Nació nuestro Obispo en la ciudad de Granada, el trece de julio de 1729,
siendo bautizado en la Parroquia de Santiago. Fueron sus
padres Martin Ferrer, gobernador de la villa de Costela de la Frontera, y
doña Dionisia Figueredo.
Tras realizar los estudios primarios, pasó a estudiar Cánones y de
Jurisprudencia en el Colegio Mayor de San Bartolomé y Santiago de su ciudad
natal.
Tras aprobar con nota, ocupó en la Universidad granadina varias cátedras, con gran aprovechamiento de sus discípulos, y en propiedad
logró obtener la de Sexto y Clementinas.
Más no solo fue profesor, sino que también ocupó otros cargos de importancia, como los de
Fiscal de Testamentos, Patronatos y Obras Pías y del Real Hospicio. En reñido concurso obtuvo el Beneficio de
San Justo y Pastor, y actuó en el expediente de beatificación del venerable padre Manuel
Padial.
Al ser nombrado Obispo de Málaga el
señor don José Franquis Lasso de Castilla, este, conocedor profundo de los méritos
de nuestro hombre, le hizo su Provisor, y una vez con este empleo, tomó posesión de la diócesis en su nombre el 15 de septiembre de 1756, quedando como Gobernador interino
de la Diócesis hasta la llegada del nuevo Obispo.
Escudo del Obispo Manuel Ferrer y Figueredo
Como hombre de estudio que era, no los quiso olvidar y, así, obtuvo el 17 de
junio de 1763 la beca de Colegial Mayor de Cuenca, en la ciudad de Salamanca.
El primero de noviembre de 1763 resultó elegido Abad de la Real Colegiata de San Ildefonso de la Granja, en Segovia.
El Rey, deseoso de favorecer a nuestro hombre, por el que sentía gran interés dadas sus buenas cualidades, obtuvo del Papa el catorce de julio de 1765 su nombramiento como Arzobispo de Edesa, "in partibus Haereticonim", ciudad que se hallaba, como
toda la Siria en poder de los otomanos.
Enorme fue la alegría que se experimentó Málaga al conocese la
noticia de este nombramiento, por lo que se acordó celebrar fiestas que expresaran a D. Manuel el cariño y la consideración que merecía a los malagueños.
Varios escritores contribuyeron al esplendor
de las mismas, y muy en particular el poeta Pablo Ferrer y Ortega, quien
escribió en octavas reales una descripción, la cual dedicó al Obispo señor
Franquis, colocando en la primera página el siguiente soneto acróstico de píe forzado que solo a título de curiosidad reproducimos:
SONETO
A l amparo, señor de tu
grandeza
I ntenta a sí mi musa desgraciada
L legar torpe, esperando confiada,
U n perdón
de su intrépida rudeza.
S i el asunto merece sutileza,
T emo dejar su empresa desfraudada;
R ecíbase el amor prenda estimada,
I
borrará el defecto da la fineza.
S
ol nace el Gran Ferrer. —i Oh qué fortuna !—
I
de Edesa la mitra le corona:
M álaga más dichosa que ninguna,
O bsequios rinde, júbilos pregona:
S iendo el matiz que honroso en
todo brilla,
D on José Franquis Lasso de Castilla
La noticia llegó a Málaga el veintidós de julio de 1765,
aunque el nombramiento tenía la fecha del anterior día catorce.
Con este importante motivo, el Obispo Franquis celebró
en el oratorio del palacio episcopal una solemne fiesta religiosa, a la que concurrió lo
más distinguido y principal de Málaga. Los Capellanes, por su parte,
organizaron una comida, a la que asistieron todo el personal del Cabildo
Eclesiástico, Secretaria Obispal y Provisorato.
