sábado, 4 de diciembre de 2021

FUENTE DE LA PLAZA DE SAN BARTOLOMÉ. ANTEQUERA.

La plaza en el primer tercio del siglo XX

   Se trata de una fuente que data como mínimo desde el siglo XIX y ha valido tanto para uso público como abrevadero de bestias.

Anécdotas: La verdad es que no es nada fácil encontrar anécdotas ocurridas en esta plaza o sucesos que tengan como protagonista la plaza o la fuente que ella está. No obstante, tras mucho escarbar, hemos logrado encontrar estas cinco que a continuación ponemos. Las hemos transcrito tal cual aparecen en los textos originales:

   1- Sobre el 24 de abril de 1926, una caballería desenganchada de un carrocuba que conducía Pedro León Luque, se espantó y atropelló a una anciana llamada Antonia Olea Rodríguez, causándole lesiones de poca importancia. 

   2- Sobre el cuatro o el cinco de octubre de 1929, el barbero de la plazuela de San Bartolomé Enrique Conejo Morales, denunció en la Jefatura de Policía que habían entrado ladrones en su casa abriendo la puerta del patio, y llevándose 175 pesetas en billetes que guardaba en una arquilla, más otras cuantas pesetas en metálico y una chaqueta caqui.

De la inspección ocular efectuada por la policía y los interrogatorios hechos por el señor Guirval, resulta que el asunto no .está claro, y que parece ser que el presunto autor del robo debía ser persona que sabía que en el arquilla guardaba una anciana, vecina del barbero, unas 600 pesetas, resto de una póliza de seguro de vida cobrado por muerte de su marido.

Pero hizo la providencia que la pobre mujer retirara 500 pesetas para guardarlas en otra parte y en el arquilla sólo quedaron quince duros suyos en unión de otros del barbefo, cuya arquilla estaba en una alhacena donde habú también casi a la vista algunas alhajas, relojes, herramientas de barbería, etc., y a nada de ello tocó el ladrón. La policía continúa sus gestiones para desentrañar el misterioso asunto. 

   3- En la noche del cinco de mayo de 1930,  se declaró un incendio en la casa que hace esquina de la plazuela de San Bartolomé a calle de la Estrella, propiedad de don José Ruiz Cano. El fuego se inició en el interior del establecimiento que en la planta baja tenía don Miguel González Reguero, quien con su familia pasaba la noche en el ventorrillo llamado del Abogado, propiedad de su suegro, y en donde dormían otras veces. Por esta circunstancia estaba la casa deshabitada, afortunadamente.

El fuego fué advertido por uno de los vecinos, y oportunamente llegó el guardacalle, que comunicó el suceso al señor Guirval, quien con fuerzas a sus órdenes cursó los avisos necesarios para que acudieran las autoridades y personal de incendios.

El vecindario contribuyó desde los primeros momentos a desalojar las casas inmediatas y a combatir el incendio, acarreando agua del pilón de la fuente existente en la plazuela, y ya con el personal del Ayuntamiento se intensificó el trabajo, consiguiendo localizar el fuego y extinguirlo en poco más de dos horas. Quedó destruida la tienda con todas sus existencias de comestibles y otros artículos, así como algunos barriles de vino y depósitos de aceite, y en el piso alto también se destruyó el mobiliario, más que por las llamas por el agua que se arrojó.

La bomba Dion Bouton, prestada por el señor Rojas Alvarez, como en el incendio anterior, no estuvo en condiciones de prestar servicio hasta última hora, pues agotó en un momento el agua del pilón y después no se hallaba casa con pozo donde pudiera entrar, hasta que por fin pudo ser instalada en un patio de la calle Santísima Trinidad, donde quedó en reserva por si se reproducía el fuego.

En el lugar del suceso se halló el señor Vidaurreta, alcalde accidental, dando las órdenes necesarias, así como otras autoridades, haciéndose, como es natural, los comentarios que sugiere la falta de elementos y organización adecuada para combatir los siniestros, y que puede dar lugar a que un día lamentemos una verdadera catástrofe, pues si un fuego se adueñase de una vivienda habitada por varias familias, como hay bastantes en Antequera, sería verdaderamente horrible la imposibilidad de prestar el auxilio necesario para un salvamento. 

   4- En la noche del domingo veinticinco de noviembre de 1934, fué cometido un robo en el establecimiento de comestibles situado en la plazuela de San Bartolomé esquina a calle Estrella, propio de Manuel Cortés Melero. Al llegar éste a la casa y abrir la puerta advirtió un ruido como de varias personas que huían hacia el interior, a los que no pudo ver, y al encender "la luz, observó que del cajón del mostrador habían desaparecido los billetes y la plata, que calcula sumarian unas trescientas pesetas.

El perjudicado dió aviso al Principal, personándose en su domicilio el sargento de la Guardia Municipal señor Porras y los guardias civiles Juan Montero y Juan Guerrero, y poco después los agentes de Investigación señores Cañizares y Ramos. Fué realizada inmediatamente una inspección ocular, que únicamente dió por resultado averiguar que el autor o autores del robo habían penetrado y huido por una casa trasera que está deshabitada y en obra.

La expresada pareja de la Benemérita tuvo sospechas de un individuo llamado José Povedano Burgos, de 65 años, casado, de oficio del campo, y habitante en calle del Sol y se personó en su domicilio. Dicho sujeto, al darse cuenta de la llegada de los guardias, se dió a la fuga saltando a la casa inmediata, donde pudo ser detenido y llevado al arresto municipal.

Según parece, el detenido se confesó autor de una sustracción de quesos, cometida en ta misma tienda hace tiempo, pero negó su participación en el último robo, aunque dijo que sospechaba lo hubiera cometido un tal Pedro el Perote. Averiguado por los guardias el paradero de éste, fué también detenido, resultando llamarse Pedro Roldán García, habitante en calle Taller y Hoya, peto el cual desde luego negó tener conocimiento siquiera del hecho que se le imputaba.

Ambos sujetos fueron puestos a disposición del juez de Instrucción señor Cabezas, quien en unión del oficial señor López realizó una visita de inspección en el lugar del robo.

   5- En la tarde del jueves cuatro de julio de 1935, la vecina de la calle de la Estrella Purificación Fernández Ledesma (a) la Romero, de 32 años, estaba a la puerta de su casa, cuando vió avanzar a carrera tendida una caballería, y viendo a su hijito de dos años Antonio Segovia Fernández, a punto de ser atropellado, salió corriendo, con tan poca oportunidad que entre las patas de la bestia cayeron madre e hijo resultando, ambos, lesionados.

Llevados a la Casa de Socorro, le fueron apreciados al niño una herida contusa en la región frontal y erosiones en la cara, y a la madre, erosiones en la cara, brazo izquierdo y muslo derecho, todo ello leve salvo complicación.

La bestia iba montada por el albañil Francisco Lara Gémar de 47 años, 'con domicilio en la calle Mármol, quien declaró que al pasar por la plazuela de San Bartolomé, el ruido de un camión espantó a la caballería que montaba que entró corriendo por la calle de la Estrella, sin que pudiera sujetarla. 

IHPMalagueñas

Málaga - 2021

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