martes, 29 de septiembre de 2020

BATERÍA DE SAN NICOLÁS.

   Málaga sufrió con frecuencia en estas aguas mediterráneas y a lo largo de su dilatada historia la presencia de armadas enemigas, armadas que dificultaban extraordinariamente el tráfico portuario y la vida de los ciudadanos ribereños. Esta circunstancia y la importancia de su comercio, obligaron a las autoridades locales a una constante vigilancia de las escasas fortificaciones que entonces existían en la fachada sur malacitana, reforzando los baluartes de la línea de costa y construyendo otros tantos cuando el estado de las políticas internacionales así lo aconsejaba.

   Para la protección de los buques anclados en el interior de la dársena, las sucesivas ampliaciones de los muelles a lo largo de los años siempre contemplaban propuestas para fortificarlos y armarlos.

   Fue el ingeniero militar Bartolomé Thurus el primero que planificó la construcción de una batería y un faro en la cabeza del dique de levante a partir de 1717 y con las sucesivas obras de ampliación o mejora de dicho muelle hubo que hacer modificaciones en el proyecto de Thurus, modificaciones realizadas por Jorge Próspero de Verboom, quien cambió la planta de la batería a circular sobre una plataforma de cincuenta metros, en la idea de que con esa disposición sería capaz de soportar mejor los temporales de levante y cruzaría sus fuegos con los del castillo de San Lorenzo. Para dicha nueva batería, propuso el nombre de Castillo del Rey, en honor a Felipe V.

   Como en ese momento se estaban llevando a cabo las obras del muelle, se construyó en 1739 una batería provisional dotada con tres piezas de artillería y como se trataba de algo provisional sufrió las consecuencias del tiempo y de los malos materiales, por lo que en 1748 se solicitó su reparación lo que no tuvo lugar, pues se pensó que era mejor terminar la obra del dique y construir en su cabecera una batería de mayor envergadura, de modo que ahí quedó la cosa y pasaron los años.

Batería provisional, señalada con la letra F. 1742.

   


"Perfiles de la batteria y prolongación del muelle acia la parte Levante" (2 de junio de 1743)

   Y así llegaos a 1761, en que las autoridades del puerto intentaron llevar a cabo la construcción de dos baterías, una en el muelle de poniente y otra en el de levante, en la idea de guardar adecuadamente tanto el puerto como los barcos en el refugiados. Las autoridades presupuestaron ambos proyectos en doscientos mil reales de vellón, aunque la idea cayó en saco roto, obteniendo la autoridad portuaria tan solo el traslado de algunos cañones de la Alcazaba y de la Torre del Obispo.

   Por fin, en 1770 terminan las obras del llamado muelle viejo y la junta de obras del puerto propone la construcción de una batería que se quiere de calidad y, sobre todo, definitiva, encomendándose el proyecto al ingeniero y teniente general Juan Martín Zermeño, quien conocía el puerto de Málaga y sus defensas, pues fue director de las obras en 1738.

   Martín Zermeño desarrolló un proyecto de batería como un edificio de planta elíptica, dotado de foso, puente levadizo, polvorín, cisterna para las aguadas, cuartos destinados a la tropa, cuerpo de guardia y almacenes, todo por la nada desdeñable cantidad de ochocientos doce mil reales de vellón.

   Pero ¡ay!, resulta que a pesar de contar con todas las bendiciones, resulta que la autoridad portuaria malagueña esta sin fondos para poder llevar a cabo semejante obra, de modo que hubo que aparcar la idea y continuar con la batería provisional, que se estaba convirtiendo en algo parecido a "provisional para siempre"

   En 1780 se aprueba la propuesta de reforzar la batería a barbeta y dotarla con seis cañones de a veinticuatro libras, pero de nuevo ocurre lo mismo: no hay fondos y ante la evidencia de que algo se estaba haciendo mal y que, además, podía tener nefasta consecuencias, el rey autoriza en 1786 al ayuntamiento a poner en venta los terrenos que ocupaban las murallas de la ciudad, que realmente no servían para nada y con lo recaudado por la enajenación de dichos terrenos se pudo construir las dos baterías, la de poniente y la de levante, aunque supusiera que hoy Málaga, antaño una ciudad completamente amurallada, no tenga más que unos restos que solo son una muestra.

   Una vez con el dinero, se le encomendó al teniente coronel Alfonso Ximénez que elaborase un proyecto, con plano y memoria, que presentó pocos meses después para su aprobación, con lo que los trabajos se iniciaron de inmediato, construyéndose una batería a barbeta hábil para dieciocho cañones de a veinticuatro libras, suficiente para disuadir a cualquiera de acercarse al puerto.

