sábado, 26 de junio de 2021

EL ARROYO DE LAS CAÑAS, POR NARCISO DÍAZ DE ESCOVAR.

    Esto que traigo hoy, es un chascarrillo escrito por el cronista malagueño NArciso Díaz de Escovar, en 1921.

   Esperamos que lo disfruten.

El Arroyo de las Cañas

— Compare, quié osté icirme aonde van tantas jembras barbianas, contoneando sus cuerpesillos y con esas caras do Domingo de Resurrecsión

   Esta pegunta me hizo en Málaga, en un día do Pascuar de Navidad, un banderillero de la cuadrilla del Rubito de Utrera, que me había recomendado un antiguo amigo mío, ganadero lie Sevilla, para quo lo defendiese en cierto lío de curia, por mor do unas faldas, adonde sus pecadillos lo llevaron. En pocas frases, lo contesté:

—Esas barbianas, como usted dice, van al arroyo do las Cañas.

—¿Y por aónde corre ese arroyo tan favoreció?

—No lejos del Camino de Olletas, y muy cerquita del Guadalmedina, de ese río que siempre está seco y que cuando dice allá voy nos hace pasar á los malagueños la pena gorda. Ese arroyo, y su compañero el de los Ángeles, son dos sitios de expansión que en estos días de Pascuas escogen los hijos de la tierra de los boquerones para echar sus canitas al aire, olvidar la carestía de las subsistencias, reírse un rato y, si viene á pelo, oír unas malagueñas bien cantadas y beberse una botella de vino solera.

— ¿Y no podríamos dar con nuestros huesos en ose arroyito?

—-¡Ya lo creo! El tranvía do Olletas nos facilitará la mitad del camino, por una porra gorda, y ya verá usted cómo no se aburro.

   Dicho y hecho. Veinte minutos después estallamos en el famoso arroyo. Antes, los malagueños, en los días de Pascuas, se congregaban en las playas de la Caleta a probar las clásicas moragas y a enflaquecer la bota de olorosa manzanilla. Pero los proyectos de ensanche fueron transformando aquellos terrenos con arreglo al proyecto de ingeniero Sancha y se poblaron de jardines bien cuidados, de hoteles suntuosos, de casitas de recreo y de parques á la inglesa.

   El pueblo quedó á poco desterrados de aquellos lugares, y en vez de protestar, se resigno y se fue humilde á otro sitio, donde faltaba el mar y las moragas, poro donde había espacio mayor para organizar fiestas y juegos.

   Sólo quedó un cauce estrecho, seco y maloliente, unas playas raquíticas y sucias y algunos que otros tenduchos, que poquito á poco se fueron cerrando por falta de clientela... El pueblo buscó entonces nuevo acomodo y puso de moda el arroyo do las Cañas y su vecina la Fuente de los Cambrones.

   ¡Y poco que no agradeció el banderillero que lo llevase á ese escenario do la alegría de este rinconcito de la tierra de María Santísima!

   Todo forastero que tenga buen gusto debe esos días tradicionales visitar el arroyo y sus cercanías.

   Aquí, un grupo de percheleras, enrojecidos los rostros, palpitantes los voluptuosos senos, brillantes los hermosos ojos, juegan á la gallina ciega ó al pilla, pilla, haciendo murmurar á más de un transeúnte:

—Chiquilla, quien te pillara!!

   Bajo una higuera que se salpica de los primreos verdes retoños, ó los besos de este sol de privilegio, un flamenco rasguea su guitarra, y una muchacha de ojos picarescos, talle cimbrador y pies diminutos, se baila y se canta un tango de la tierra, que sus compañeros aplauden, mientras los mozuelos requiebran á la bailadora y lo arrojan los anchos sombreros.

   A la sombra del alto y enrojecido muro de un viejo puente que los años no consiguen derribar, una morena de esas que quitan el sentío, entona una afinada copla de malagueñas.

   Por la llamada cuesta de la Risa, entre bromas y frases de ingenio, deslíanse unas atrevidas muchachuelas, que procuran ceñirse los vestidos para robar entretenimientos á los ojos codiosos de los que al pie de la peligrosa cuesta sueñan en aprovechar un resbalón ó un descuido, mientras las viejas gruñen y regañan á las que no quisieron bajar por otro lugar de menos... exposición.

   Un tropel de mozalbetes, alentados por el vino de la ya vacía damajuana, que dos do olios conducen, expresan su contento dando gritos y cantando desafinadamente.

   No faltan idilios amorosos de felices parejas que buscan asiento al pie de los árboles para hacerse juramentos, quo probablemente no cumplirán, y arrullarse como la parejilla de jilgueros que de rama en rama revolotea celebrando su libertad y entendiéndose en su idioma de armonías no traducidas.

   Tranquilas familias de obreros forman corros, sentados en el suelo. Con tres ó cuatro piedras gruesas improvisan una hornilla, traen leña, encienden llamas y sobre ella colocan la ancha cazuela de barro donde entre granos de arroz y pedazos de lomo se preparan, para ser más bien devorados que comidos, los trozos del pollo ó pavo sacrificado en celebración de las Navidades. Todo es vida, alegría, risa, juventud, broma y despreocupación. En esa fiesta se encuentra todavía algo del clasicismo andaluz, que va desapareciendo.

   Llegó la hora del regreso.

Junto á nosotros pasan aquellas mismas graciosas jembras que despertaron la curiosidad del torero.

   Van cogidas del brazo unas a otras, más encendidas las rosas de su cara y menos airosos los movimientos. Se nota el cansancio y la preocupación de haber, sido tan breve la alegría pasada.

   También el banderillero va.

   Me permito preguntarle:

—¿Cómo es eso? ¿No lo ha gustado esa nota de color y brillantez del arroeyo do las Cañas?

   Me miró con fijeza, y replicó:

—Lo que me pone tristón es pensar que me tengo que largar mañana y no pueo golver otra tardecita.

   NARCISO DÍAZ DE ESCOVAR Málaga, Diciembre 1921.

La Esfera, 24-12-1921, P. 25

Nota: La foto está tomada del grupo Solo Fotos Antiguas de Málaga (https://www.facebook.com/groups/solofotosantiguasdemalaga/)

IHPMalagueñas

Málaga - 2021

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