si su comportamiento era malo o intentaba quebrar de alguna manera su condena, sería condenado al doble de años, y que cuando acabara de cumplirlos que volviera a las filas del Regimiento de Milicias de Ronda, en el cual se hallaba cuando delinquió. 

   No es gran cosa lo que sabemos de este individuo aparte de lo ya dicho, pero se puede añadir que leer y escribir si que sabía, de modo que es posible que sus padres fueran relativamente acomodados, al menos lo suficiente como para poder permitirse dar estudios a su hijo. Y algo más que leer y escribir debió aprender a tenor de lo que se sigue.


   Téngase en cuenta que desconociendo sus circunstancias, lo que decimos se mueve en el mundo de la conjetura, pero habida cuenta la época, no sería de extrañar que no andáramos muy descaminados al respecto. Lo decimos porque es posible que el padre de Diego, quizás en la idea de elevar el status de la familia, pudo haber decidido que su hijo hiciera fortuna y adquiriese elevación social por medio del ejercicio de la milicia, cosa que era moneda corriente en la época, difícil pero no imposible, y así, nuestro Diego ingresó en el regimiento de Milicias Provinciales de Ronda, quizás con dieciocho años, esto es, en 1787.

   Bien, ya tenemos a nuestro Diego sirviendo al Rey ejercitando el noble arte de la las armas e iniciando una carrera que se prometía brillante, pero ¡ay! bien por malas compañías, bien por una imprudencia se metió a hacer cosas que no debía y estando en esas la justicia le pilló con media libra de tabaco de origen fraudulento y un cuchillos, según constaba del despacho de justicia de la jurisdicción de Antequera, y no pudiendo dar una justificación a sus actos y probada su culpabilidad, se le condenó a cuatro años de prisión, los cuales debería penarlos en el presidio de Alhucemas, a los cuales seguirían los seis años que aún le quedaban de contrato con el Ejército.   
         
   Como es lógico, una vez en el presidio se le encomendarían tareas varias, aparte de las de soldado, pero tuvo la suerte de que el saber leer, escribir y poseer determinados conocimientos le ayudaron a sobrellevar un poco mejor su pena.

   El presidio de Alhucemas se hallaba en el Peñón así llamado formaba un conjunto con la plaza, en el norte de Marruecos, y en esa época, como en la actualidad es parte de España. En dicho presidio y plaza vivía una población más o menos numerosa y esta población tenían hijos, a los cuales se les mandaba a la escuela, teniendo, por tanto, un maestro de primeras letras, el cual, en este momento era D. Bernardo Barrera.


   Pues este maestro resulta que considerando a Diego óptimo como su ayudante, elevó petición a la autoridad competente para adjuntárselo como ayudante, empezando así nuestro hombre a ejercer tal empleo.
   Al poco, D. Bernardo resulta que se jubila, siendo su destino de retiro la Compañía de Inválidos, en Granada, quedando, por lo tanto, los niños de Alhucemas sin maestro que les enseñe.

   Y aquí es donde entra en acción Diego, pues debiendo D. Pedro Ortiz y D. José de Into,  autoridades de la plaza y presidio, proveer dicho empleo de maestro, el veintiuno de noviembre de 1792 enviaron escrito a D. Ramón de Monsalve y Pavón, Veedor de Málaga, notificándole el tema y proponiendo a Diego como sustituto del maestro, dado que ya había ejercido de ayudante y conocía el tema, habiéndolo desempeñado con acierto, a lo que añadir su buen comportamiento y su honradez.

   Desde luego, ni que decir tiene que Diego aceptó gustoso dicha proposición, pasando a servir los seis años que le restaban en la Compañía Fija de esa plaza, pues estaba claro que le iba a reportar beneficios económicos, pues no solo continuaba su carrera militar si no que su sueldo iba a ser mejor, pasando a servir esos seis años en clase de Voluntario, gozando, además del haber como soldado, de la ración de bastimento que gozaba el maestro jubilado.

   El doce de diciembre de 1792 aprobó el Rey el nombramiento de Diego como maestro de primeras letras y su pase como soldado en clase de Voluntario a la Compañía Fija del presidio de Alhucemas.


   Y ahí termina lo que sabemos de este individuo de Cuevas de San Marcos, en la provincia de Málaga.

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martes, 27 de diciembre de 2016

D. JOSÉ VALLEJO GALEAZO. PINTOR, DIBUJANTE Y GRABADOR MALAGUEÑO.

   Hijo de una familia modesta, nació en la ciudad de Málaga el quince de agosto de 1821 y desde niño dio muestras de que su camino en la vida iba a ser el dibujo, aunque al principio le costó más de un disgusto, pues su madre bien que le regañaba y castigaba por dejar muestras de su vocación en las paredes de la casa paterna y en la de los vecinos.

   Tras los años de colegio y aprendizaje en el arte del dibujo y la pintura en su Málaga materna, con poco más de veinte años marchó a la capital del reino, donde empezó a darse a conocer en revistas como Iconografía, de Valentín Cardedera y Solano, y en Los viajes de Fray Gerundio, de Modesto Lafuente y Zamalloa, así como en columnas de periódicos ilustrados de la capital.

   Habiéndose presentado a las oposiciones a profesor de la Escuela de Bellas Artes, obtuvo su ingreso tras aprobar el tres de septiembre de 1857 las oposiciones, estando desempeñando su profesorado hasta que al declararse la guerra a Marruecos y pensando que a la par de servir a España podría obtener trabajos pictóricos de aquella lucha, se alistó como soldado, siendo destinado al regimiento de infantería Zamora Nº 8, siendo agregado al cuartel general de D. Leopoldo O´Donnell, aunque tuvo ocasiones sobradas de demostrar su valentía y arrojo en el combate, tanto que incluso obtuvo la cruz pensionada de María Luisa y la cruz de San Fernando.