Planos y Perfil y Elevación del Muelle de Levante de Málaga y Proyecto de la Batería que está aprovada y se ha de construir en su Caveza. 13-6-1769.

   Parece ser que las obras se entregaron a finales de noviembre o primeros de diciembre de 1786, quizás el día seis de este último mes, día de San Nicolás y de ahí el nombre. Ocupaba mil doscientos noventa y dos metros cuadrados de superficie en un traza casi circular y cerrado por la gola por un rastrillo y contaba con una plataforma para la artillería, apta para quince cañones y construcciones para la tropa y para almacén. Costó treinta mil reales de vellón. 

   En 1803, Felipe de Paz la describe como una fortificación cerrada de merlones apta para dieciocho cañones de grueso calibre y parrilla para enrojecer balas y barría la playa de levante y el fondeadero exterior, encontrándose en buen estado. 

   En 1857, José Herrera García hace un descripción de la batería, que es la siguiente:

   "Colocada en el extremo del muelle viejo de Málaga al pie de la linterna: su forma irregular se compone de una batería semipoligonal á barbeta con cinco lados por la parte que mira al mar y playa de Levante, y de otra recta que mira a la entrada del Puerto, siendo su desarrollo noventa y cuatro varas [78,57 m.]; y termina en un parapeto aspillerado que cierra la gola, uniéndose al Edificio comprendido en ella: es capaz de montar diez piezas de grueso calibre. La altura de la barbeta sobre el muelle es de una á una y media varas, y aun en algunos puntos menor.

   Comprende un Edificio, situado á la izquierda de la entrada, de diez y seis varas de largo [13,37 m.] por cinco y media de ancho [4,60 m.], el cual contiene un cuarto para el Comandante de la guardia, el Cuerpo de guardia de la Tropa, y otro pequeño Cuarto para almacen de pertrechos.

   A la entrada de la bateria, fuera de ella, hay otro Edificio, unido á la muralla del Muelle, de diez y nueve varas de largo [15,88 m.] por cinco de ancho [4,18 m]: consta de un cuarto que sirve de repuesto, y dos mas para habitaciones de los artilleros.

   El objeto de esta Bateria es proteger la entrada del Puerto, cruzando sus fuegos con los de la Batería de San José, y defender la playa de Levante en combinacion con la batería de San Felipe y castillo de San Carlos. Su situación es propia para el efecto. Dista de la anterior Bateria [batería de San Felipe] trescientos veinte y cuatro varas. Se encuentra en buen estado.

   El avance de los tiempos, la posición política de España en el mundo y los cambios en el arte de la guerra, determinaron que la batería de San Nicolás, como otras muchas construcciones de este tipo, fuera perdiendo su utilidad.   


Noticias

   Como suele ser habitual, pocas son las noticias que trascienden acerca de este tipo de edificaciones, pero aun así, he logrado encontrar alguna, que son las que siguen.

    - Estando aun ocupada Málaga por los franceses, el veintinueve de abril de 1812 tuvo lugar a la altura de la batería un desembarco de tropas hispano-británicas, fundamentalmente de estas últimas, que logró desalojar a los enemigos de ella, permitiendo que barcos británicos penetren en el puerto y puedan liquidar algunos barcos corsarios franceses.

   Tras la operación y ante el temor de quedar  merced de los fuegos de Gibralfaro y de los fusileros franceses que se habían vuelto a hacer dueños de la batería, abandona el puerto, llevándose presos, además, a dos barcos corsarios mas. 

   - Por orden de once de septiembre de 1888, es uno de los edificios militares autorizados en la plaza de Málaga para usar el pabellón nacional.

- El trece de marzo de 1890, se autoriza al Ingeniero director de la Empresa constructora del puerto de Málaga, D. Luis Vasconi, a que pueda construir un barracón en la zona única de la batería.

  - El quince de abril de 1901, se aprueba el presupuesta de ochenta pesetas que supone el traslado de las piezas de artillería de la batería al parque artillero de Málaga.

A propuesta del Ministerio de la Guerra y aprobado por el consejo de ministros, el veintiséis de febrero de 1913 se le asigna una zona de aislamiento de veinte metros.

   - Por declaraciones del teniente coronel de ingenieros Juan Maury y Uribe, destinado como comandante en Málaga, sabemos que durante la Primera Guerra Mundial la batería permaneció desartillada y las piezas que había servían únicamente para las salvas de ordenanza cuando entraba un barco en el puerto.

- El veinticinco de mayo de 1930, se halló en Málaga el general José Cavalcanti, que estuvo en la estación radiotelegráfica, tras lo cual pasó revista a la batería, que se hallaba a escasos metros.

   - Fue artillada durante el transcurso de la Guerra Civil, desartillándose al finalizar esta, tras lo cual comenzaron los trámites legales para proceder a su desmantelamiento para facilitar la urbanización de la zona. Para ello se redactó un proyecto en 1951, por el cual se proponía su traslado a una zona próxima, aunque no se llevó a efecto, desapareciendo.

   En 1953, en el espacio que ocupó la batería se levantó el Real Club Mediterráneo de Málaga, siendo usadas parte de sus antiguas instalaciones como pérgola del club.

   Así terminaban los ciento sesenta y un años de historia de esta batería.


Maqueta de la batería, realizada por Manuel Lara Villodres.

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Málaga - 2020

miércoles, 23 de septiembre de 2020

TORRE LADEADA O DEL PORTICHUELO. ALGARROBO COSTA.

 Torre Ladeada o del Portichuelo


Lado Sur

   Esta torre formaba desde el siglo XVI parte del sistema defensivo de la costa del reino de Granada frente a los ataques y razzias llevadas a cabo por los piratas berberiscos. Parece ser que fue obra del arquitecto Luis Machuca, aunque parece ser que la obra se hizo sobre un anterior, probablemente de origen nazarí.

   Fabricada de mampostería más bien irregular y mortero de cal, que intenta formar hiladas pero que acaban desviadas, lo que se intentó corregir mediante hileras de lascas planas y alargadas de piedra, quedando el ladrillo solo para el interior y en un vano. A pesar del deterioro que presenta, se puede observar cómo queda una gran parte del mortero usado para el mampuesto, al igual que parte del revoco exterior.


Lado Norte

   De forma troncocónica, presenta en la base un perímetro de veintidós metros y una altura de ocho metros y setenta centímetros, constando de una cuerpo macizo sobre el que se sitúa el cuerpo superior o la cámara donde habita el torrero, el cual accede por una puerta orientada al norte, a unos seis metros del suelo, con jambas y arco de medio punto algo apuntado realizados en ladrillo y sobre ella, asomando por el pretil de la terraza se hallaba un matacán apoyado en dos ménsulas, de las que aún quedan algunos restos. Debió contar con cuatro de estos matacanes a tenor de lo que se puede observar, orientados a los cuatro puntos cardinales.

   Este cuerpo superior, con bóveda de casquete esférico, tiene una ventana a la que le faltan algunas piedras, amplia de metro y medio de alto por setenta centímetros de ancho, cuyo objeto debió ser la observación del mar. También presenta este cuerpo superior la escalera de caracol formada por escalones desiguales y que presentan un fuerte desgaste y bastante deterioro que permiten el acceso a la azotea o terrado.


Una fotografía de 1913. Lado Oeste

   En esta azotea tan solo ha llegado a la actualidad los escasos restos de una hilera de ladrillo dispuesto a tizón, no habiendo resto alguno del parapeto que tuvo, así como tampoco quedan restos del lugar donde se quemaban las ramas húmedas o se encendía el fuego para dar aviso de peligro.

   Como decía al principio, esta torre pudiera tener un origen musulmán, bien como torre, bien como estancia, lo cual lo confirma la Instrucción de 1497 cuando dice que

   Otrosy, en la Torre de la Mar ha de aver un cavallero atajador que cada mañana thenga cargo de atajar la costa del Rio de Velez hasta el çerro del primero portychuelo que esta antes de Lagos, a donde viene a dormyr por escucha uno de lso peones de la estançia de Lagos, y bolberse por la mañana a la dicha Torre; este cavallero a de poner la çibdad o quyen yo mandare, al qual se an de pagar treynta e çinco maravedys cada dia de la paga general de los moros.

   En 1571 se informa que estaba dotada con dos guardas, pero que no solían estar y no será hasta 1743 que se informe que su estado es defectuoso y que necesita reparos y una ventana y escala nueva para su uso, obras que se presupuestaron en ciento veinticinco reales de vellón.

   En 1752, en el informe presentado por Agustín Ibáñez, este dice que "...está fuera de plomo, por haber descarnado las aguas sus cimientos y no podía repararse, siendo precisa hacerla de nueva planta."  Dejó de estar de servicio al hacerse la llamada Torre Nueva, doscientos metros al norte.

   El veintiséis de febrero de 1869 salió a subasta para su venta a particulares. Se anunciaba de la siguiente manera:

   "Por disposición del Sr. Gobernador Civil de esta provincia, y en virtud de las leyes de 1.a de Mayo de 1855 y 11 de Julio de 1856 é instrucciones para su cumplimiento, se saca á pública subasta en el dia y hora que se dirá las fincas siguientes: 

   REMATE para el dia 36 de Febrero de 1869, ante el Sr. Juez de la Alameda y Escribáno D. Antonio Orosco,el cual tendrá efecto en el mismo dia á las doce de la mañana en la interina casa capitular de esta ciudad, y en los Juzgados de primera instancia que se espresarán.

