En la tarde-noche del veinte de mayo de 1917, se incendiaba en el puerto de Málaga el vapor-correo Sagunto. Esta que sigue, es la crónica que ofreció el periódico El Regional al día siguiente.
El vapor-correo Sagunto
"Las campanas de las iglesias dejaron
oír en las primeras horas de anoche el toque de fuego, acompasado y angustioso. Era precisamente la hora en que
la festividad del día congregaban en los paseos a numerosas personas.
La gente, endomingada, ambulaba
por la calle de Larios, a donde afluía de regreso de la plaza de toros, una
multitud extraordinaria. Contrastaba con la animación bullanguera, el monótono
y alarmante campaneo.
Por las señas se supo que el
fuego era en el puerto y en dirección a este encaminose la curiosidad popular,
viéndose pronto en las extensas explanadas de los muelles un verdadero
hormiguero humano.
Vivas llamaradas y espesas
nubes de humo emergían de un vapor, atracado junto a la muralla, en el Muelle de
Guadiaro. Era el Sagunto, que a tal
hora -aproximadamente las siete- se disponía a zarpar rumbo a Melilla, en
servicio de correo.
El aspecto del barco era
imponente. Las llamas invadían la cubierta por la parte de popa, ofreciendo un
espectáculo curioso a la vez que emocionante. En el Muelle de Guadiaro
apiñábase la multitud, contenida por agentes de seguridad. Las noticias que circulaban bosquejaban el
suceso con pavorosos toques de catástrofes.
Decían que, por efecto de una
formidable explosión, habían resultado varios muertos y heridos. Los
comentarios, pródigamente lanzados, nos hicieron creer en un principio que nos
encontrábamos frente a un acontecimiento trágico y doloroso.
Aunque se registraron sensibles
accidentes en el suceso, éste, afortunadamente, no revestía los dramáticos
carácteres que le aplicaba la fantasía popular, en sus inventivas.
La
primera noticia
En el Parque de Bomberos tuvo
noticias el retén de guardia, por un aviso telefónico comunicado desde el
cuartelillo del cuerpo de seguridad, de la existencia del siniestro.
Inmediatamente partieron para el Muelle seis individuos del Cuerpo al mando del
sargento don Manuel López,, que por enfermedad del jefe don Joaquín Ramírez,
está desde hace tiempo al frente del servicio, acompañándole el empleado
municipal, a cuyo cargo está el servicio de agua de Torremolinos, don Rafael
Ruiz del Portal.
Servicio
de extinción
Con esta sección transportose
una bomba pequeña. Paulatinamente fueron llegando casi todos los individuos que
componen la brigada y trasladándose el material de extinción disponible, a
bordo del Sagunto. Pronto quedaron
emplazadas dos bombas, que sin pérdida de momento comenzaron a funcionar.
Después se amplió hasta cinco el número de bombas.
Se utilizaron los carros del
servicio municipal de riego, siendo siete los que se dedicaron al transporte de
agua.
En la imagen superior, individuos del Cuerpo de Bomberos. En la inferior, bomberos junto asoldados del Regimiento de Borbón
Los
carabineros, policías y guardias civiles
Los carabineros y agentes de seguridad de
servicio en el puerto, obedeciendo éstos las órdenes del inspector de servicio
en el distrito señor Castillo, prestaron el servicio de despejar de público los
lugares próximos al Sagunto, hasta la
llegada de la guardia civil.
Prestó el servicio de
acordonamiento una sección del benemérito instituto, al mando del teniente don
Teobaldo Guzmán. Fueron escalonados los agentes por las diferentes surtidas,
para impedir el acceso a los muelles, conteniendo a los curiosos, no solo por las
dificultades que oponían a los trabajos de extinción, sino para evitar
desgracias fáciles de ocurrir por cualquier probable accidente.