   Durante el tiempo que duró la campaña trabó amistad con el accitano D. Pedro Antonio de Alarcón Ariza, colaborando con el realizándole dibujos para su obra Diario de un testigo de la Guerra de África, así como también realizó dibujos para la obra Crónica de la Guerra, del gaditano D. Emilio Castelar Ripoll, y para el Atlas que editó y publicó el Depósito de la Guerra. 

   Una vez terminado el conflicto, regresó D. José a Madrid, dedicándose en cuerpo y alma al trabajo, sobresaliendo en disciplinas tales como el género histórico decorativo, siendo testigo de ello las pinturas de los techos del palacio de la Presidencia del Consejo de Ministros, del Teatro Español, del café Fornos y otros entornos frecuentados por la aristocracia de la Villa y Corte.

   Al habérsele encargado la organización e instalación de una de las secciones de la Escuela de Artes y Oficios de Madrid, estuvo viajando por Londres, París y Bruselas tomando buena nota de como estaba el tema en las capitales europeas, resultando de gran provecho su viaje, pues lo que vio y aprendió lo puso en práctica en la cátedra de que se hizo cargo.

   Fue elegido vocal del jurado para las exposiciones artísticas que se celebraron en Madrid en los años de 1864 y 1866 a la vez que seguía realizando con acierto y mérito su trabajo, del que cabe destacar el techo del teatro Lope de Vega, de Valladolid, el Salón del Conservatorio, junto con el pintor granadino José Contreras Muñoz, el techo del palacio de los duques de Santoña, el del madrileño Teatro de la Comedia o el del Café de Madrid, entre otros.

   Fue su producción muy extensa e ilustró un gran número de obras, de entre las cuales citaremos Recuerdos y bellezas de España, Historia de Zumalacárregui, Crónica del viaje de la reina a Andalucía, Historia de las órdenes de caballería,...También era colaborador de periódicos y revistas como La Ilustración Española y Americana, Semanario pintoresco, Gil Blas o Arte en España.

   Durante el reinado de Amadeo y debido al aprecio que se le tenía, tanto por su arte como por su persona, se le concedió la Gran Cruz de la Orden Civil de María Victoria.



   Tras padecer una penosa enfermedad, falleció el diecinueve de febrero de 1882, concurriendo a su entierro gran cantidad de escritores y artistas, lo que demostraba el cariño que despertó entre sus coetáneos.

   De sus cuadros al óleo podemos destacar Estudio de una cabeza o Alegoría del Quijote. De sus acuarelas Alegoría de la prensa o Paisaje de Rascafría. De sus litografías Retrato de Mariano Cardedera o Vista de Tetuán.

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Málaga - 2016

   

domingo, 25 de diciembre de 2016

BARTOLOMÉ DE CASTRO MORALES. UN CURA MALAGUEÑO EN CHARCAS, BOLIVIA.

      El Dr. D. Bartolomé de Castro y Morales nació en la ciudad de Málaga, calculamos que alrededor de 1695, pues el documento usado no da esa información, así como tampoco nos dice el nombre de sus padres.


   El seis de septiembre de 1710 ingresa como colegial en el Seminario de Málaga por nombramiento del Obispo, fray Francisco de San José Mesía de Portocarrero, siendo ordenado como presbítero el veinte de febrero de 1717, tras cursar satisfactoriamente todos sus estudios.

   Una vez ordenado le envía el obispo fray Manuel de Santo Tomás y Mendoza a prestar sus servicios como cura y vicario a la plaza y presidio de Alhucemas el siguiente tres de marzo, con facultad para administrar la absolución de casos reservados y estudiar absolver aquellos casos denominados ocultos y/o secretos que correspondiese al obispo darles la absolución pero que por lo difícil y la tardanza en resolverse los recursos no fuere conveniente retrasarlos.



   Una vez en la plaza, el Veedor y Contador de ella y del presidio, D. José de Casares y Moreo, le formó asiento y certificando su asistencia al culto divino, la administración de los santos sacramentos, visita a los enfermos del hospital como administrador de él que era y todo ello con el mayor aseo y limpieza y mostrando gran celo y atención por los pobres, sobre todo cuando la guarnición padeció la gangrena, estando pendiente noche y día de su cuidado y atención sanitaria y médica. Así mismo, mediaba impartiendo orden y mediación en las pendencias entre los soldados, distribuyendo, además, limosnas entre las familias necesitadas.

  Poco después, el veintiocho de julio de 1721, el cabildo de Málaga, que se hallaba en ese momento vacante, lo promocionó al curato y vicaría de la plaza y presidio del Peñón de Alhucemas y su jurisdicción, con las mismas atribuciones que ya ejercía.

   Habiéndose huido de la plaza once presidiarios al campo de los moros –por no poder hacerlo a España-, salió D. Bartolomé en su busca y hallándolos los redujo a su obediencia, consiguiendo que volvieran con él a Alhucemas. Así mismo, en esas fechas, consiguió llevar a la plaza un retablo para el altar mayor de la iglesia, ayudando de esta manera a su reedificación, que se hallaba muy maltrecha.
   Su actividad y celo en el cumplimiento de sus obligaciones para la mejora de la plaza, no pasaron inadvertidas y así, el veintitrés de septiembre de 1728, el marqués de Verboon alabó en un informe la eficacia de sus trabajos, destacando la reedificación de la iglesia, la excelente administración del hospital, el atento cuidado de los enfermos, sobre todo cuando la epidemia de la gangrena, de la cual incluso enfermó.

   Otros individuos certificaron también la excelente gestión de los asuntos a él encomendados, como fueron el coronel D. José de Etayo y Luna, alcaide, gobernador y justicia de dicha plaza y presidio, y el teniente coronel D. Gonzalo López Páez, justicia mayor interino de la plaza y fuerzas del Peñón.

   A pesar de sus múltiples obligaciones, encontró tiempo para seguir avanzando en sus estudios y fruto de ese esfuerzo, el catorce de julio de 1732 obtiene el título de Doctor en sacra teología por la universidad de Osma.