 BIENES DEL ESTADO. 

Terrenos inútiles para el servcio de guerra. 

Rústicas.—Mayor cuantía*

   ... 190. Otra torre ruinosa y terreno de riego, nombrada Ladeada de Algarrobo, en el sitio de Trayamar, término de la villa de Algarrobo, de igual procedencia que la anterior, que linda Norte tierras de D. Francisco Baeza, Este el rio de dicha villa, Sur la playa y Oeste tierras de los herederos de D. Alonso Ramos: bajo estos límites comprende 8 fanegas del marco de esta capital (483 áreas, 7 centiáreas y 6912 centímetros cuadrados) de riego, que se enagenan, con la torre ruinosa, 3 higueras, 1 moral, pencas-chumbas y casita de piedra: que todo se ha tasado en 4330 escudos en venta y 216 con 500 milésimas en renta, produciendo esta una capitalización por la causa de la precedente de 4871 escudos 250 milésimas, siendo esta cantidad el tipo de la subasta. - 

   No le resulta censo, atravesando á este prédio el camino de Málaga. Ha sido tasada por los peritos Don José María Ruiz y Fernandez y D. Estóban Portillo Barranco. 

   Queda esceptuada de la venta la torre y caseta de los Carabineros, inmediata á la destruida con 6 áreas de zona."



1962. Una imagen difícil de ver hoy: la Torre Ladeada y detrás la Torre Nueva

   Está inscrita como bien de interés cultural (BOE 25 de junio de 1985) y se halla emplazada en unos jardines en medio de unos edificios, a cien metros de la playa, en la margen derecha del río Algarrobo y junto a la carretera nacional 340, a doscientos metros se distancia al sur de la llamada Torre Nueva.

   Su posición ladeada es debida a que se hizo sobre la arena y con pocos cimientos, lo que permitió que la influencia del mar la fuera ladeando poco a poco hasta alcanzar los 18º de inclinación que presenta, mayor, y con diferencia, que el de la famosa Torre de Pisa.

   Su geolocalización es 36º 44’ 45’’ N 4º 3’ 8’’ O y no tiene ningún uso aparte del ornamental. Se echa en falta algún panel explicativo de su arquitectura e historia.


Detalle de la entrada a la torre

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Málaga - 2020

martes, 22 de septiembre de 2020

TORRE NUEVA O TORRE DERECHA. ALGARROBO COSTA.

    Fabricada de mampostería de piedras y ladrillos, utilizando también cantos rodados traídos del río, fue levantada en el siglo XVIII, dentro de la política de mejora de la defensa de la costa del Reino de Granada. Su construcción estuvo dirigida por el ingeniero Juan Zahoras, aunque parece ser que en ese emplazamiento hubo desde el siglo XVI una torre o  fortín. Las obras se entregaron a final de 1755.


1-9-1755. Plano y perfil del primer cuerpo de la torre nueva que se construye en el partido de Velez. 

   Ocupa una extensión superficial de 180 metros cuadrado y presenta una altura de doce metros, midiendo el cuerpo superior, que es cilíndrico,  cinco metros y ochenta y cinco centímetros de altura y el inferior, en forma de revellín y troncocónico, seis metros y quince centímetros. En cuanto al diámetro, el cuerpo inferior mide en la base trece metros y el superior nueve metros.


19-11-1755. Plano y Perfil del estado actual que se halla la Torre nueva. 

   La escalera cuenta con veinticinco peldaños y no estaba en origen unida a la torre, estando separada de esta un metro y medio, pudiéndose acceder al interior a través de la puerta que hacía de puente levadizo. Hasta la década de los sesenta del siglo XX, se conservaban la quicialera  y las poleas para subir el puente, que eran de bronce, manteniéndose las troneras por las que circulaba la cadena.

   La puerta, situada a casi seis metros de altura,  está formada por una arco escarzano ciego, sobre la cual hubo un cuerpo voladizo o matacán que se apoyaba sobre cuatro ménsulas, hoy desaparecido.

   La puerta daba paso al cuerpo superior rematado en una cúpula realizada por hileras concéntricas de ladrillos que se rematan en una clave en forma de cruz. En el lado de poniente se hallaba la escalera que accedía a la terraza y en cuyo trayecto existe una ventana para iluminar; la chimenea, situada en el lado de levante,  y en el suelo un escotillón para acceder por medio de una escalera de madera al cuerpo inferior, donde se hallaba el almacén de pólvora, sobre el que había un zócalo para resguardo del mismo y un par de respiraderos.

