La plaza en el primer tercio del siglo XX |
Se trata de una fuente que data como mínimo desde el siglo XIX y ha valido tanto para uso público como abrevadero de bestias.
Anécdotas: La verdad es que no es nada fácil encontrar anécdotas ocurridas en esta plaza o sucesos que tengan como protagonista la plaza o la fuente que ella está. No obstante, tras mucho escarbar, hemos logrado encontrar estas cinco que a continuación ponemos. Las hemos transcrito tal cual aparecen en los textos originales:
1- Sobre el 24 de
abril de 1926, una caballería desenganchada de un carrocuba que conducía Pedro
León Luque, se espantó y atropelló a una anciana llamada Antonia Olea
Rodríguez, causándole lesiones de poca importancia.
2- Sobre el cuatro
o el cinco de octubre de 1929, el barbero de la plazuela de San Bartolomé
Enrique Conejo Morales, denunció en la Jefatura de Policía que habían entrado
ladrones en su casa abriendo la puerta del patio, y llevándose 175 pesetas en
billetes que guardaba en una arquilla, más otras cuantas pesetas en metálico y
una chaqueta caqui.
De la inspección
ocular efectuada por la policía y los interrogatorios hechos por el señor
Guirval, resulta que el asunto no .está claro, y que parece ser que el presunto
autor del robo debía ser persona que sabía que en el arquilla guardaba una
anciana, vecina del barbero, unas 600 pesetas, resto de una póliza de seguro de
vida cobrado por muerte de su marido.
Pero hizo la
providencia que la pobre mujer retirara 500 pesetas para guardarlas en otra
parte y en el arquilla sólo quedaron quince duros suyos en unión de otros del
barbefo, cuya arquilla estaba en una alhacena donde habú también casi a la
vista algunas alhajas, relojes, herramientas de barbería, etc., y a nada de
ello tocó el ladrón. La policía continúa sus gestiones para desentrañar el
misterioso asunto.
3- En la noche del
cinco de mayo de 1930, se declaró un
incendio en la casa que hace esquina de la plazuela de San Bartolomé a calle de
la Estrella, propiedad de don José Ruiz Cano. El fuego se inició en el interior
del establecimiento que en la planta baja tenía don Miguel González Reguero,
quien con su familia pasaba la noche en el ventorrillo llamado del Abogado,
propiedad de su suegro, y en donde dormían otras veces. Por esta circunstancia
estaba la casa deshabitada, afortunadamente.
El fuego fué
advertido por uno de los vecinos, y oportunamente llegó el guardacalle, que
comunicó el suceso al señor Guirval, quien con fuerzas a sus órdenes cursó los
avisos necesarios para que acudieran las autoridades y personal de incendios.
El vecindario
contribuyó desde los primeros momentos a desalojar las casas inmediatas y a
combatir el incendio, acarreando agua del pilón de la fuente existente en la
plazuela, y ya con el personal del Ayuntamiento se intensificó el trabajo,
consiguiendo localizar el fuego y extinguirlo en poco más de dos horas. Quedó
destruida la tienda con todas sus existencias de comestibles y otros artículos,
así como algunos barriles de vino y depósitos de aceite, y en el piso alto
también se destruyó el mobiliario, más que por las llamas por el agua que se
arrojó.
La bomba Dion
Bouton, prestada por el señor Rojas Alvarez, como en el incendio anterior, no
estuvo en condiciones de prestar servicio hasta última hora, pues agotó en un
momento el agua del pilón y después no se hallaba casa con pozo donde pudiera
entrar, hasta que por fin pudo ser instalada en un patio de la calle Santísima
Trinidad, donde quedó en reserva por si se reproducía el fuego.
En el lugar del
suceso se halló el señor Vidaurreta, alcalde accidental, dando las órdenes
necesarias, así como otras autoridades, haciéndose, como es natural, los
comentarios que sugiere la falta de elementos y organización adecuada para
combatir los siniestros, y que puede dar lugar a que un día lamentemos una
verdadera catástrofe, pues si un fuego se adueñase de una vivienda habitada por
varias familias, como hay bastantes en Antequera, sería verdaderamente horrible
la imposibilidad de prestar el auxilio necesario para un salvamento.
4- En la noche del
domingo veinticinco de noviembre de 1934, fué cometido un robo en el establecimiento
de comestibles situado en la plazuela de San Bartolomé esquina a calle
Estrella, propio de Manuel Cortés Melero. Al llegar éste a la casa y abrir la
puerta advirtió un ruido como de varias personas que huían hacia el interior, a
los que no pudo ver, y al encender "la luz, observó que del cajón del
mostrador habían desaparecido los billetes y la plata, que calcula sumarian
unas trescientas pesetas.
El perjudicado
dió aviso al Principal, personándose en su domicilio el sargento de la Guardia
Municipal señor Porras y los guardias civiles Juan Montero y Juan Guerrero, y
poco después los agentes de Investigación señores Cañizares y Ramos. Fué
realizada inmediatamente una inspección ocular, que únicamente dió por
resultado averiguar que el autor o autores del robo habían penetrado y huido
por una casa trasera que está deshabitada y en obra.
La expresada
pareja de la Benemérita tuvo sospechas de un individuo llamado José Povedano
Burgos, de 65 años, casado, de oficio del campo, y habitante en calle del Sol y
se personó en su domicilio. Dicho sujeto, al darse cuenta de la llegada de los
guardias, se dió a la fuga saltando a la casa inmediata, donde pudo ser
detenido y llevado al arresto municipal.
Según parece, el
detenido se confesó autor de una sustracción de quesos, cometida en ta misma
tienda hace tiempo, pero negó su participación en el último robo, aunque dijo
que sospechaba lo hubiera cometido un tal Pedro el Perote. Averiguado por los
guardias el paradero de éste, fué también detenido, resultando llamarse Pedro
Roldán García, habitante en calle Taller y Hoya, peto el cual desde luego negó
tener conocimiento siquiera del hecho que se le imputaba.
Ambos sujetos
fueron puestos a disposición del juez de Instrucción señor Cabezas, quien en
unión del oficial señor López realizó una visita de inspección en el lugar del
robo.
5- En la tarde del
jueves cuatro de julio de 1935, la vecina de la calle de la Estrella Purificación
Fernández Ledesma (a) la Romero, de 32 años, estaba a la puerta de su casa,
cuando vió avanzar a carrera tendida una caballería, y viendo a su hijito de
dos años Antonio Segovia Fernández, a punto de ser atropellado, salió
corriendo, con tan poca oportunidad que entre las patas de la bestia cayeron
madre e hijo resultando, ambos, lesionados.
Llevados a la
Casa de Socorro, le fueron apreciados al niño una herida contusa en la región
frontal y erosiones en la cara, y a la madre, erosiones en la cara, brazo
izquierdo y muslo derecho, todo ello leve salvo complicación.
La bestia iba
montada por el albañil Francisco Lara Gémar de 47 años, 'con domicilio en la
calle Mármol, quien declaró que al pasar por la plazuela de San Bartolomé, el
ruido de un camión espantó a la caballería que montaba que entró corriendo por
la calle de la Estrella, sin que pudiera sujetarla.
IHPMalagueñas
Málaga - 2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario