A casi ochenta y cuatro años del desmantelamiento y desaparición
del tan popular y querido por los marbelleros Muelle
de Hierro, he querido sacar a la luz un artículo aparecido en el periódico La
Unión Mercantil de fecha 20
de Marzo de 1934, donde un articulista hace una encendida defensa de la
necesidad de mantenerlo para la ciudad de Marbella y para beneficio de la
provincia y sus gentes.
El Muelle de Hierro -que había construido la
británica Sociedad Anónima Malcom- era eso, un muelle de hierro donde atracaban
barcos de carga que recogieron desde 1870 hasta 1934 las miles de toneladas de
mineral de hierro que habían sido extraídas de las cercanas minas de El
Peñoncillo. Este puente era paseable desde la costa hasta su mitad más o menos,
lugar en que se puso una verja que impedía el paso más allá. Era el muelle
lugar de destino de los paseos de los marbelleros de entonces, constituyendo un
motivo de solaz.
La empresa que entonces explotaba la mina en 1934, la
The Marbella Iron Ore viendo que ya no era rentable el negocio cerró sus
oficinas y puso a la venta el muelle, lo cual hizo que el Ayuntamiento, oyendo
el sentir popular, quisiera evitarlo, para lo cual propuso a la Dirección
General de Puertos que lo comprase, obteniendo una negativa por parte de dicho
organismo y como el municipio no tenía dinero para ello -la economía municipal
estaba hecha unos zorros- el muelle acabó por venderse a unos chatarreros
valencianos que tardaron poco en desguazarlo y llevárselo, para desesperación y
desconsuelo de los marbelleros, que veían cómo uno de sus símbolos más
apreciados desaparecía.
El articulista, Don José María Zuzuarregui y de Sotto,
abogado, había sido Concejal de Marbella entre 1932 y 1933, residiendo en
aquella ciudad, y donde su hermana Agustina y su cuñado, José de Laguno, habían
fundado un hotel de excelente calidad y alto nivel, llamado Hotel Miramar.
Haciéndose eco del sentir y del clamor popular ante
tal afrenta a la ciudad y al pueblo, el articulista no dudó en tomar la pluma y
escribir lo que sigue:
Foto del puente inserta en el artículo |
UN BUEN PUERTO QUE SE MALOGRA
"A
la vista de todos y en plena pasividad de los malagueños y sus autoridades, se
va a desmontar el muelle marítimo más capaz de la provincia (descontando los
del puerto de Málaga)
Un muelle de cerca de medio kilómetro de largo
(ocho metros de altura sobre el agua) y perfectamente apto para la carga de
barcos de cuatro mil toneladas.
Ni una protesta ni una gestión para impedirlo, ni una sola,
tampoco, para lograr lo que es natural y obligado cuando la política provincial
y local está verdaderamente inspirada en anhelos de mejoramiento material y
social de la región.
El magnífico muelle de la ensenada de Marbella va a
destruirse, sin provecho de nadie, precisamente en la ocasión en que están a
punto de concluirse las carreteras de Ronda y Coin que, desembocando en la
general de la costa, confluirán en Marbella como vértice de su tráfico. Vea el
lector el croquis que publicamos y podrá juzgar por la situación de los datos la
enorme torpeza de la destrucción que se intenta.
Tenemos fama los españoles de cargar a los
Gobiernos la culpa de nuestros atrasos, pero a fe que ellos han hecho, en
general, todo lo posible para justificar esa costumbre. Veamos el caso presente.
Sobre el año 1871 se hizo concesión por parte del
Estado español a la Sociedad Anónima Malcom para que instalara un
muelle en Marbella. En efecto; se construyó un espléndido muelle de sólidas
columnas de hierro, fuertemente apresado en otras empotradas en el firme
marino, y convenientemente afianzadas de armadura metálica. Cerca de quinientos
metros de muelle sobre el mar, con un calado en la punta de veinte y cinco pies
de profundidad. En alarde de previsiones técnicas y para facilitar la carga de
vapores de cuatro y cinco mil toneladas, se dio al muelle triple anchura en su
extremidad; instalando las vías de ferrocarril con sus grúas correspondientes,
mangas de carga y demás servicios complementarios.
Solo el ser macizo le faltaba a este muelle para
ser perfecto. Aun prescindiendo de la finalidad de cargar mineral de las minas
del Peñoncillo para que se construyó, era de suma necesidad un muelle en la
abierta ensenada de Marbella: como lo han demostrado después los hechos en las
múltiples ocasiones en que veleros y vaporcitos, sorprendidos por el temporal
que no les permitía llegar sin grave riesgo a Gibraltar o Málaga, buscaron el
refugio en las aguas siempre más tranquilas que tamiza y amansa el muelle de
Marbella. Por el pudieron muchos comunicar con tierra y aprovisionarse durante
los temporales.