   El doce de febrero de 1734 pasa al ejército de expedición de Italia como uno de los capellanes del hospital real de campaña, por nombramiento de D. José Campillo, intendente general de marina y del ejército de Italia, acudiendo a cuantos lugares se le asignaron y dado su buen obrar, piedad y celo en la asistencia a enfermos y heridos y en la administración de los santos sacramentos, durante el transcurso de la batalla de Bitonto, el vicario general de aquel ejército le confirió las más amplias facultades para el ejercicio de su ministerio espiritual y humano en dicho ejército, lo cual fue ratificado nuevamente por el expresado vicario general el veinte de febrero de 1736.

Obelisco conmemorativo de la victoria española en Bitonto
   Tras esto pasó a la ciudad de Capua, donde siguió ejerciendo su trabajo con el mismo celo y dedicación con los enfermos, siendo notorio y celebrado el cuidado, asistencia y caridad para con estos, aun cuando toda esta actividad le había supuesto muchas fatigas, incomodidades, padecimientos y enfermedades, como consta por las certificaciones emitidas por el Teniente General duque de Castropiñano, el cual por otro certificado de primero de septiembre de 1736, confirmaba que D. Bartolomé comenzó a servir en las armas del rey ingresando como capellán del hospital real de campaña desde el primero de marzo de 1734, en los destacamentos que se hallaban a las órdenes del marqués de la Mina, hallándose en la batalla de Bitonto del veinticinco de mayo de dicho año, pasando después a prestar sus servicios al duque de Bari durante el sitio y toma de la plaza de Pescara el cuatro de agosto de 1734.

   Tras todos estos años de servicios al rey y a la iglesia, decidió ampliar horizontes desarrollando su carrera en Indias, de modo que habiéndose enterado que se hallaba vacante el deanato de Michoacán, en Nueva España, solicitó la dicha plaza, pero debido a la gran competencia no le fue concedida lo que hizo que permaneciera atento a cualquier oportunidad que hubiera, lo que ocurrió cuando tuvo noticia de la existencia de vacante en la catedral de Charcas (actual Sucre) y así, el cuatro de marzo de 1739 consiguió ser propuesto en segundo lugar para una ración de la catedral de Charcas, en el Perú, pero no debió prosperar y hubo de esperar varios años para que se la concedieran.




   Por fin, el veintinueve de enero de 1745, el rey le expide certificado de posesión de la ración en la provincia de Las Charcas.

   No tenemos datos de a que se dedicó hasta 1749, pero si sabemos que para el primero de febrero de ese año ya se hallaba en posesión de dicho puesto de racionero y en disposición de tomar barco en Cádiz para partir hacia Ultramar, en el navío que partía a Buenos Aires a mediados de ese mes de febrero de 1749, contando ya más de cincuenta años de edad.

   Su nombre aparece citado en la página 134 del volumen IV de la obra Historia de la iglesia en La Plata: Obispado de los Charcas,1553 -1609, Arzobispado de La Plata, 1609-1825, de Julio García Quintanilla.

   Y aquí perdemos ya toda la pista de este cura malagueño.

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viernes, 23 de diciembre de 2016

EL NEGRO MERI, JOSÉ CARLOS DE LUNA Y EL DIVÁN DE PONCE

   El Diván de Ponce fue un local de Málaga perteneciente a lo que hoy llamamos sector de la hostelería. Era un café-bar que se hallaba ocupando local en dos edificios de la Alameda, pero que tenía también entrada por la calle Martínez. 

   Sabemos que dicho establecimiento existía desde, al menos, 1878 -como botillería-, ocupando un local que ocupaba el número seis de la Alameda, que en 1878 abarcaba los número seis y ocho de la dicha Alameda y que en 1894 estaba solo en el número cuatro, con salida a calle Martínez, en lo que hoy es el número veintidós de esta calle y que con posterioridad quizás fue el que se llamó Negresco.

   No hay demasiadas noticias de este local, pues ni siquiera viene mencionado en el libro Cafés de Málaga (...y otros establecimientos), de D. Francisco Bejarano Robles.

   Leyendo el otro día un periódico de hace unas cuantas décadas, del veintinueve de mayo de 1963 para ser exactos, me topé con un artículo que lo mencionaba y no puedo dejar de transcribir la parte de el relativa al Diván de Ponce.

   Se trata de un artículo escrito por D. José Carlos de Luna.



   D. José Carlos de Luna fue un escritor malagueño que nació el año de 1890 y que acabó sus prolíficos días en 1964, en la capital de España. 

   Ingeniero de profesión y enamorado de Cártama, desarrolló una pródiga carrera literaria de fondo popular y con grandes dosis de andalucismo, así como con ciertos recuerdos a Lorca y a Villalón. 

   Escribió ensayos de temática andaluza, comedia andaluza y algunos libros de poesía, como El café de Chinitas o El Cristo de los gitanos. Escribió mucho sobre Málaga y sus pueblos.

   También era colaborador asiduo de algunos periódicos y precisamente en uno de sus artículos -el arriba reseñado- menciona al café llamado Diván de Ponce. 

   Dicho artículo, que como no podía ser de otra manera hablaba de Málaga, nos sitúa en los primeros años del siglo XX, tal vez los últimos de XIX, en el entorno de la Acera de la Marina y la Alameda, y es el siguiente:

   "...En los recuerdos de mi ya remota niñez sobrenada el de un negro, el primero que vi en mi vida y que aun tengo por molde o patrón de todos los negros. Comprendo que esto es absurdo; pero ¡cuantos absurdos son meta en muchas carreras de olímpica brillantez!

   Aquel negro se llamaba o le decían "Meri"; de edad indefinida, el pelo en pasitas blancas como zalea de abortón; los ojos amarillentos, y la complexión agigantada. Su oficio de limpiabotas, lo ejercía con prestancia y decoro en la Alameda Principal, de Málaga, en una de cuyas cabeceras instalaba su "establecimiento": un alto sillón tapizado de peluche granate al que se subía por una gradilla de tres pasos alfombrada de moqueta. Para "ejercer" embutía el negro corpachón en una butaquita de bejuco.

