Es bien
conocida, porque se ha estudiado en el colegio en la asignatura de Lengua y
Literatura cuando se trataba sobre el movimiento conocido como Romanticismo,
la figura de Lord Byron, ese británico aristócrata, revolucionario, soldado y
poeta lírico que llevado de un generoso sentimiento preñado del romanticismo de
su tiempo, se halló luchando al lado del pueblo griego cuando este se levantó
contra el imperio de los turcos por su independencia, cayendo muerto en el
empeño a la edad de treinta y seis años.
Lo que muchos ignoran es que otro
aristócrata y militar británico, quizás igual de revolucionario que el anterior
pero no menos impregnado hasta el fondo de su alma del espíritu del
Romanticismo, ligó su suerte a la de los emigrados revolucionarios españoles
que desde Londres urdieron entre 1830 y 1831 un plan para acabar con el régimen
despótico y cruel que imperaba en España, régimen encabezado por un monarca vil
y traidor a su pueblo, y prendado Robert de los ideales de esos españoles,
uniéndose a ellos, cedió generosamente su hacienda y su vida para contribuir a
la libertad y restauración de la Constitución de los españoles, pisoteada
aquella y anulada esta por aquel ser vil y despreciable llamado Fernando VII y
de sus despreciables colaboradores.
Hablamos del irlandés Robert Boyd, quien
murió fusilado por los sicarios del más despreciable de los absolutismos un
once de diciembre de 1831, en la playa de San Andrés de Málaga.
Nació Robert el
7 de diciembre de 1805 en Templemore, condado de Londonderry, Irlanda. Fue el
tercero hijo de Archibald Boyd, tesorero de Londonderry, y de Anne McNeill,
nacida en Dunmore (Escocia), quienes contrajeron matrimonio en el año de 1792.
Era, por tanto, hijo de una familia de importante posición social y económica
de Derry.
Si atendemos a
la descripción que de nuestro biografiado hizo su sobrino William Boyd
basándose en un retrato que al parecer había en el domicilio familiar de Robert
Boyd, su aspecto respondía a estas características
"...Sus ojos son azules, su
tez clara, sus rasgos irregulares, pero no insignificantes. Su rostro, bien
afeitado, está coronado por una abundante mata de pelo castaño claro. Mira a
uno con una mirada de modesta audacia, no exenta de humor y sentimiento."
Bien, la primera noticia que de Robert he
encontrado es que el 2 de noviembre de 1814 es internado en el Foyle College-en
un recién construido y bien proporcionado edificio de estilo georgiano,
ubicado fuera de las murallas de la ciudad-, donde recibió una esmerada
educación, propia de un individuo de su clase social.
En 1824, con diecinueve
años, ingresa en el ejército, siendo nombrado cadete por William Elphinstone,
director del ejército de la Compañía Británica de las Indias Orientales, a
propuesta de Sir Charles Macdonald Lockhart, jefe del regimiento nativo de
infantería de Bengala, Nº 65 en la escala, consiguiendo el nombramiento de
teniente en 1825 -en otras fuentes se dice que obtuvo el despacho de teniente
el 9 de abril de 1826-, siendo su destino la ciudad de Mutra, tras lo cual, y
por necesidades del servicio, se trasladó a la ciudad de Agra.
Tras cuatro años de servicio en el ejército
colonial, el 9 de noviembre de 1828 y por causas que no están claras, renunció
a su cargo, aunque se especula que quizás fuera porque acabó harto o decepcionado
de la Compañía de la India Oriental, íntimamente relacionada con su
regimiento. Quizás su carácter rebelde, romántico y aventurero le hicieron ver
que no era la India el destino que creía debía tener.
Sea como fuere
la cosa, parece ser que se desplazó a Filipinas, donde el día 14 del mismo mes,
quizás días más tarde, el gobernador español aquellas islas, Mariano
Ricafort Palacín, le expidió un pasaporte en Manila para que pudiera embarcar rumbo
a Europa, haciéndolo en el bergantín holandés Luisa Augusta.