La
Cruz Roja
Con admirable oportunidad se
presentaron los camilleros y numerosos individuos de la Cruz Roja aportando el
material necesario de auxilios y urgencia. Prestaron asistencia a un soldado de
los que se dedicaban a los trabajos de extinción que resultó contusionado en la
pierna derecha, siendo acompañado hasta el cuartel por un individuo de la
bienechora institución.
Una
explosión
El Sagunto disponíase a zarpar, habiendo dado la segunda señal de
salida y quedándole por recoger solamente el último correo para emprender la
marcha, cuando se sintió una fuerte explosión en la escotilla de popa. Entre
los pasajeros y tripulantes causó el acontecimiento inesperado la impresión que
es de suponer, acentuándose más al ver saltar en pedazos la boca de la
escotilla y desplomarse uno de los palos centrales de la embarcación, al mismo
tiempo que de las bodegas surgían vivas llamaradas.
Los
pasajeros
A bordo del barco encontrábanse
ya la mayoría de los pasajeros, de estos once militares y otros tantos
paisanos.
El camarote del capitán del
Sagunto, don Juan Tonda, estaba este señor en unión de su familia, del
comandante de Marina señor Gurri y del joven letrado señor Rosado Bergón. En el
camarote la trepidación fue muy sensible al sobrevenir la explosión rodando
muchos de los muebles y rompiéndose algunos objetos.
Sobre la cubierta se
encontraban, entre otras personas, don Eugenio Serra, auxiliar de Intendencia
Militar; el dependiente de la Agencia de embarcación militar, don Fernando
Sánchez, y don Emilio Rueda.
El pánico que se apoderó de los
pasajeros, y especialmente de las señoras, fue indescriptible, imponiendo con
su presencia el orden necesario el Comandante de marina, el capitán del Sagunto
y los señores citados.
El
origen del fuego
El Sagunto debía conducir con destino a la plaza de Ceuta mil
quinientas cajas con latas de gasolina para el servicio de aerostato y
automóviles militares, distribuidos en los departamentos de popa y proa,
seiscientas cajas en los de esta y novecientas en los de aquella. Para evitar
cualquier imprudencia, se había cerrado convenientemente el departamento de
popa.
Debido, sin duda, al excesivo
cargamento ó a la falta de aire en las bodegas, donde la temperatura era
bastante alta, inflamose una de las latas de gasolina, explotando y propagando
rápidamente el fuego a muchas de las restantes y a diversas mercancías.
El temor de que sobreviniesen
otras explosiones de mayor importancia, lo justificaba el hecho de llevar el Sagunto sobre cubierta dos grandes tubos
de oxígeno comprimido. La gasolina embarcada procedía de Bilbao, de donde llegó
en la mañana de ayer.
Trabajos
de salvamento
Como queda dicho, los bomberos
iniciaron desde el primer momento los trabajos de extinción. Los tripulantes, a
las órdenes del capitán del vapor, también se dedicaron a las operaciones de
salvamento, retirando muchas mercancías y las seiscientas cajas con gasolina
colocadas en la proa, ya que no pudieron salvarse ninguna de las que ocupaban
las bodegas de popa.
Muchas de las cajas, al
romperse, dieron salida al líquido, dándose orden de que no se fumase en los
lugares próximos al en que se vertió la gasolina.
El
dasadoquinado
El señor Comandante de Marina,
que asumió la dirección de los trabajos, comprendiendo que el agua no era todo
lo eficaz que requería la intensidad del fuego, a cada momento más activo,
ordenó que se procediera a los trabajos de cubrir con arena las bodegas
incendiadas.A tal efecto, la agencia de transportes militares facilitó todos
sus carros para transportarla desde el Guadalmedina.
Como la lentitud de estas
operaciones no estaba en realción con la urgencia exigida por la violencia del
fuego, dispuso el desadoquinado de la muralla y que se procediese a extraer la
tierra. En estos trabajos ocupáronse cerca de setecientos soldados del
Regimiento de Borbón, ó sea, todos los que por estar exentos de servicio,
paseaban en el día de ayer.