   Su clientela, numerosa y distinguida, le pagaba espléndidamente, y los domingos y fiestas de guardar, el negro "Meri", vastido con un chaqué colipato y bombín de color canela, oía misa en la parroquia de San Juan; luego pasaba todo el día y las primeras horas de la tarde en la taberna del "chato Bueno", y ya encendidos los municipales faroles de gas, el negro "Meri", dignamente "ajumao" se trasladaba al sitio de su industria, y en la misma puerta del "Diván de Ponce" "intentaba" "sacar la piedra".

   ¿Ustedes no saben que eso es un danzón? Pues si; un danzón de negras remembranzas que "Meri" ejecutaba con minuciosidad de rito, acompañándose los pasos y cambios con una armónica que el tocaba entre estrofa y estrofa de la letra que la muchachada malagueña coreaba con muy cordial entusiasmo:

   "Padre mío San Antonio - padre mío San Pascuá - esta piedra está muy jonda - y no la puedo sacá - ....."

   Si en tiempos del "negro Meri" el Derecho Internacional hubiera definido "eso" del área geográfica, nadie tendría más ni mejores títulos que aquel para exigir la que, desde sabe Dios cuando, era su lugar de acción, de relación, de trabajo, de copas, de danzas,...

   En fin; todo el solar entre lo que fue la Acera de la Marina y la calle del Ancla, y la botica de Caffarena, las casas uno y tres de la mencionada Alameda, y el extremo oriental de esta, comprendidas la fuente y la estatua del marqués de Larios.

   La "figurativa" concesión poco habría obstaculizado el avance urbanístico, y sería un recuerdo colorista y una singular enseñanza la del "negro Meri", queriendo "sacar la piedra" todos los domingos y fiestas de guardar, correctamente vestido y ajumado. Esa piedra que los negros libres y autónomos de hogaño tal vez no lleguen a sacar nunca.

                                                                                J. C. de L. "

 Si alguien está interesado en saber algo más sobre el "negro Meri", puede leerlo en 

   http://documents.mx/documents/el-negro-meri.html


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miércoles, 21 de diciembre de 2016

LA TRAGEDIA DE CASA FUERTE. BEZMILANA, BENAGALBÓN. MAYO DE 1910

  Noticia aparecida en la prensa, en junio de 1910:

   "En los primeros días del mes de Mayo, se desarrolló en el puesto de carabineros del castillo de «Casa Fuerte» en el término del Rincón de la Victoria una horrible tragedia de la que resultaron víctimas el cabo de carabineros Nicolás Gorjón herido gravemente y su esposa que resultó muerta.

   El autor de la muerte y heridas Adrián Tornero, huyó, refugiándose en la sierra donde ha permanecido oculto alimentándose de lo que le daban los caminantes, 34 días. El día 8 del corriente el director de «La Unión Mercantil» D. José Navas Ramírez, recibió una carta de Tornero, en la que le daba cuenta de su precaria situación y pedía socorro para su esposa. La carta estaba fechada en el cerro de Santo Pita y aparte de la idea de justificar la acción cometida, se veía en ella el deseo de que le prendieran, pues su vida errante y de martirios le había cansado. Al día siguiente, Tornero, desesperado sin duda, se presentó al guarda jurado Juan Anaya.



   Este se hallaba la noche del día 9, como de costumbre, vigilando la finca de Santa Cristina, cuando vio acercarse á un hombre que hacia él se dirigía. Al acercarse, reconoció en él al carabinero Tornero.

   Al aproximarse al guarda le dijo que no tuviera cuidado que él no le hacía daño á ningún paisano. Después de un gran rato de estar hablando con el Anaya, Tornero se convenció de que lo que debía hacer era entregarse. Entonces el guarda, que sabía que Tornero no se entregaría de ningún modo á la fuerza armada, le dijo que el llamaría á dos caballeros que harían en su favor todo cuanto pudieran, y estas manifestaciones decidieron por completo al carabinero á entregarse.

   Inmediatamente Juan Anaya se dirigió en busca del médico de Benagalbón D. José García Saenz-Diente, que en unión del Alcalde de dicho pueblo D. Francisco Castellano, del secretario D. Juan Sal azar y del alcalde del Rincón D. Antonio López, salieron hacia el sitio donde se encontraba Tornero. Cuando se encontraban distantes de Tornero Linos diez metros, éste tiró la tercerola, abrazando y besando á dichos señores.

   Merecen grandes elogios y son acreedores a una recompensa el guarda Anaya y los antedichos señores, que con exposición de sus vidas, han evitado nuevas desgracias y han ayudado eficazmente á la acción de la justicia en este triste y célebre suceso.

   El desgraciado Tornero se hallaba, cuando fue detenido, en un estado que horrorizaba. En su rostro se podían apreciar las necesidades y miserias sufridas durante los días que se hallaba oculto. Aseguran las personas que lo conocían bastante, que uno cualquiera de sus compañeros podía haber pasado junto á él, sin haberlo reconocido.

   Se encontraba casi desnudo. La cueva donde permaneció escondido se halla en la cumbre de un monte. Para penetrar en ella precisa arrastrarse por el suelo. Delante de la cueva hay un árbol que da mayor defensa á la persona que en ella se oculte. Los cuatro días que llevaba escondido en la cueva desde su regreso de la provincia de Granada, salía todas las noches paseando por el Rincón de la Victoria.

   Una de las noches estuvo en el mismo cuartel de carabineros, y encañonó desde una de las ventanas al cabo de dichas fuerzas, pero lo pensó mejor y se retiró de aquel sitio sin hacer daño á nadie. Varias veces ha tenido ocasión el carabinero Tornero, durante su huida, de hacer algunas víctimas."

NOTA:


   Hasta 1949 el municipio era Benagalbón, pero al perder relevancia este pueblo en favor de Rincón de la Victoria, se trasladó a este último la administración municipal.