   En la azotea u hollado era desde donde se vigilaba la costa y donde se realizaban las humaredas de aviso de peligro. El acceso a ella es la escalera que ya he mencionado, la cual está en su salida por un pequeño casetón. Así mismo, encontramos una garita y un pretil que coronaba toda la circunferencia, que en su parte sur ofrece un pequeño rebaje para colocar las piezas de artillería, probablemente dos.

   Parece ser que pudo albergar a ocho soldados de infantería, cuatro de caballería y dos de artillería, aunque eso sería en caso de guerra.

   Al año de ser entregada la obra y puesta en uso, se hace notar la necesidad de hacerle dos canales para despedir el agua de la batería, así como construir un lugar común, obviado en su construcción.

   En 1763, Juan de Urbina informa que tiene dos torreros, dos cañones de a 4 libras y tres fanegas de tierra de regadío para su subsistencia, aunque por el nuevo Reglamento de 1764 se informa que su dotación debe ser de un cabo y tres torreros.

   En 1765, Esteban de Aymerick informa que es capaz de albergar dos cañones de a 16 libras y que habría que hacerle una sobrebóveda y otras pequeñas reparaciones, lo que es confirmado en el Plan General de Obras redactado por José Crame de 1767.

   En 1830, Mauricio Rodríguez informa que contaba con dos culebrinas, pero en ese momento solo contaba con un cañón de 18 libras arrumbado en la batería, sin dejar espacio para acoplar un segundo cañón: que su guarnición era de un cabo y tres torreros, pero que sería conveniente dotarle con un artillero.

   En 1857, Francisco Herrera García la describe de la siguiente manera:

   "Colocada en un Mogote á la desembocadura del Río mismo nombre, y en su margen derecha. Dista de la Torre anterior [torre d Lagos] media legua. Su forma, de planta circular, presenta un solido compuesto de un cono truncado desde los cimientos hasta la mitad de su altura, desde cuyo punto, hasta su remate, es ya un cilindro.

   Tiene 45 varas de circunferencia inferior y treinta y cinco en la parte superior. La escalera es de fábrica, aislada, y se comunica por un puente levadizo.

   Ademas de la bateria que ocupa la parte superior, tiene esta Torre dos estancias: la principal, en que habitan los Torreros, subdividida con un suelo cuadrado para dormitorio de la Tropa, y en el piso bajo está el repuesto.

   Tiene por objeto esta Torre, ademas del de vigilancia, defender a Levante la desembocadura del Rio y la playa contigua y por Poniente la playa de la Torre del Mar en todo su alcance, su posicion es propia para su objeto. Necesita varios reparos"

   Esos reparos se llevaron a cabo, pues esta torre era de las útiles para la represión del contrabando.

   Afortunadamente, al día de hoy se encuentra en bastante buen estado de conservación, aunque sin uso de ningún tipo, así como tampoco se puede visitar. Está rodeada por una pequeña zona ajardinada y de esparcimiento, con un pequeño parque infantil.

   Sería interesante poner a su lado un panel informativo sobre la torre y algo sobre su historia.


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Málaga - 2020

domingo, 20 de septiembre de 2020

TORRES DEL ANTIGUO CASTILLO DE MARBELLA

    Marbella era una ciudad amurallada, dentro de la cual se encontraba el castillo-alcazaba, de cual queda hoy algo más de la mitad de su perímetro y varias de sus torres, cuyos nombres son:

- Torre de la Campana, de Santa Catalina o del Puente Levadizo,


- Torre del Homenaje o Torre del Chorrón,


- Torre del Cubo o Torre de Santa María, que sirvió como almacén de pólvora,

- En esta foto, podemos ver la Torre de la Santísima Trinidad, que en su construcción, los árabes emplearon algunos capiteles de columnas de época romana, como pongo a continuación de la primera foto,




La siguiente foto, muestra la Torre Blanca, que sirvió como almacén de pólvora. Al fondo la de la Sta. Trinidad,


- Por último, la Torre del Reloj,


- Torre de la Puerta del Hierro. Esta aun no he averiguado cual es.

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Málaga - 2020

sábado, 12 de septiembre de 2020

EL NAUFRAGIO DEL VILLE DE MALAGA. 1885.

   Si, ya sabemos que este artículo ni se desarrolla en la provincia de Málaga ni las personas que en el aparecen son malagueñas, pero el protagonista, un barco mercante francés, llevaba por nombre Ville de Málaga, es decir, Ciudad de Málaga, de modo que, aunque sea como curiosidad, lo traigo a estas páginas.


   "Esta es la crónica del hundimiento de un barco mercante llamado Ciudad de Málaga en 1885, no puedo precisar más, tan solo que la noticia y la lámina la encontré en un periódico francés del mes de septiembre de ese año.

   Este vapor, comandado por el capitán Penelsi, perteneciente a la compañía insular de navegación a vapor F. Morelli et Cie., Partió de Nápoles y Livorno con destino Marsella, llevando ochenta y tres personas a bordo, incluyendo diecisiete tripulantes.