* * *
Pues bien; ante la construcción de una obra tan
beneficiosa y de la buena calidad descrita, ¿con qué cláusula podrá pensarse
que se condicionó su instalación?
¿Con la de que los concesionarios fueran
convirtiendo poco a poco, el muelle de hierro, en muelle macizo
(rellenándolo, en forma, con los mismos bloques de piedra residuo de la mina)
para que al término de la explotación recibiese siquiera un puerto estable la
región española que iba a dar la riqueza de sus entrañas al Extranjero?...No
seamos ingenuos: eso lo hubiera pedido un padre. Y el Estado español dista
bastante de ser el padre de los españoles.
Pero acaso la condición impuesta a la Compañía Malcom
o a su sucesora The Marbella Iron Ore, sería al menos la de entregar el muelle
de hierro en perfecto estado de conservación al terminar el laboreo de las
minas?...Tampoco fue esa, mis dilectos lectores. Cualquier tutor medianejo que
concede la realización de mejoras en fincas de sus tutelados, exige a la postre
para ellos la propiedad de aquellas mejoras en buena conservación...
El Estado no llegó a la altura de un mediano tutor;
no estaba para cavilaciones benéficos de esta región el día de la concesión del
muelle de Marbella; padecía sin duda hipercloridria. Y por eso, del mismo modo
que los romanos pidieron para sus enemigos la destrucción de su capital,
Cartago; y que después de demolida se pasara por ella la reja del arado para
que no quedase ni memoria; y que sembraran de sal sus campos para que fuesen
siempre tierra maldita que no volviera a dar más cosecha; de esta misma manera,
digo, exigió el Estado español para conceder la instalación de un magnífico
muelle marítimo en la costa de Málaga, la seguridad previa, absoluta,
contractual, de que el muelle se destruiría de un modo implacable pieza por
pieza: y de que se arrancarían hasta los cimientos de sus columnas andando el
tiempo.
Es decir; que el Estado procedió en este caso como
el peor enemigo de la provincia; eliminando hasta la posibilidad de que tuviera
el único puerto de refugio, carga, y turismo que entonces se le ofrecía. El
Estado español (que anulaba de este modo el porvenir marítimo de este trozo de
costa) no llegó a pedir, justo es decirlo, que en lo futuro se sembraran de sal
los sitios que ocupara el muelle de Marbella; aunque hay quien dice que se
abstuvo de tal petición en que ya los salaría suficientemente el mar
Mediterráneo. Tal vez si no fuera por esta confianza lo hubiera pedido el
Estado, en evitación de que volviera a retoñar el muelle...¡Es mucho Estado el
Estado español!
*
* *
Pues bien; la atrocidad que preparó en aquel remoto
día de hipercloridria estatal, se va a perpetrar ahora al liquidar su negocio
la compañía minera (y aun puede que le ayuden en parte los temporales) con
enorme perjuicio del porvenir de Marbella y notable demérito para la costa de
Málaga.
Porque el muelle de Marbella va a ser desmontado
precisamente cuando su zona se convierte en confluencia de tráfico de regiones
interiores de la provincia tan importantes como Ronda y Coín; cuando hay un
problema mortal de paro obrero que tiene en la miseria a trescientas familias
solo en Marbella (problema que no se resolverá ciertamente con que se emplee
cuarenta hombres en los trabajos de desguace del muelle), cuando se ha palpado
la necesidad de tener puerto de refugio en esta costa; cuando con una cantidad
insignificante para la categoría del puerto que habría de quedar (cinco o seis
millones, no más, de pesetas) podría utilizarse el actual muelle de hierro como
base y armadura para la construcción del puerto definitivo, que necesita ya
este punto de la costa.
¡Sr. Gobernador de Málaga; señores Alcaldes de
Ronda, Coín y Marbella; comerciantes, obreros, agricultores! A todos interesa
evitar el desguace del muelle de Marbella y lograr su rápida transformación en
puerto permanente.
¡Medio kilómetro de muelle de piedra para vapores
de cinco mil toneladas abierto al tráfico en comunicación directa con las ricas
e interesantes regiones de Ronda y Coín!... Obra magnífica para la que habrán
de sobrar facilidades técnico - económicas a base de la actual instalación.
Solo falta un poco de buena voluntad por parte de todos para concretar la
petición y apoyarla en Madrid. Ahora que la fuerza de los hechos obliga
ineludiblemente a ejecutar un vasto plan de obras públicas, será de todo punto
justo recabar para esta un turno preferente.
No se trata de una cuestión local ni de partido; es
asunto de alto interés provincial, avalorado por el aspecto benéfico que tiene
de ser la única solución práctica de esta zona para curar esa dolorosísima
llaga social que se llama el paro obrero.
J. ZUZUARREGUI (Abogado)
Marbella y Marzo de 1934."
IHPMalagueñas
Málaga 2016
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