AUTOR DEL ARTÍCULO: Francisco José Lapeira

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martes, 20 de diciembre de 2016

CATASTRÓFICAS LLUVIAS EN COÍN (MÁLAGA). OCTUBRE DE 1831.

   Las horas transcurridas entre las diez de la noche once a las siete de la mañana del doce de octubre de 1831, fueron recordadas durante bastante tiempo por los habitantes de la localidad de Coín y sus alrededores, pues una terrible tormenta se cebó con la población y sus consecuencias fueron devastadoras en lo material y, lo más trágico, con el triste saldo de la pérdida de vidas humanas, que nada pudieron hacer ante la furia desatada de las aguas que arrasaron todo cuanto a su paso encontraron. 

   Tan grande fue la catástrofe que incluso se anunció en la Gaceta de Madrid, de la siguiente manera:

   "Coín, 11 de octubre

   Anoche nos vimos aqui con la mayor confusion y terror.


  Una horrorosa tormenta, que principió á las diez de la misma, con unos aguaceros fortisimos, tronadas y algunos rayos, puso á la poblacion consternada. Desencadenadas las aguas del que llaman el Nacimiento, con los torrentes que se desprendian de los montes y valles que dominan á esta villa, se precipitaron en la poblacion por multitud de partes, y despues de destruidas todas las huertas, sin que haya ejemplo igual, arrebató arboles, tierras y animales y cuanto encontraba, quedando con esta inundacion general destruidas las calles y parte de las casas, arrebatando muebles, y lo mas doloroso, á varias personas, que sorprendidas de las aguas, fueron víctimas de la inundacion. Se cuentan ya ocho cadaveres hallados sin otros que no se encuentran.

   Los molinos han sido algunos arrebatados con sus habitantes. Son indecibles é incalculables los daños causados por la tormenta mas tenaz que se ha conocido, y habiendo durado hasta las siete de la mañana, aunque ahora continua con mas lentitud. Los caminos se hallan cortados e intransitables, y se duda pueda salir el correo."

nn

CURIOSO CASO ACONTECIDO EN GUARO (MÁLAGA) EL AÑO DE 1816

   Interesante noticia aparecida en la Gaceta de Madrid, relativa a la práctica de las cesáreas y a la decisión de hacerlas cuando no haya un médico o cirujano disponible

Escudo de la Villa de Guaro en esa época
   "Guaro, obispado de Málaga, 26 de Febrero.

   Atendiendo á los graves males que con frecuencia se originan de no resolverse los curas ú otras personas, á falta de cirujanos ó medicos, á practicar la operacion cesarea; y queriendo evitar los peligros. ciertos de alma y cuerpo que se siguen en omitir por falta de pericia ó de resolucion la diseccion de la madre y extraccion de los fetos en los frecuentes casos de morir las madres en el parto, hace que sea conveniente publicar lo acaecido en esta villa, para que á su egemplo se estimulen otros á practicar lo mismo.

   Rosalía Ruiz, natural y vecina de esta villa, muger de Juan Carabantes, de edad de 22 años y al noveno mes de su embarazo, se sintió el 21 de Enero de este año acometida de una enfermedad, que agravandose desde luego con alferecia y delİrio, la puso á las puertas de la muerte. El médico mandó al momento se le administrasen los auxilios espirituales Se Ie absolvió condicionalmente y se le dió la extremauncion, verificandose la muerte á poco tiempo.

   EI cura ecónomo de esta villa D. Juan de Lara tenia ya prevenido á Juan Dominguez Palma, maestro de barbero, para que en el caso de morir la madre la abriese y extragese la criatura, como lo hizo felizmente salvando á dos hermanos niños, que recibieron el bautismo. El uno vivió algunas horas y el otro, á quien se le puso por nombre Ramon Nonato se cria muy robusto.

   La oportunidad con que se hizo la operacion, el acierto de un hombre que jamas se habia visto en estos casos, y eI feliz resultado de las diligencias practicadas por el Cura parroco, hacen digno de que se publique este hecho, para que en iguales circunstancias todos se resuelvan á cuidar de unas criaturas que necesariamente moriran á no practicarse esta operacion en las madres.

   Ningun otro cuidado debe llamar mas la atencion de la humanidad que el que saIgan á luz y reciban el bautismo santo unas criaturas, á quienes la naturaleza próvida con todos parece que los abandona al amor y piedad de sus semejantes.

   El dolor de los padres en estas ocasiones, la zozobra que á los circunstantes embaraza, la falta de cirujanos ó medicos que hagan la operacion, la dificultad y gastos de traerlos de otras partes, y la premura con que se presentan estos casos, impiden ordinariamente la diseccion de la madre, y causan infaliblemente la muerte de los infantes; pero en bien del estado exige imperiosamente se remuevan tales obstáculos, y la religion reclama el zelo de los curas y de todos para que salven la vida de un hombre, cuya conservacion es de la mayor utilidad á la iglesia y á la patria."

El obispo de Málaga entonces era D. Alonso Cañedo y Vigil (1815 - 1825) He aquí su retrato


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lunes, 19 de diciembre de 2016

FIELATO DE ADUANAS PARA LA VILLA DE TORROX. 1852.

   Como vimos en una entrada anterior, la Villa de Nerja solicitó en el año de 1852 se le concediera tener la aduana de cuarta clase de que disfrutaba la cercana localidad de Torrox, lo que consiguió el primero de julio de 1850.

   La Villa de Torrox, localidad también muy industriosa y trabajadora, no debió encajar bien la pérdida de dicha aduana y los industriales y agricultores, con deseos de poder dar salida a los excelentes productos que el pueblo producía, así como poder dar entrada a productos del exterior, reunidos con su Ayuntamiento, decidieron solicitar a la Reina que se instalase en esa localidad un fielato de aduanas, es decir, una oficina del Estado donde cobrar los impuestos de entrada y salida de mercancías, lo que ciertamente redundaría en un beneficio para Torrox y sus habitantes.