   El domingo, probablemente el trece de septiembre de ese año, tomó un cargamento de ciento cuarenta bueyes y una gran cantidad de cestas con aves de corral. Los bueyes estaban alojados parte en cubiertay parte en la parte inferior de la bodega.

   El mar estaba embravecido y el siroco soplaba con intensidad, desatándose una tempestad que sorprendió  al Villa de Málaga a ocho millas al sur del cabo Noli, escorándose de flanco y amenazado de hundimientos, provocando que el ganado de cubierta lograra romper sus ataduras y salir corriendo hacia el puente con gran desorden y pánico.

   El capitán, no solo tuvo que realizar ímprobos esfuerzos por mantener el buque derecho y a flote, vio que la tormenta iba a acabar con su barco y hundirlo, de modo que cesó en ese empeño y pasó a intentar poner orden entre la tripulación y pasajeros, que presos de la confusión y del pánico querían hacerse a toda costa con las barcazas de salvamento, no pudiendo evitarlo, sonando entre aquella multitud el sálvese quien pueda.

   Diez niños, todos calabreses, acabaron en el mar barridos por las olas que, furiosas, barrían el puente.

   La confusión impidió arriar la barca más grande, con la que se podían haber salvado la mayor parte de los náufragos y los botes pequeños estaban ya llenos, algunos demasiado llenos, lo que hizo que volcaran, ahogándose la mayoría de sus ocupantes.

   El capitán, cumpliendo con su  juramento, abandonó el barco el último, justo a tiempo, pues al poco el barco se hundió.

   Los barcas con los náufragos permanecieron alrededor de tres horas en el lugar del siniestro, haciendo grandes esfuerzos el capitán por reunirlos a todos y poder continuar la ruta a algún puerto, siendo recogidos  a unas tres millas por unos pescadores, quienes condujeron al puerto de Savona a los treinta y cinco supervivientes, de los cuales diez eran de la tripulación.

   Después de este, la compañía sufrió otro naufragio, que la dejó imposibilitado para seguir prestando el servicio postal entre Córcega y el continente"

Fuente: gallica.bnf.fr / Bibliothèque nationale de France 

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Málaga - 2020

miércoles, 9 de septiembre de 2020

ANTIGUO CASTILLO DE SAN CARLOS, EN LA CALETA DE MÁLAGA.

   Hay noticias que en el lugar donde se alzó el castillo o fuerte hubo primero una estancia militar de vigilancia de la playa. 

   Efectivamente, en la visita de inspección que en 1571 realizó Antonio de Berrio, informa que en la llamada Caleta del Marqués había una estancia con dos guardas pagados por la ciudad de Málaga. Esto nos indica que debía ser una zona de especial vigilancia debido a posibles desembarcos enemigos.

   No he encontrado más noticias sobre esta fortificación hasta el siglo XVIII, cuando la documentación manejada me informa de que en la misma zona existía un castillo, fuerte o batería -depende de quien lo trate- construido durante el reinado de Carlos III, en un principio como lazareto donde confinar a los marineros sospechosos de contagios, hasta que en 1776 y a iniciativa de la ciudad de Málaga, se acometieron obras de reforma por un valor de 4896 reales, poniéndole algunas piezas de artillería, probablemente de a 24. 

   En 1801, el gobernador militar ordenó habilitarlo para acoger un destacamento de caballería, aunque poco a poco dejó de ser operativo para la artillería y también para usarlo para custodiar presos 

   En la visita que realizó Felipe de Paz en 1803, este informó que se trataba de un fuerte en buen estado y con casi todos sus edificios nuevos, que disponía de ocho cañones de a 24 para la defensa del fondeadero exterior y del camino a Vélez Málaga, además de contar con parrilla para enrojecer balas.

   Debía de estar en buenas condiciones de conservación, aunque en enero de 1821, en el informe realizado por Juan Pérez, se recomendaba realizar algunas obras de restauración, obras que se presupuestaron en algo más de cinco mil doscientos reales. 

   En el informe redactado por Mauricio Rodríguez de Berlanga en 1830, aconseja que aunque estaba en buen estado, sería conveniente que se le realicen algunas reparaciones y viendo que solo contaba con un cañón de doce libras orientado a levante, informó que tenía capacidad capacidad para montar ocho cañones de gran calibre en tiempo de guerra, pudiendo quedarse en cuatro en época de paz. 

   Por lo que a la guarnición se refiere, al observar que solo contaba con un sargento de artillería y dos soldados de infantería, aconseja que ese número en tiempo de paz debería ser de un sargento, ocho soldados de infantería y dos artilleros y en época de guerra aumentarlo a un oficial, doce soldados de infantería y tres de artillería y dotarlo con ocho soldados de caballería para patrullar la costa.