Transportáronse desde el
Cuartel, en el carro del regimiento, las herramientas necesarias, palos, picos,
azadones y espuertas. De la Casa-Ayuntamiento se utilizó el material que se
emplea en obras públicas.
No fue posible organizar un
tren de los Suburbanos para que transportase arena del Guadalmedina por
encontrase apagadas las calderas de todas las locomotoras y ser muy difícil
ponerlas en movimiento.
Alumbraban los trabajos
antorchas llevadas del Parque de Bomberos.
Soldados del Regimiento de Borbón
Dos
desgracias
Por efecto de la explosión,
sufrieron las señoras que figuraban en el pasaje accidentes nerviosos, siendo
auxiliadas por individuos de la Cruz Roja y el médico mayor de la Armada, don
Eduardo Parras.
Resultaron víctimas del suceso
Antonio David Ballesteros y María Martín Bautista. El primero, que es fogonero
del barco y cuenta 19 años de edad, fue curado en la Casa de Socorro del
Hospital Noble de extensas quemaduras en la cara, cuello, ambas manos y pierna
izquierda, calificándolas de pronóstico reservado el facultativo señor Parra,
que le prestó asistencia ayudado por el practicante señor Delgado. En la
camilla de la Cruz Roja que lo condujo a la referida Clínica, fue trasladado al
Hospital Provincial.
El mismo personal médico curó a
la otra víctima, María Martín Bautista, pasajera en el barco, de 37 años. Al
pretender arrojarse desde la cubierta al Puerto, trepando por la barandilla, se
produjo erosiones en la muñeca derecha y cara externa del muslo del mismo lado.
Las erosiones que sufría fueron calificadas de leves.
Las autoridades
Desde el primer momento
acudieron al lugar del siniestro, además del Comandante de Marina, ya citado,
el Gobernador civil interino, señor González Cotta, el alcalde señor González
Anaya, el Gobernador militar señor Berenguer, acompañado de su ayudante; el
señor García Moreno, concejal Inspector del Cuerpo de Bomberos, el segundo
comandante de Marina, señor Monteros; el capitán de infantería de Marina don
Aroldo Moyano; el Mayor de Plaza don José Moreno Sedeño, los concejales señores
Loring, Tejada Sáenz y Milanés Murillo, el comandante de la Guardia Municipal
señor tenorio, el Presidente de la Audiencia, señor García Valdecasas, el Jefe
de Policía, señor García, el capitán y los tenientes del Cuerpo de Seguridad.
El coronel de la Guardia Civil,
señor Puncel, acompañado de varios jefes y oficiales de este Cuerpo. Todos los
jefes y oficiales del regimiento de Borbón, francos de servicio- Los directores
del Hospital y Laboratorio militares. El señor de la Bárcena, director del
Laboratorio Municipal.
También acudieron en los
primeros momentos el ingeniero director de la Junta de Obras del Puerto señor
Werner y el ingeniero municipal señor Varcarcer.
El
juzgado
Corresponde el suceso a la
jurisdicción de Marina, encargándose de su formación el Juez ayudante de esta
Comandancia, señor Bueno. Este personóse en el Muelle de Guadiaro, en unión del
segundo contramaestre de este Puerto, que actuó de secretario, empezando a
desempeñar su cometido.
Momento en que un buzo se sumerge para inspeccionar el estado del buque
El
Sagunto
El Sagunto, que desplaza unas 1.800 toneladas, pertenece a la Compañía
Transmediterránea, siendo su consignatario en esta la Casa de Hijos de J.
Morales.
Es uno de los vapores que tiene
la Compañía para hacer el servicio de correo con las plazas militares de
África, contratado por el Gobierno. Además, del viaje diario a Melilla, realiza
uno semanal, a Céuta y los menores por tener un algibe para transportar agua a
estos puntos.
Una de las cuestiones que con
motivo del siniestro, preocupa a la Intendencia Militar de esta plaza es la
forma de conducir agua a Ceuta, Chafarinas y el Peñón. En este viaje correspondía
al Sagunto hacer el servicio del
agua.
