sábado, 6 de junio de 2020

BRIGADIER SALVADOR DE TORO. 1740 - 1803.

   Nació Salvador de Toro en la ciudad de Málaga en torno al año de 1740. 

   Suponemos que no debía ser de familia hidalga, pues ingresó en el ejército en calidad de artillero el primero de noviembre de 1752, ascendiendo a cabo segundo el siguiente dieciocho de octubre de 1754.

   Desde 1752, los moros estaban hostigando la plaza de Ceuta, rechazando los españoles todos los embates, consiguiendo a finales del año siguiente destrozar de manera contundente este asedio, y aunque a finales de diciembre de 1753 los moros se rindieron, estos continuaron realizando incursiones contra la plaza, hallándose nuestro hombre en la defensa a partir del año siguiente de 1754.

   En febrero de 1757 asciende a cabo primero y el siguiente veintiocho de octubre de 1760 promociona a sargento y con este empleo se halló en la campaña de Portugal, teniendo parte en la rendición de Miranda del nueve de mayo de 1762, en la toma de Almeida del siguiente veintisiete de agosto y en la sorpresa de Mirabella.

   El veintisiete de diciembre de 1775 asciendo al empleo de subteniente y tras varios años de buen y continuado servicio, asciendo el tres de septiembre de 1774 teniente de artillería, tras veintidós años de servicios.

   En el desempeño de este empleo, en febrero de 1775 se halló en la defensa del Peñón de Vélez de la Gomera, que estaba siendo sitiado por fuerzas marroquíes. Puesto a las órdenes del gobernador del Peñón, Florencio Moreno Sabala, cumplió a la perfección con su cometido, acompañado de una numerosa tropa de infantería, alguna de marinería y más de cien confinados agregados a las armas, además de la compañía fija del Peñón y los individuos de la artillería allí desplazados, como nuestro Salvador del Toro, quien permaneció en la plaza hasta 1776, probablemente hasta julio.

Peñón de Vélez de la Gomera (Archivo General de Indias)
   Tras estos acontecimientos, en 1778 se le confiere la tenencia de una compañía de artillería en La Habana, recibiendo permiso de embarque para aquella plaza el seis de mayo de 1778, lo cual hace en junio del año siguiente en la fragata comercial San Rafael, acompañado de un criado.

   Una vez en La Habana, es de los que son destinados a ponerse a las órdenes del ejército de Bernardo de Gálvez para las operaciones que se iban a desarrollar en el sureste de los actuales Estados Unidos, y a pesar de sufrir el incidente de un naufragio, se halló en las trincheras y baterías que ayudaron a poner sitio y tomar la ciudad de Mobile, que cayó entre el seis y el nueve de marzo de 1780.

   Después de esto, pasó a la ciudad de La Habana, desde donde el dieciséis de octubre zarpó rumbo a Pensacola en una armada compuesta por siete navíos de línea, cinco fragatas y varios barcos más, pero con la mala suerte de que se desató un tremendo temporal, hundiendo la nave en la que nuestro hombre se hallaba, aunque consiguió salvarse nadando hasta la costa.

   Formada una segunda expedición, a finales del mes de febrero de 1781 y hallándose encuadrado en la división de artillería del mando del Teniente Coronel Vicente Risel, se procedió a la conquista de Pensacola, lo que felizmente se consiguió, y por sus excelentes servicios y profesionalidad, el veintinueve de agosto de ese mismo año obtuvo su ascenso a capitán de artillería.

   En agosto de ese mismo año, recibe su patente de capitán.

   No acabó ahí su acción militar en América, pues poco después formó parte de la expedición destinada a asediar y tomar las plazas de Natchez, cuya población se había rebelado contra la guarnición española, Batón Rouge y Apalache y tras estos acontecimientos, en febrero de 1782 pasó a La Habana y de ahí al Guarico, donde Bernardo de Gálvez estaba organizando un ejército con la idea de recuperar para España la isla de Jamaica, lo que no pudo ser por falta de los hombres necesarios para esa empresa, a lo que sumar que los franceses que iban a acompañar en la expedición se retrasaron y la escuadra que debía participar en la empresa se topó con otra escuadra inglesa y fue derrotada. Si a esto le sumamos la firma de la paz con Inglaterra, pues se acabó la aventura de recuperar Jamaica, regresando a La Habana a mediados de mayo y de ahí a España.


   Una vez en España, continúa desempeñando su trabajo con actividad y buen hacer, lo cual le vale para que primero en abril de 1791 sea graduado de teniente coronel y que exactamente dos años después, en abril de 1793, se le ascienda a teniente coronel vivo de artillería.

   No terminó la actividad guerrera de nuestro malagueño, pues tras esos diez años de tranquilidad en la Península, al iniciarse en marzo de 1793 la Guerra del Rosellón, fue destinado al ejército de aquella región y con él y al mando de la artillería de vanguardia, asistió a la batalla de Masdeu, librada el diecinueve de mayo, a la toma de Argeles tres días después, así como en el ataque dado sobre las baterías situadas en Puig de Oriol el siguiente treinta de junio y en la contención del ataque general que realizaron los franceses a finales de julio y que culminó en el ataque a Perpiñán del ocho de agosto, donde nuestro hombre, Salvador de Toro, se distinguió de forma sobresaliente, pues junto al Capitán Vicente Ortuza, y los Tenientes Manuel Quitos, Manuel Sánchez y Joaquín Acosta sirvieron el fuego de cañón y obuses con un enorme acierto, demostrando su celo, profesionalidad y pericia.

   Lo malo es que hallándose defendiendo la plaza de Figueras, tuvo la mala suerte de ser hecho prisionero por los gabachos al capitular dicha plaza a final de noviembre de 1794, recobrando la libertad al año siguiente, para encontrarse con que sería sometido a un consejo de guerra en Barcelona, ordenado por Real orden de Fernando VII, con fecha de ocho de septiembre de 1795, para depurar responsabilidades entre los oficiales -entre ellos Salvador- que participaron en la junta que el anterior veintiséis de noviembre decidieron la capitulación y entrega de la fortaleza de San Fernando.


Castillo de San Fernando, Figueras.
   Tras el consejo de guerra, fue arrestado y encarcelado, permaneciendo en prisión hasta el cuatro de enero de 1799, que fue puesto en libertad  y reintegrado al ejército con su empleo de teniente coronel. Tenía entonces nuestro Salvador del Toro alrededor de cincuenta y nueve años.

   Pasado el mal trago de su acusación y arresto, tiene la felicidad de ver que no solo sale de prisión, sino que en ese mismo mes de enero recibe la patente de coronel de artillería y con ella, pasa a Málaga en calidad de comandante de la artillería de esa provincia, donde ya en octubre de 1802 recibe el ascenso a brigadier, asumiendo el mando del tercer regimiento de artillería, con destino en Sevilla, donde le sorprendió la muerte al año siguiente, el cuatro de julio de 1803.

   Estaba casado con Teresa García y Toro, probablemente su prima.

IHPMalagueñas
Málaga - 2020

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