   En una visita de inspección realizada veinte años después, en 1849, por Miguel de Santillana, este pone de manifiesto que lo considera apto para acoger hasta cuarenta soldados de infantería y artillería, a los que añadir otros veinte de caballería, viéndole también capacidad para almacenar veinte quintales -diez mil kilos- de pólvora.

   Lo veía pequeño, por lo cual consideraba oportuno que se ampliase y dotarle de mayor capacidad de fuego por el lado de levante, así como elevar la altura de los edificios que cerraban la gola para desenfilarlo de las alturas que tenía por el norte.

   En 1851 se en encontraba sin artillería, al igual que otras baterías de la ciudad. 

   La mejor descripción que tenemos de el es la que en 1857 hizo José Herrera García. Por ella sabemos que se hallaba situado a 110 varas de la orilla del mar era de forma rectangular, con 55 x 35 varas de lados. También nos informa que en esa época era capaz de montar ocho piezas de artillería de grueso calibre y que  cruzaba sus fuegos con los del castillo de Santa Catalina al este y con los de las baterías del llamado Muelle Viejo de Málaga por el oeste. 

   Su construcción consiste en una barbeta en línea recta de cincuenta y cinco varas por el lado que mira al mar y en el ángulo que forma ese muro con el de poniente se hallaba colocada una garita. 

   Los edificios interiores se hallan colocados junto a las paredes sur y oeste, consistiendo estos en uno para el comandante, otro para el repuesto de pólvora, otro para el sargento de los artilleros, una cuadra con capacidad para veinte caballos, dos cuartos para los artilleros, una cuadra para la tropa, dos pequeños cuartos, más, una cocina y otro para el común.

   Se hallaba a mil varas del castillo de Santa Catalina. A pesar de ser un buen fuerte, tenía tres defectos: que solo tenía, en ese momento, una y media varas de altura respecto al exterior, que se hallaba dominado por los cerros del norte y que podía ser asaltado por el sur, por el mar.

   Aconsejaba demolerlo y reemplazarlo por una batería casamata.

   Después de esto último, no he encontrado más información sobre él, ni siquiera he encontrado datos sobre cuando fue demolido ni anécdotas ocurridas en el o que lo tengan como protagonista, lo cual espero encontrar habida cuenta la cantidad de archivos y de documentación que me falta por estudiar. 

   Tan solo he encontrado una que tiene al castillo como convidado de piedra, pues no es protagonista y es la que cuenta que de 1832 fueron ajusticiados con garrote frente a la calle del Puente, en el río Guadalmedina, en Málaga capital, los liberales José Mateos y Juan José Rumí, catedrático del colegio de Santiago de Granada, y junto con ellos también lo fue Antonio Román Álvarez, aunque este por motivos diferentes.

   Los liberales tuvieron un entierro, llamémosle normal, no así el tercero que resulta que por no haber muerto en el seno de la fe católica, se le negó el entierro en campo santo, siendo conducido su cadáver a la playa, cerca del castillo de San Carlos, donde fue enterrado.  

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Málaga - 2020 

miércoles, 2 de septiembre de 2020

UNA LEYENDA DEL CASTILLO DE SANTA CATALINA.

    Investigando para realizar un trabajo sobre ciertas fortificaciones defensivas del municipio malagueño, me topé por casualidad con una pequeña historia sobre un suceso ocurrido en el castillo de Santa Catalina, suceso, por supuesto ficticio.

   Dicha historia la encontré publicada en un antiguo periódico malagueño llamado La Unión Ilustrada y que por ser poco común encontrar historias -ficticias o reales- que giren entorno a este antiguo castillo, hoy  solo el recuerdo en sus escasos restos, no he podido evitar transcribirlo tal cual apareció en el periódico a estas páginas.

   De modo que ahí va.


   "Málaga, es un país ideal; es decir, ideal para los poetas, para los artistas, para los que admiran la naturaleza tanto más, cuanto más accidentada es; en cambio, Málaga tiene graves inconvenientes, para los comerciantes, para los industriales, para los que prefieren las dilatadas llanuras atiborradas de mieses y la uniformidad del horizonte, á los precipicios, á las rocas, á los bosques y á los arroyuelos murmuradores.

   Yo prefiero la primera á la segúnda; y es mi mayor delicia, contemplarla desde cualquiera de los montes que la rodean. Vista desde la altura, todo es hermoso, El cielo parece que sonríe, el agua tiene más brillo. Las gaviotas oscilan lentas en el aire con tranquilo aleteo. Las olas besan la costa con rumor de carcajada y mi espíritu, libre por unos momentos, de las preocupaciones que constituyen la cotidiana lucha por la vida, se espansiona y sueño.