   Dicho fielato, proponían los solicitantes que se instalase en la rada del puerto, en el punto de la carga y descarga de los buques de cabotaje, es decir, el tráfico marítimo realizado a lo largo de la costa, especialmente el destinado a comerciar.

   Visto el expediente por las autoridades competentes en la materia, y conformes con lo manifestado por la Dirección General de Aduanas y Aranceles, determinaron aquellas conceder lo pedido por la Villa de Torrox y se ordenaba que para que pudiera llevarse a efecto, debía esa Dirección General nombrar a la persona que iba desempeñar el cargo del cobro de los impuestos pertinentes, dotándosele de un sueldo de cinco mil reales de vellón al año.

   Los gastos de la creación del fielato, el sueldo del empleado y los demás derivados del procedimiento y funcionamiento, serían abonados por el Ayuntamiento de la Villa de Torrox, debiendo abonarlos por trimestres adelantados a la Tesorería de la provincia de Málaga.

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domingo, 18 de diciembre de 2016

NERJA, 26 DE FEBRERO DE 1779. SOCORRO A NAPOLITANOS A LA DERIVA

A finales de febrero del año de 1779, se notifica desde Vélez-Málaga el siguiente suceso ocurrido frente a las costas de la villa de Nerja: 

Dicha villa nerjeña se hallaba en aquellos entonces distante como a cuarenta y una leguas de Vélez-Málaga, y ocurrió que el día 26 de febrero a las 9 de la mañana, estando la mar muy enbravecida y peligrosa, se observó una lancha grande acercándose a la playa conocida como de Burriana, en el término municipal de dicha villa, con cuyo motivo los que se hallaban en el lugar avisaron urgentemente a la Justicia, la cual acudió rápidamente al paraje acompañada de algunos individuos de tropa.

Una vez en la playa y con el objeto de practicar el reconocimiento correspondiente y salvar a desdichada la tripulación del riesgo cierto de naufragar al que se enfrentaban, ordenose varar el barco, y sin permitir el trato ni cualquiera otra relación alguna con los que venían a su bordo, se dieron las órdenes oportunas para albergarlos lo mejor posible en un paraje retirado de la misma playa, eso si, con guardias apostados para evitar que tratasen con nadie.

Carta marina de Nerja. 1850 
Eran quince hombres los desdichados que venían en la lancha y al ser requeridos acerca de su apurada situación, dijeron que eran la tripulación de un mercante napolitano, como la nacionalidad de los náufragos, y que navegando con una polacra cargada de aguardientes y otros varios licores con destino El Ferrol, provincia de La Coruña, resultó que la tarde del día veintcinco, a eso de la caída del sol, hallándose a la altura de Nerja, se toparon frente con tres embarcaciones bien armadas de moros, los cuales izaron una bandera Española, lo que les tranquilizó, pero una vez que los tuvieron cerca resultaron ser piratas moros, los cuales les acometieron disparándoles varios tiros, matándoles a uno de los tripulantes e hiriéndoles otro en un brazo, logrando escapar los quince restantes en el lanchón, con la mala fortuna de perderlo todo: barco, mercancía, dinero, efectos personales, un compañero,...sin poder salvar más que la ropa que llevaban puesta.

Informadas por la Justicia nerjeña las autoridades de Véle-Málaga y su Junta de Sanidad, determinaron estas que dicha tripulación napolitana permaneciera donde se les indicó y custodiados por individuos de tropa, socorriéndoseles en lo necesario y prestando la atención sanitaria al herido y que todo ello corriera por cuenta de la ciudad de Vélez-Málaga.

De todo ello se dio parte al Capitán General de la Costa de Granada para que este determinara las acciones ulteriores al respecto

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Málaga - 2016

miércoles, 14 de diciembre de 2016

CREACIÓN DE UNA ADUANA EN LA VILLA DE NERJA. JULIO DE 1850

El siglo XIX en Nerja comenzó manteniendo la inercia que tría del siglo anterior, en el que se produjeron importantes mejoras tanto en la ciudad como en su entorno, así como en su economía.

En la ciudad se acometen obras como el empedrado de sus calles, ampliación de edificios públicos, etc. En el campo y gracias a la mejora de las canalizaciones de riego, los resultados agrícolas fueron mucho mejores, dando como resultado un incremento de la productividad económica nerjeña, estimulando a su vez que se aumentara la producción industrial y se crearan nuevas industrias.

En estas circunstancias, no es de extrañar que las producciones de productos tradicionales del país como la harina, la miel y el azúcar alcanzaran notable éxito. Así mismo, se mejoró la explotación de las minas o se abrieron otras nuevas y toda esta producción.

Su población creció hasta los ocho mil habitantes y de aquí salieron algunos importantes individuos del mundo de la cultura.

Este éxito, este auge de la economía de Nerja se vio favorecido con la apertura de una nueva vía de comunicación con Málaga y con Almería, aunque no obstante había algo que la perjudicaba, lo que era el no contar con una aduana propia que facilitara las cosas tanto a los productores agrícolas e industriales como a los capitanes y patrones de buques y a los armadores.

El siglo XIX fue, como todos sabemos, un siglo bastante catastrófico para España y Nerja no fue una excepción, pues dicha ciudad fue viendo como poco a poco perdía peso económico. 

Desde luego no fue una cosa de un día para otro, no, fue algo lento pero constante, comenzando por la mala gestión que realizaron los gobiernos de Carlos IV, continuó con la terrible Guerra de la Independencia y se certificó con el reinado del traidor Fernando VII.

No obstante esto, el empeño y laboriosidad de los nerjeños, logró mantener, mejor o peor, la capacidad productiva y exportadora y ante las dificultades para rentabilizar mejor sus producciones comprendieron que tener la aduana en esa ciudad les reportaría un gran beneficio, de modo que varios vecinos labradores solicitaron a la Reina Isabel II la traslación de la aduana existente en Torrox a su ciudad y tras una serie de gestiones, tiempo -y suponemos que dinero- obtuvieron dicha traslación, así como la capacidad de gestionar la recaudación correspondiente al sello del peso de los registros.