El Sagunto después del siniestro
Varias
notas
A su bordo iban once bultos con
medicamentos, destinado a la Sanidad Militar de Melilla.
A las diez y media se
extinguieron las luces de las antorchas y no habiendo repuesto de estas, hubo
necesidad de mandar aviso a la fábrica de luz inglesa, ordenando la dirección
que varios operarios instalaran unos cuantos focos en los lugares próximos al Sagunto.
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A las diez de la noche
incendiose el barco hacia la banda de babor, realizándose entonces la operación
de cerrar sus válvulas, abiertas desde el comienzo del incendio para inundar
las bodegas.
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A las doce ordenó el comandante
de Marina el traslado del buque a las aguas de las playas de San Andrés para
que embarrancara allí. Para realizar esto se dispuso su remolque por el vapor San Andrés, de los señores Vázquez,
mandado por el patrón Santiago Pérez, y por el pesquero Margarita, de don Joaquín Murriz, patronado por Manuel Pérez.
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El salvamento de los equipajes
lo realizaron los mozos del puerto Jaime Arroyo, Manuel Gil, José Galla, Jaime
Recho, Ramón Díaz y Juan Sánchez, distinguiéndose especialmente el último, que
poniendo en peligro su vida salvó a una niña de corta edad que quedó olvidada
en un camarote próximo al lugar donde se inició el fuego.
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El Sagunto era uno de los vapores más antiguos de la Compañía
valenciana, pasando a la de correos de África, hoy Transmediterránea, al
fundirse en una las dos Compañías.
Los cargos de a bordo los
desempeñaban los señores siguientes:
Capitán:
Don Juan Tonda.
Segundo:
Don Francisco ferrando.
Mayor:
Don Vicente Redondo.
Telegrafista:
Don Antonio Ruiz.
Primer
maquinista: Don Vicente Ferrer.
El
traslado del barco
Se trató de trasladar el buque
a las playas de San Andrés. Pero a última hora, después de una conferencia
entre el Comandante de Marina y el señor Tonda, se decidió que era más práctico
abrir una vía de agua en la popa, a fin de que se hundiese. Se pensó en el
riesgo que ofrecía el traslado, pues de hundirse el Sagunto durante la marcha hubiera quedado el puerto obstruido por
muchos días.
De última hora
A las cuatro de la madrugada se
retiró el Cuerpo de bomberos en vista de que ya nada práctico respondían sus
esfuerzos. A esta hora, el buque se había hundido por la parte de popa y el
fuego avanzaba hacia proa amenazando con destruir el barco totalmente. Las
llamas llegaban a las jarcias.
Y a la hora de cerrar esta
edición aun prosigue el incendio y aun asisten al espectáculo muchos curiosos,
contra los cuales nada ha podido la copiosa lluvia que comenzó a mitad de la
madrugada."
Un par de vistas del Sagunto hundido
Posteriormente, el Sagunto fue reflotado y trasladado a Valencia para su reconstrucción, puesto posteriormente en servicio, participando después, entre otras acciones, en el Desembarco de Alhucemas, en la Guerra Civil, en el servicio colonial en el Golfo de Guinea.
En la imagen, el buque una vez reflotado. Al fondo de la foto podemos ver la catedral.
En enero de 1963, ya con el nombre de Enrique Maynes, se hallaba reparándose en el dique flotante de Málaga y como
consecuencia de un violento temporal que se desató, el vapor Campo Grande
rompió amarras e impactó contra el dique
flotante, provocando su hundimiento y serias averías al Enrique Maynes.
Posteriormente, el Enrique Maynes fue protagonista
de una película en la última etapa de su vida marinera, transformado en un bergantín-goleta,
figurando en amuras y aletas el nombre de Batavia Queen. De esta guisa y al mando del capitán Mario Simal Torres, fue protagonista en el rodaje de la película “Krakatoa. Al
Este de Java”, en aguas de Malagueñas.
IHPMalagueñas
Málaga - 2017
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