    Un dia al atardecer regresaba de mi paseo por las alamedas del Limonar entre tenues celajes, brillaba en el cielo, con reflejos de plata, el lucero de la tarde. La luz y la sombra se confundían, repartiéndose por el espacio, y de entre la sombra y la luz, nacía el crepúsculo. A mi izquierda, se veía el mar con su dilatada superficie, ora risueña, ora tempestuosa; con sus abismos, que lo mismo pueden encerrar preciados tesoros, que monstruos horrorosos; mar fascinador como una sirena; gigantesco como el poder más formidable de la naturaleza; traidor y tenebroso como el alma negra y taimada de un criminal; y cómo sirviéndole de marco, una sinuosa línea, frágil unas veces, por estar formada de menuda y movediza arena, de dura roca, otras freno que no por fuerte é inamovible, deja de ser constantemente roído y tascado por el mar iracundo, bañándolo, como el corcel de espuma.

   A la derecha, la ciudad; con sus casas blancas, semejantes á una bandada de palomas descansando de las fatigas del día, y en frente, un castillo, el de Santa Catalina.

   Durante unos minutos contemplé los penachos de helechos que se elevaban airosos, para caer después lánguidos por sus esquinas; la yedra que adornaba las derrumbadas paredes; los bloques de piedra que yacían esparcidos por el suelo; los arcos de las puertas inclinados por el peso de los años; los pilares de la terraza derruidos por el tiempo y los agentes atmosféricos; los restos de las ventanas colgando de sus quicios. Había en este castillo un tinte tan misterioso, que decidí entrar en él, por si encontraba entre los fragmentos de piedra y argamasa, alguna extraña leyenda.

   Apenas había avanzado algunos pasos en su interior, abrióse una puerta por la que apareció un anciano, que con una energía impropia á sus años, preguntó:

— ¿Quién vá?

—j La paz! — le contesté.  

— ¿Qué busca usted?—preguntó de nuevo lanzándome una terrible mirada.

— La historia de este castillo.

— Dicen que estas ruinas no tienen historia, tal vez, porque es muy triste, pero si quiere usted escucharla... .

—Es mi único deseo — interrumpí.

   —Pues oidla.

Solariego y extraño señor —comenzó diciendo el viejo— llamado don Diego de los Monteros, audaz y atrevido, vivía en esta torre, acostumbrado á mandar y á ser siempre obedecido. Echado una mañana de bruces sobre el alféizar de su ventana, contemplaba el embravecido mar, cuando quiso el demonio que su vista se posase en una joven bella y sencilla, hija de cierto señor, cuyo nombre no recuerdo.

   Desde aquel instante, no pensó más que en la posesión de la doncella, sin reparar en los medios, porque el tal Don Diego, no era muy escrupuloso; el caso es, que, un día no se sabe si por fuerza ó por astucia, robó y se hizo dueño de la anhelada mujer.

   Herido en lo más honde de su ser quedó un mozo de estas cercanías.

   No vivía; vagaba como un loco por el valle, y su pensamiento estaba tan lejos de la tierra, que tan indiferentes le eran los escarnios de los muchachos como las palabras compasivas de las mujeres.

   Así pasaron algunos meses; alegre don Diego y desesperado el mozo, cuando, cierto día, llegó éste al castillo, subió hasta la torre, burlando la vigilancia de los servidores. Con los pies descalzos corría por las habitaciones, sin producir ruido, buscando al miserable D. Diego.

   Por fin le halló en el mismo aposento y en la misma posición que cuando vio por primera vez á la robada doncella. El loco, se aproximó silencioso, y con agilidad y fuerza sobrehumanas, se lanzó sobre él, sujetó el cuerpo de D. Diego contra la piedra del alféizar de la ventana y le hundió una y otra vez, un puñal en la garganta.

   Los caminantes que pasaron por las inmediaciones del castillo, se estremecieron al percibir un ronco gemido, estertor de la muerte, y se horrorizaron cuando al fijarse en la ventana, vieron á D. Diego colgando medio cuerpo hacia afuera, convulso y bañado el rostro por la sangre que manaba de horribles heridas.

   Calló el anciano, y después de un corto silencio me despedí.

   ¿Será cierta la historia del viejo ó será pura fantasía?

   No lo sé. Pero esa torre, hoy despoblada, se halla cubierta de flotantes pabellones de plantas trepadoras, y del alféizar de una de las ventanas, bajan negros rieles estampados en la piedra.

   ¿De qué proceden esas señales? Tampoco lo sé. Quizás sean rastros de las lluvias, pero ¿no podrían ser también producidos por la sangre vertida por D. Diego de los Monteros?

IHPMalagueñas

Málaga - 2020