Salvador González Anaya.
La juventud me entusiasma; pero
la verdadera juventud, esa que rompiendo
moldes abre nuevos horizontes en la prosa, en la lírica, en el teatro, en la
música, en fin, en todos los ramos del intelectualismo.
Salvador González Anaya es uno de
los más briosos paladines de la generación que surge valiente y deslumbrante.
Marcha á la vanguardia, resistiendo imperturbable todos los embates de las miserias
humanas.
Sus primeros versos los leí en la
ya desaparecida revista Apuntes; los segundos en Blanco y Negro, juntamente con su retrato, en aquella
sección titulada «Poetas de los cantares», y por la que desfilaron los maestros
en el género; calificativo aplicable en un todo al simpático poeta malacitano, que
no obstante ser un joven muy joven, tiene un espíritu de observación y una
práctica tan grande en las lides literarias, que causa extrañeza por resultar
poco menos que incompatibles.
A poco de mi "descubrimiento",
comencé á ver con bastante frecuencia trabajos á su inteligencia debidos, y hoy
en El Gato Negro y La Revista Moderna, y mañana en Album Salón y Nuevo Mundo,
fué recorriendo su nombre las columnas de las publicaciones más leídas,
adquiriendo con esta colaboración una reputación envidiable.
En González Anaya noté desde el
principio un estilo tan original é inspirado, que le auguré muchos éxitos, los
cuales hoy se han convertido en realidad, y como prueba ahí está su libro
Cantos sin eco.
Su musa tiene todos los
esplendores de la tierra andaluza: luz, color, fuego y sonoridad.
Cantos sin eco es un verdadero
primor, en que no se sabe qué admirar más, si la corrección de los versos, el
sabor meridional, el colorismo que en todo él rebosa, ó el fondo profundo, más
propio de temperamento avezado á las luchas de la vida que de adolescente, en
el que sólo se conciben sueños, ilusiones...
Manuel Reina, el gran poeta, es
el autor del prólogo del citado volumen, y en el cual aplaude el talento
poético de González Anaya, en que admira condiciones excepcionalísimas para el
cultivo del lenguaje rimado.
Prepara actualmente otro libro de
versos que titulará Medallones, señalando
en él nuevos rumbos en la rima y factura completamente opuestas á las de su
primera producción.
No conozco personalmente á
González Anaya pero me lo imagino. Sus cartas delatan su modo de ser. Aun en el
terreno privado resulta un polemista terrible.
Anhela coger un detalle para
soltar una poca de bilis sin respetar tirios
ni troyanos. En ciertas cuestiones
no transijo ni con el verbo, me decía en una de sus últimas epístolas, y yo
lo garantizo, y si esto no fuese suficiente, que lo pregunten á Salvador Rueda
y á Paco Villaespesa. Pero no obstante esta rudeza, hay que reconocer que es un
gran corazón, de esos que se cotizan á un precio elevadísimo.
González Anaya vencerá muy pronto
la ascensión al pináculo de la gloria, que para otros es camino sembrado de
espinas, para el se ha convertido en senda alfombrada de rosas, y esto tiene
una explicación lógica, conociendo su carácter expresivo como de andaluz
castizo, su delicado modo de ser, su cariñosa amistad y su agradecimiento, en
fin, por lo que se capta todas las voluntades desde los primeros momentos.
Hecho este artículo al volar de
la pluma, sin otras pretensiones que la de rendir homenaje al poeta, esos
enamorados eternos del ideal, cantores perennes de todo lo bello, no sé si
habré conseguido mi objeto, pero si así no fuera crean que lo lamentaré en el
alma, pues me inspiró una sinceridad sin límites y el deseo de estimular un
genio que nace con grandes alientos y que eclipsará á muchas eminencias de
guardarropía.
FUENTE:
Plumadas. Artículos, semblanzas e
impresiones. Páginas 30 a 33. ESCALANTE GÓMEZ, Manuel. Madrid, 1900
IHPMalagueñas
Málaga - 2017
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