Según nos informa el conde de Clonard en su
Historia Orgánica, tomo 5, páginas 119 y 318, el armamento que se usaba por la
Ordenanza de 10 de abril de 1702 era el arcabuz del calibre de 10 a 12 balas en
libra, suprimiéndose el uso del mosquete, fabricándose los anteriores en las
fábricas reales, para que se hicieran según el modelo remitido por el
Ministerio de la Guerra.
En el año de 1703, el recién nombrado
Comisario General de Infantería, D. Francisco Fernández de Córdoba, pasó a
modernizar el armamento usado por el Ejército y, así, decidió que se dejase
definitivamente de usar el mosquete, el arcabuz y la pica y que en su lugar se
usara desde entonces el fusil y la bayoneta para la infantería y la carabina
rayada o el mosquetón para la caballería de línea.
Así pues, en el caso que nos ocupa, cada
soldado del nuevo Regimiento de Caballería de Málaga debía contar con un fusil
con su carabina rayada o mosquetón, un par de pistolas y una espada, siendo
esta de doble filo con gabilanes, así como un porta mosquetón o portacarabina,
una cartuchera o cacerina -que iría ceñida a la cintura-, una bandolera de ante
y un frasco de asta para cebar pendiente de una correa.
En esta época, en Málaga, como en las demás ciudades, los vecinos varones tenían que contribuir a la
defensa de la ciudad ante cualquier peligro que se presentase, ya fuese invasión,
desembarco de enemigos o ataques de los berberiscos, y por lo tanto tenían
permiso para tener y portar armas, pero en el caso que nos ocupa, lo más
probable es que las armas para las nuevas Compañías fuesen compradas a los
almacenes reales, pues no todos los alistados tendrían armas ajustadas a las
nuevas ordenanzas y era preciso equiparlos lo mejor posible y con el armamento
reglamentario.
En la fecha que hablamos, 1706, Málaga,
junto a otras ciudades de Andalucía, como Antequera, estaban comprometidas en
la defensa del rey Felipe V, y por haberse formado las Compañías de este
Regimiento en plena Guerra de Sucesión, lo más probable es las armas se
adquirieran en grandes cantidades y depositadas en los almacenes reales, en
donde las adquiriría cada Compañía, es decir los Capitanes de cada una, y en el
caso de las tres levantadas por D. José de Zea, por este.
Vestuario
y calzado
En cuanto al vestuario y calzado, y
siguiendo lo que nos informa Clonard en la Historia Orgánica, T. 5, pág. 315,
por las Ordenanzas de Flandes se dispuso que los soldados de Caballería de los
ejércitos españoles vistieran de manera uniforme, es decir, el mismo tipo de
traje para todos, clasificándose por colores las divisas de los Regimientos, que en el caso del de Málaga fue encarnada.
Así, se ordenó que el pelo, que
habitualmente llevaban largo y suelto, fuese recogido en una bolsa de baqueta,
determinándose que se proveyera a cada soldado de casaca, chupa, calzón,
medias, un par de botas con espuelas, boca botín, corbata, un par de camisas,
una maleta, guantes de ante y un sombrero apuntado con galón al canto, presilla
y una cucarda o escarapela.
En el tema del vestuario, una parte
importante de el salía de los almacenes de la Corte, aun cuando no todas fueron verificadas en dichos
almacenes y aunque la entrada de los tejidos y complementos y la posterior
salida de los uniformes ya confeccionados se solían registrar, no ocurría lo mismo con el
regimiento a que iban destinados. El uniforme se constituye, pues, como una
característica identificativa de cada regimiento, aunque sean sus hechos de
armas los que le den su singularidad mas representativa.
Para el caso del Regimiento de Caballería de
Málaga, tomaremos como ejemplo a su Coronel, D. José de Zea Salvatierra, para
ver como era el uniforme de este Regimiento, mediante el contrato que firmó con el maestro de sastre malagueño D. Luis Gómez el veintitrés de Diciembre de 1706 ante el Escribano D. Marcos Trujillo:
“…a entregar al Coronel D. Jose de Zea Salvatierra…noventa y tres vestidos que se componen de casacas, calzones y¿roclo? De paño azul de Cabeza de Buey de la calidad y forma y según un vestido que se les ha entregado para muestra asi en lo que toca al paño como al corte de la casaca y la casaca y los calzones forrados en bramante crudo y las vueltas de la manga de paño encarnado ojalado de seda azul y botones de estaño y en el hombro un cordon de capullo rosado con sus cavetes de laton en la forma que lo usan los soldados de a cavallo y asi mismo otro cordon para la espada. Chupa de sempiterna encarnada forrada del mismo bramante ojalada de seda y los botones de la misma sempiterna, rocloes con las vueltas forradas con la dicha sempiterna encarnada. Sombrero negro de arespi con rivete de plata falsa. Medias encarnadas de estambre de bilure y zapatos de cordobán con tres suelas y tapas con sus hebillas de laton. Una camisa de crea gresiana y dos corbatas de bocadillo, todo lo cual que compone un vestuario en precio de doscientos cincuenta reales vellón cada uno y los treinta y uno de dichos vestidos que han de servir para una Compañía se obligan a entregar en todo el mes de enero próximo venidero del año de mil setecientos y siete y los sesenta y dos restantes que han de servir para otras dos Compañias para fin de Febrero que vendrá de dicho año reciben la mitad del monto de dichos noventa y tres vestidos y el resto a la entrega de…”
Para las botas, ajustó con los maestros zapateros
malagueños D. Francisco Gálvez y D. Domingo Fuerrer ante el mismo Escribano y
el mismo día:
“…a entregar al Coronel D. Jose de Zea Salvatierra
noventa y tres pares de botas sin espuelas. Los zapatos de ellas de baqueta de
Moscovia los cañones de suela de Zelanda y las rodilleras de baqueta de
Moscovia. Los treinta y uno pares de ellos…se obligan a entregar en todo el mes
de enero próximo venidero del año de mil setecientos y siete y los sesenta y
dos restantes que han de servir para otras dos Compañias para fin de Febrero
que vendrá de dicho año…en precio de cada par de setenta y cinco reales vellón
y por quenta de su importe declaran aver recibido de parte de dho. Coronel Don
Joseph de Zea tres mil reales vellón y el resto a la entrega…”
Obsérvese que aunque las Ordenanzas
determinaban que se proveyese a cada soldado de dos camisas y dos pares de
botas, nuestro hombre fue un poco tacaño y solo les proveyó de una camisa y un
par de botas. Es de suponer que a lo largo de la vida orgánica del Regimiento,
el Estado, como así lo indicaban las Ordenanzas y Decretos, proveería vestuario
y calzado conforme estos se deterioraban.
CONTINÚA
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IHPMalagueñas
Málaga - 2016
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