Carta marina de Nerja. Hacia 1850
Texto publicado en la Gaceta del primero de julio de 1850:

Ilmo. S r.:

Enterada la Reina (Q. D. G.) del expediente remitido por el Inspector de Aduanas y Resguardos del distrito de Málaga, en que se pide por varios vecinos labradores de la villa de Nerja la traslación á dicho punto de la Aduana de cuarta clase que actualmente existe en el de Torrox; comprobados como aparecen los inconvenientes y perjuicios que, tanto á los recurrentes cuanto á los capitanes y patrones de buques, irroga la situación topográfica dé la referida Aduana, á fin de facilitar la exportación de frutos del pais, ofreciendo á la vez la mayor seguridad á aquellos; de conformidad con lo manifestado por esa Dirección general, S. M. ha tenido á bien acceder á la pretensión, puesto que esta medida no debe producir gastos ni gravar el presupuesto, mandando se lleve á efecto la expresada traslación, que dispondrán, con las precauciones necesarias, el Gobernador, Inspector de Aduanas y Comandante del Resguardo de dicha provincia; y que para completar las ventajas que se proponen y son de esperar de la traslación, se trascriba esta resolución al Ministerio de la Gobernación del Reino, á fin de que, no habiendo inconveniente, se sirva dar las órdenes oportunas que autoricen al Administrador de la Aduana de Nerja á certificar y exigir el valor del sello correspondiente al peso de los registros que previene la Real órden de 12 de Diciembre último; si bien remitiendo periódicamente al de Correos de Velez-Málaga las cantidades que recaude por el indicado concepto, porque asi se evitará á los capitanes y patrones de buques el tiempo y desembolsos que emplean en busca de aquel requisito.

De Real órden lo digo á V. I. para su inteligencia y efectos correspondientes. Dios guarde á V. I. muchos años.


Madrid 1.° de Julio de 1850. = Sr. Director general de Aduanas y Aranceles.

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Málaga - 2016

martes, 13 de diciembre de 2016

TERRIBLES INUNDACIONES EN MÁLAGA. SEPTIEMBRE DE 1661

En septiembre del año de 1661 ocurrió en Málaga algo que hoy día nos da más que miedo, molestia, pérdida de bienes de equipo mayormente, pero nunca pánico ni muerte -salvo excepciones lamentables-, habida cuenta de como están hoy en día equipadas las ciudades. Nos referimos a las grandes lluvias y las posteriores inundaciones.

Pero esto mismo, en un año como 1661, suponía una auténtica tragedia. Primero por la pérdida de vidas humanas, luego por la pérdida de lo poco que la mayoría de la gente tenía y por el desastre que provocaba en la ciudad y su economía.

Para conocimiento del lector, aquí dejamos la crónica de una inundació catastrófica: la del 22 de septiembre de 1661.

Jueves 22  -de septiembre de 1661-, entre las siete y las ocho de la mañana, se obscureció el cielo con tan densas, y denegridas nubes, que cubriendo por toda la circunferencia del Orizonte de la ciudad de Malaga, davan indicios de la ruina que la amenaçava.

Vista de Málaga hacia 1600
A las nueve dieron principio truenos, y relampagos, y començo a llover con tanto ¿impiro? que ni los texados podían encaminar las aguas por los canales, ni las calles desaguar los raudales que las ocupavan. Esto duro hasta mas de las doze del dia, a cuya hora crecieron demasiadamente los Arroyos que baxan del cerro de Gibralfaro y anegaron las casas que ay en las calles de sus corrientes; las quales juntandose con las del Guadalmedina  que baxan de los cerros de Casa Bermeja, y cuesta de Zambra, rompieron el puente de madera, que estava enfrente de la Puerta Nueva, la llenaron, y atravesaron en el ojo mayor del Puente de piedra (fabrica de los Fenices sus antiquissimos fundadores) y haziendo alli alguna represa, cobraron las aguas tanto vigor, y fuerça, que rompieron el Puente, con sus dos Torres, y muros,  y la llevaron al mar.

Finalmente las aguas se llevaron las casas que ay desde la Huerta de las Tres Cruzes, hasta la Puerta del Matadero, sin que quedasse memoria de tales edificios. Rompieron assimismo la Muralla, y Torreones de la Puerta Nueva, y por ella entraron en la Ciudad, anegando las calles de San Juan, Santo Domingo, la de las Camas, y la Nueva,  la Puerta del Mar, la Ropa-Vieja, y la calle de la Esparteria: y fueron subiendo por toda la Ciudad, y anegaron muchos de sus barrios y en la calle de San Juan llego el agua a besar el hollado de los segundos altos de las casas, y una de ellas fue la de Don Alvaro Queipo de Llanos y Valdes, Governador en la dicha Ciudad.

Anegose la calle de los Almacenes, y se perdio toda la ropa, vino, passa, almendra, azeyte, lana, y otros muchos frutos, y mercaderias que en ellos estavan almacenadas.

Por la parte de las Huertas de las Monjas entraron las aguas, y  derrivaron las casas que ay hasta el barrio de las Ollerias, y anegaron la calle de la Victoria, la del Conde de Puerto-Llano, el barrio de la Merced, las calles de los Alamos, de Granada, y de Santa Maria, los barrios de La Goleta, Carreteria,  los Marmores, el Perchel Alto, y el Convento, y barrio de San Andres.

Málaga y su puerto
Muchas de las personas de aquella Ciudad, huyendo del impetuoso rigor de las aguas, que ya inundavan por partes los segundos altos de las casas, se subieron a las açoteas, y texados de ellas, y desde alli clamando con gemidos, y llantos al cielo, y contestandose a vozes, pedian a Dios perdon por sus pecados, hacian Actos de contricion, y otras muchas demostraciones de penitencia.