Debido a su
espíritu inquieto y aventurero e imbuido de los ideales propios del
Romanticismo imperante en su época, se desplazó a Grecia para participar en la
guerra que los griegos libraban contra los turcos por su independencia, aunque
también, todo hay que decirlo, luchaba por mantener los intereses comerciales
británicos en aquel país, que no todo es romanticismo. Parece ser que en Grecia
obtuvo el empleo de teniente coronel, aunque ha pasado a la historia como un
simple teniente.
Finalizada la contienda heleno-turca en
febrero de 1830 con el reconocimiento internacional de Grecia como estado
independiente, Boyd retorna al Reino Unido, donde a través de un primo suyo, John
Sterling, quien junto a otros había organizado un grupo llamado “Los Apóstoles
de Cambridge” o “Los Doce Apóstoles”, cuyo objetivo era la ayuda a los
españoles, que en torno a José María de Torrijos y Uriarte trabajaban para
volver a España y combatir el absolutismo del tirano Fernando VII.
Precisamente Torrijos, debido a su elevada
capacidad intelectual, a su fino talento, a su porte elegante y distinguido,
prestancia, elevadísima educación y superlativo amor a su patria, hizo volar la
imaginación y elevado entusiasmo de aquellos jóvenes británicos de corazones
generosos y románticos, quienes se lanzaron a ayudar a nuestros compatriotas
con ayuda personal y económica.
Animado por su primo, Boyd ingresó en dicho
grupo, donde entabló relación de amistad con Torrijos y con quien se
comprometió a prestarle su ayuda, tanto económica -4000 libras esterlinas, un
pastón-como personal, embarcándose así en esta aventura que al año
siguiente le llevó a través de Gibraltar a las cercanías de Málaga, donde el
grupo de Torrijos, y Boyd con ellos, tras ser traicionados y detenidos, fueron
llevados a la ciudad de Málaga, donde el 11 de diciembre de 1831 fueron
fusilados por las fuerzas al mando del gobernador militar de Málaga, Vicente
González Moreno.
Su cuerpo fue recogido
por el cónsul del Reino Unido en Málaga, William Mark y su hijo, William
Penrose, quienes lo trasladaron al recientemente inaugurado cementerio inglés y
enterrado allí, habiendo, aparte de las placas que un día señalaron su fosa en
el antiguo recinto del cementerio, un obelisco, también en el cementerio aunque
en la parte más moderna, en honor a su memoria, probablemente erigido en el
entorno del año de 1930.
En la ciudad de Málaga tiene una calle
rotulada con su nombre, perpendicular a la calle Eduardo Marquina.
Sus últimas cartas fueron las siguientes:
Málaga,
Convento
del Carmen,
10
de diciembre de 1831
Medianoche
Las
tétricas noticias que esta carta incluyen, te las confío a ti de forma que
lleguen a mi querida y venerada madre de la mejor manera posible. Antes de que
recibas esta carta yo me estaré pudriendo en mi tumba en tierra extranjera.
Los
preparativos para el ajusticiamiento siguen su curso con presteza a mi
alrededor; y mientras estoy sentado con cadenas entre mis sufridos compañeros
en el refectorio desde el que te escribo, heraldos de muerte, vestidos con
ropaje de tumba, revolotean a mi alrededor, agonizando, según los españoles,
los pobres diablos ante la confesión. No han sido pocos y violentos los ataques
que me han dirigido para hacerme retractar, y si esa es la versión que se
difunde, estoy seguro de que sabrás desmentirlo.
Gracias
a Dios estoy tranquilo y perfectamente resignado, en un futuro tengo el
presentimiento de que mi espíritu pedirá cuentas por mis errores. Esta noche se
llevará a cabo un hecho tenebroso en el Convento de las Carmelitas. La
acusación en este caso equivale a condenación.
Piensa
en mí en alguna ocasión, ya que a mí en este momento sólo me pasa por la cabeza
el dolor que les supondrá esta noticia a mis adorados hermanos y hermanas. Vaya
para ellos mi último abrazo y, si acaso llegan a sus oídos los avatares de mi
vida, ojalá olviden mis locuras de otro tiempo con el pensamiento de que yo
salí en defensa de algo para mí preciado, y no hay ni la más mínima sombra de
deshonor en la muerte de vuestro hermano.