El día veintisiete, los alumnos de la Compañía de Jesús
salieron en procesión, llevando un carro triunfal, con una inscripción alusiva,
encerrada en marco de talla. El anteriormente citad poeta, describe así el carro:
En su carro triunfal fue colocada, Mongibelo
de antorchas en su esfera, con seis volantes dentro custodiada, cuyo especial
primor no se exagera. De una música acude acompañada, paseó del distrito la
carrera, siendo el Viva en las calles y balcones un grito sin cesar de
aclamaciones.
La comitiva llegó al Palacio Episcopal, que estaba
profusamente iluminado, así como la mayor parte de los edificios de la
población.
El poeta añade:
Un volcán, un incendio, un Etna ardiente
parecía el Palacio iluminado:
con damascos y espejos diestramente
en toda su extensión entapizado, (...)
Al siguiente día hubo fiestas populares, en las
que tomó parte el Ayuntamiento, las cuales tuvieron su culmen en los excelentes fuegos artificaleso
que se quemaron en el alveo del Guadalmedina.
Por su parte, la función religiosa fue en extremo solemne.
La misa fue oficiada por el Rector de la Compañía, y mientras se cantaba el Te Deum
cayeron sobre los asistentes al acto lluvias de aleluyas dedicando elogios al
señor Ferrer.
Dichas aleluyas fueron compuestas por diversos poetas admiradores de D. Antonio Ferrer y
Figueredo. A dicha ceremonia religiosa concurrieron el Obispo de la diócesis,
la Nobleza y las Milicias.
Pusieron fin a las fiestas de aquel día un gran
banquete, el cual fue calificado por un cronista de "espléndido y delicioso", y con un concierto, del que fue director el
maestro José Muñoz y Raso.
Uniéndose a la general alegría, la parroquia de
los Santos Mártires celebró otra función religiosa, y dio una comida a los pobres
de la ciudad. La fachada de la iglesia apareció iluminada.
Bien. En junio de 1777 nuestro hombre fue
promovido a la mitra de Zamora, de la que tomó posesión el cinco de octubre del
mismo año y donde permaneció por espacio de siete años.
En veinte de agosto de 1784, Carlos III le
propuso para la diócesis de Málaga, despachándose las Bulas el catorce de febrero de
1785. Tomó posesión, en su nombre, el Deán Francisco Enríquez y Luna el once de abril siguiente, y verificó su entrada pública en la tarde del siete de
mayo, recibiéndolo el pueblo malagueño con grandes demostraciones de júbilo.
El paso del señor Ferrer y Figueredo por este Obispado dejó recuerdos y obras inolvidables, de los que destacaremos los siguientes:
- creó obras pías, como la del reparto
continuado de limosnas con las rentas de los frutos de una finca,
- escribió notables pastorales y opúsculos,
- estableció en 1786 el Jubileo Circular de las
Cuarenta Horas para adoración del Santísimo Sacramento,
- fomentó la fundación de escuelas para niñas y
niños pobres,
- donó ricas alhajas a la Santa Iglesia Catedral,
- el veintitrés de Abril de 1786 inicia la
visita pastoral, comenzando por Vélez,
- en 1789 tomó parte en la fundación de la
Sociedad Económica de Amigos del País de Málaga, de la cual fue nombrado primer
presidente,
- en Octubre de 1787 inauguró el nuevo convento de
las religiosas de la Aurora,
- en 1796 inauguró el nuevo templo de las
religiosas bernardas de la Encarnación,
- en 1799 se erige el Colegio de los seises,
- merced
a su intercesión logró que el santo
capuchino Fray Diego de Cádiz predicara más de una vez en Málaga
en época de misiones, y
- puede decirse que no hubo menesteroso que
llegara hasta su Palacio en demanda de una limosna, que no saliera de
él deshaciéndose en elogios y bendiciones para el señor Ferrer y Figueredo.
Tras enfermar, rápida fue la dolencia que le llevó al sepulcro, pues el veintiuno de julio de 1799 entregó su alma este Obispo ilustre, al cual lloró
Málaga entera, siendo enterrado en la Catedral el siguiente día
veinticuatro.
IHPMalagueñas
Málaga - 2017
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