Y estando con esta congoja, y angustia, sucedio hundirse las dichas casas, y quedar algunas de aquellas personas sepultadas entre las ruinas de los edificios, y las otras ahogandose eran conducidas de las aguas a las del profundo Mediterraneo.

Ceso la tormenta a las 3. de la tarde, y a las 5. se desaguaron las calles: y se repartieron muchas limosnas por parte del Obispo de aquella Ciudad, y del Conde de Toreno, su Governador, a los pobres que se hallaron vivos en las casas inundadas: y se dio principio a sepultar los difuntos, a limpiar el ¿arquin? de los Templos, Plaças, y Calles, y a sacar la leña, y arboles que ellas avia dexado la inundacion.

Quedaron con esta tormenta mas de 1600. casas arruinadas, y otras 3000. tan atormentadas, que casi todas estan amenzado de ruina. Los muertos pasan de 2000. y las haziendas que se han perdido se valoran en mas de tres millones. N. Señor nos de buena muerte y perdone los difuntos. Amen.

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Málaga - 2016

domingo, 11 de diciembre de 2016

COSAS DE MÁLAGA EL 29 DE FEBRERO DE 1856

El veintinueve de febrero de 1856 vinieron reflejadas en la prensa local de la capital malagueña las siguientes noticias:

1ª- Como á las siete de la noche del miércoles, y estando llena la plaza de la Constitución de un inmenso gentío, salió de las antiguas Casas Capitulares una procesión patriótica para llevar al teatro el retrato del Duque de la Victoria. La formaba los señores gefes y gran número de oficiales de la Milicia Nacional y algunos señores concejales con el señor alcalde primero constitucional, todos con cirios. Iba una banda de música, y de escolta la guardia de sargentos que la había dado en el principal desde la noche anterior. Al salir el retrato desde las Casas capitulares el señor alcalde primero dio un viva al Duque de la Victoria, que fue repetido con entusiasmo por la multitud.

D. Joaquín Baldomero Fernández-Espartero Álvarez de Toro, I duque de la Victoria
Ordenada así la procesión, y llevado el retrato por dos señores concejales, siguió por calle de Granada, plaza de Riego y calle de Álamos al teatro, donde se colocó el retrato en el palco de la presidencia, en cuyo acto el señor alcalde dio nuevos vivas a la Reina constitucional, al Duque de la Victoria, á la Libertad y á la Milicia nacional.

El teatro estaba bien iluminado y concurrido. Se tocaron himnos patrióticos y se arrojaron palomas y composiciones poéticas al Duque.

En todas las calles por donde transitó la comitiva bajo una concurrencia numerosa que apenas dejaba libre el paso; y á pesar de esto ni el mas pequeño grito, ni la mas leve demostración, ni el menor incidente vino a turbar el acto, pues todo fue alegría, satisfacción y orden.

La función de teatro concluyó á las once de la noche.

Así se han celebrado en esta ciudad los días del Duque de la Victoria.

2ª- Anteayer al pasar por Puerta Nueva un forastero, vió á otro que estaba parado, y sujetándolo por la chaqueta empezó á pedir auxilio, diciendo que aquel hombre era un asesino de Benamargosa, creemos decía, había dado muerte á un cuñado del que lo sujetaba. El acusado á su vez empezó á decir a su acusador que estaba borracho, y echándola de chistoso se reía del lance con la mayor serenidad.

Esta escena la presenciaban varios hombres, que no le daban importancia, é indudablemente el presunto reo se hubiera ido si, D. Manuel Díaz, individuo de la compañía de granaderos del primer batallón de Milicia nacional, viendo la formalidad del acusador, no hubiese detenido al acusado mientras el primero iba en busca de un guardia civil.

Calle de Puerta Nueva (en una época más moderna)
Acertó á pasar el Sr. Prolongo, de la compañía de cazadores del primer batallón de nacionales, y con su ausilio ya se detuvo mejor al preso interín vino un guardia civil, que lo condujo á S. Agustín con el ausilio del Sr. Prolongo.

En efecto, parece que el tal nene estaba ya reclamado como autor del asesinato del que se le acuaba, y por lo tanto, nos dicen, fue llevado á la cárcel.

Débese este servicio en mucha parte al Sr. Díaz, sin cuya intervención en los primeros momentos es casi seguro se hubiese fugado el criminal.

3ª- Después de haber carecido esta población de pescado por tres o cuatro días a causa del mal estado de la mar, ayer empezó á haber, pero tan barato que hubo vendedor que rompió la venta de boquerones á ¿x? reales le libra. ¡Qué tal! Y eso que esta el la tierra de María Santísima, como se dice!

Marengo vendiendo pescado
4ª- En uno de los sueltos de la Gacetilla de ayer, manifestamos el número de panes que habían repartido á los pobres algunos cuerpos de la Milicia Nacional y digimos que los batallones habían hecho igual distribución en relación ´al fuerza de que constaban. 

No ha sido así respecto de todos.

Milicianos nacionales de 1836
Cierto es que el segundo batallón repartió mil panes, y cuatrocientos el de artillería, pero el primero ha destinado á otros objetos patrióticos la cantidad que había destinado á aquel.

Lo que haya podido hacer el tercer batallón lo ignoramos.

5ª- De la iglesia de religiosas Capuchinas han sido sustraídas en estos últimos días algunos objetos. 

Últimamente se han llevado un cuadro como de media vara de una Dolorosa pintada al óleo. 

Si por acaso hubiese ido á parar a monos de alguna persona piadosa, ya sabe que dicha imagen ha sido sustraída de la iglesia.

Este convento, situado en calle Huerta del Obispo, en las cercanías del LLano de Doña Trinidad, fue quemado a las 05:30 horas del 12 de mayo de 1931. En el se hallaban enterrados los restos de los marqueses de las Navas. Se profanaron las tumbas y los restos se arrastraron por las calles, con gran algorozo por parte de los allí congregados. Las monjas se salvaron de milagro y hoy dicho convento no existe. 

IHPMalagueñas
Málaga - 2016