Él es un hombre afortunado. Su vida
ha llegado a su término. Para él ya no existe el futuro. Su vida fue limpia,
clara; sin mancha fue y siempre lo será. No hay ningún momento siniestro que
llame a su puerta con noticias de una desgracia. Él ya está lejos, más allá del
deseo o del miedo. Ya no estará sometido al azar o al cambio de inestables
planetas. ¡Ay, él ya está en paz!
Mi
último y más cariñoso abrazo para mi madre. Adiós.
Tuyo
por siempre. Con afecto
Robert
Boyd.
Ten
en cuenta que muero como un caballero y un soldado: me van a fusilar junto con
otras sesenta personas en aproximadamente una hora.
Williams era su hermano.
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A la par que la
anterior, escribió otra carta a un antiguo amigo que por entonces se encontraba
en Gibraltar. Como en la carta anterior, manifiesta su temor de que circule cualquier
información falsa sobre algún cambio en sus opiniones que pudiera manchar su
nombre. Se desconoce el apellido del amigo a quien se le escribió.
Málaga,
Convento
del Carmen,
10
de diciembre de 1831
Medianoche
Mi
querido Harry:
Antes
de que ésta obre en tu poder habrás perdido un amigo que siempre te tuvo un
sincero aprecio. Los preparativos para el ajusticiamiento avanzan
inexorablemente, y dentro de dos horas el caprichoso anhelo de la existencia
habrá acabado. El sonido de las cadenas retumba en mis oídos; y esos heraldos
del desastre, seres vestidos con ropaje siniestro, revolotean ante mí por el
refectorio del convento desde donde escribo.
Me rodean insistiendo en que me
retracte; pero como mi fe es un poco especial, y mis pecados (debido a su
origen) no pueden ser perdonados con su mediación, me siento en la obligación
de pedirte que desmientas mi retractación.
Le
he enviado 160 dólares al cónsul inglés.
Piensa
alguna vez en tu viejo amigo.
Todavía
tengo conocidos en Gibraltar y, ya que sería imprudente por mi parte decirte
quienes son, dedúcelo y exprésales mis mejores deseos con tus propias palabras.
Dios
te bendiga mi querido Harry. Ojalá tengas más suerte y seas más afortunado que
Tu
afectísimo,
Robert
Boyd
Parece ser que durante muchos años, en la
capilla de Ense, sita en el interior de la iglesia de San Agustín, en la ciudad
de Londonderry, hubo una placa en memoria de Robert Boyd en la cual se puede
leer:
Sagrado a la memoria de
Robert Boyd, escudero de esta ciudad y en algún momento teniente del ejército
de Bengala, quien con 53 valientes y devotos compañeros cayó en Málaga el 11 de
diciembre de 1831 en un intento audaz pero infructuoso de derrocar el
despotismo en España y promover la sagrada causa de Religión y libertad en ese
país degradado 26 años.
El retrato que pongo de Robert Boyd, es un
cuadro anónimo, al parecer de 1827.Lo he encontrado en un libro escrito por el
reverendo William Boyd Carpenter Algunas
páginas de mi vida. Este individuo, como comenté al principio, era sobrino
de nuestro biografiado.
Como ya sabemos, sus restos mortales fueron
enterrados en el Cementerio Inglés de Málaga, en el recinto primitivo y aunque
no se sabe con exactitud cuál es su sepultura, si permanece aun su lápida, de
la que pongo también foto. Así mismo, extramuros este primitivo recinto, se
levantó en tiempos de Isabel II, y al parecer
costeado por la familia, un cenotafio a su memoria, con su apellido
grabado en la parte delantera y en la parte trasera existe una lápida que reza
los siguiente:
A la memoria
de
Robert Boyd
Esqr
of
Londonderry
Ireland
El amigo y
compañero mártir
de Torrijos,
Calderón, etc.,
que cayó en
Málaga, en la
sagrada causa
de la Libertad,
el 11 de
diciembre de 1831,
de veintiséis
años.
IHPMalagueñas
Málaga - 2023