En la ciudad de Vélez-Málaga, a 13 de enero de 1856.
El tremendo temporal de lluvias que desde
principios del mes actual de enero está sufriendo la ciudad de Vélez-Málaga y su comarca,
unido a las fortísimas lluvias de diciembre pasado, tiene sumidos en la mayor
consternación a los veleños y comarcanos.
Ha caído tanta agua, que los ríos han
formado tan grandes avenidas que se hace prácticamente imposible vadearlos sin riesgo
de morir en el intento, como le ha ocurrido a muchos que se atrevieron a
hacerlo.
Desbordadas las corrientes por tal cantidad del líquido elemento caído, que ha
provocado la inundación tanto de huertas como de campos, siendo tal el ímpetu
de las dichas corrientes que incluso han arrancando no solo árboles, sino que también casas, amén de haber destrozando
los caminos de tal manera que ha quedado de todo punto imposibilitada la comunicación como consecuencia de los profundos baches y
derrumbaderos, habiendo quedado, incluso, sepultadas muchas caballerías, las de
aquellos que ignorando o despreciando el peligro intentaron pasar por esos
caminos heridos por la furia del temporal.
Los habitantes de Vélez-Málaga y de sus
alrededores permanecen en sus casas o lugares próximos y no se atreven a salir
al camino no sea que les ocurra lo mismo que a los infelices que fueron
arrastrados por el poder destructor de las aguas.
Aunque el peligro no está solo en los caminos,
no, que en la ciudad también hay que gastar cuidado, habida cuenta que se ha
producido el hundimiento de varias casas y paredes, entre ellas las tapias de
los conventos de San Juan de Dios y de Capuchinos, así como de la ermita de
San Sebastián, provocando la muerte instantánea de tres ciudadanos y dejando a
otros dos bastante malheridos.
Con esto, la situación entre la ciudadanía
es de temor e incertidumbre, pues a lo dicho hay que sumarle que hay carestía
de determinados productos, como el pan, pues debido a la incomunicación con los
pueblos del interior se ha interrumpido el suministro que estos hacían a Vélez
de harina e incluso de pan, pues los molinos conocidos como de las Monjas y de
Lazo han quedado inutilizados y el conocido como de Guzmán se ha anegado
completamente, aunque el Sr. Alcalde no cesó de trabajar hasta conseguir que
hubiera, al menos, un pequeño suministro de pan o harina para todos los
ciudadanos, ordenando a las tahonas de la ciudad que surtiesen pan y que
molieran el trigo que hubiera en los graneros. Así mismo, ordenó que en el
mercado se pusieran a disposición de los individuos pobres de la ciudad de otros
productos indispensables para subsistir.
Al mismo tiempo, se trabajaba para arreglar
los caminos en la medida de lo posible con el objeto de facilitar alguna vía
practicable de comunicación con los pueblos del interior, cortados por la furia
de las aguas, con la idea de aprovechar el trabajo de otros molinos y de poder
dar entrada a la ciudad de grano procedente de dichos pueblos, pero el mal
estado en que los caminos se hallaban impidieron realizar esta acción.
Ni que decir tiene que toda la comarca se
halla privada del correo, tanto del privado como del público, desde hace más de
ocho días y para paliar la falta de suministros se ha pensado enviar aviso a
los barcos surtos en la rada para que estos den noticia en la ciudad de Málaga de
cómo está la situación y que desde allí provean algún socorro para esta
castigada comarca.
IHPMalagueñas
Málaga - 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario