Hijo de una familia modesta, nació en la ciudad de Málaga el quince de agosto de 1821 y desde niño dio muestras de que su camino en la vida iba a ser el dibujo, aunque al principio le costó más de un disgusto, pues su madre bien que le regañaba y castigaba por dejar muestras de su vocación en las paredes de la casa paterna y en la de los vecinos.
Tras los años de colegio y aprendizaje en el arte del dibujo y la pintura en su Málaga materna, con poco más de veinte años marchó a la capital del reino, donde empezó a darse a conocer en revistas como Iconografía, de Valentín Cardedera y Solano, y en Los viajes de Fray Gerundio, de Modesto Lafuente y Zamalloa, así como en columnas de periódicos ilustrados de la capital.
Habiéndose presentado a las oposiciones a profesor de la Escuela de Bellas Artes, obtuvo su ingreso tras aprobar el tres de septiembre de 1857 las oposiciones, estando desempeñando su profesorado hasta que al declararse la guerra a Marruecos y pensando que a la par de servir a España podría obtener trabajos pictóricos de aquella lucha, se alistó como soldado, siendo destinado al regimiento de infantería Zamora Nº 8, siendo agregado al cuartel general de D. Leopoldo O´Donnell, aunque tuvo ocasiones sobradas de demostrar su valentía y arrojo en el combate, tanto que incluso obtuvo la cruz pensionada de María Luisa y la cruz de San Fernando.
Durante el tiempo que duró la campaña trabó amistad con el accitano D. Pedro Antonio de Alarcón Ariza, colaborando con el realizándole dibujos para su obra Diario de un testigo de la Guerra de África, así como también realizó dibujos para la obra Crónica de la Guerra, del gaditano D. Emilio Castelar Ripoll, y para el Atlas que editó y publicó el Depósito de la Guerra.
Una vez terminado el conflicto, regresó D. José a Madrid, dedicándose en cuerpo y alma al trabajo, sobresaliendo en disciplinas tales como el género histórico decorativo, siendo testigo de ello las pinturas de los techos del palacio de la Presidencia del Consejo de Ministros, del Teatro Español, del café Fornos y otros entornos frecuentados por la aristocracia de la Villa y Corte.
Al habérsele encargado la organización e instalación de una de las secciones de la Escuela de Artes y Oficios de Madrid, estuvo viajando por Londres, París y Bruselas tomando buena nota de como estaba el tema en las capitales europeas, resultando de gran provecho su viaje, pues lo que vio y aprendió lo puso en práctica en la cátedra de que se hizo cargo.
Fue elegido vocal del jurado para las exposiciones artísticas que se celebraron en Madrid en los años de 1864 y 1866 a la vez que seguía realizando con acierto y mérito su trabajo, del que cabe destacar el techo del teatro Lope de Vega, de Valladolid, el Salón del Conservatorio, junto con el pintor granadino José Contreras Muñoz, el techo del palacio de los duques de Santoña, el del madrileño Teatro de la Comedia o el del Café de Madrid, entre otros.
Fue su producción muy extensa e ilustró un gran número de obras, de entre las cuales citaremos Recuerdos y bellezas de España, Historia de Zumalacárregui, Crónica del viaje de la reina a Andalucía, Historia de las órdenes de caballería,...También era colaborador de periódicos y revistas como La Ilustración Española y Americana, Semanario pintoresco, Gil Blas o Arte en España.
Durante el reinado de Amadeo y debido al aprecio que se le tenía, tanto por su arte como por su persona, se le concedió la Gran Cruz de la Orden Civil de María Victoria.
Tras padecer una penosa enfermedad, falleció el diecinueve de febrero de 1882, concurriendo a su entierro gran cantidad de escritores y artistas, lo que demostraba el cariño que despertó entre sus coetáneos.
De sus cuadros al óleo podemos destacar Estudio de una cabeza o Alegoría del Quijote. De sus acuarelas Alegoría de la prensa o Paisaje de Rascafría. De sus litografías Retrato de Mariano Cardedera o Vista de Tetuán.
IHPMalagueñas
Málaga - 2016
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