lunes, 30 de mayo de 2016

MARBELLA Y EL FIN DE SU MUELLE DE HIERRO: UN ARTÍCULO PERIODÍSTICO ©

   A poco tiempo ya para cumplirse los ochenta años del desmantelamiento y desaparición del tan popular y querido por los marbelleros Muelle de Hierro, he querido sacar a la luz un artículo aparecido en el periódico  La Unión Mercantil de fecha 20 de Marzo de 1934, donde un articulista hace una encendida defensa de la necesidad de mantenerlo para la ciudad de Marbella y para beneficio de la provincia y sus gentes.

   El Muelle de Hierro -que había construido la británica Sociedad Anónima Malcom- era eso, un muelle de hierro donde atracaban barcos de carga que recogieron desde 1870 hasta 1934 las miles de toneladas de mineral de hierro que habían sido extraídas de las cercanas minas de El Peñoncillo. Este puente era paseable desde la costa hasta su mitad más o menos, lugar en que se puso una verja que impedía el paso más allá. Era el muelle lugar de destino de los paseos de los marbelleros de entonces, constituyendo un motivo de solaz.

   La empresa que entonces explotaba la mina en 1934, la The Marbella Iron Ore viendo que ya no era rentable el negocio cerró sus oficinas y puso a la venta el muelle, lo cual hizo que el Ayuntamiento, oyendo el sentir popular, quisiera evitarlo, para lo cual propuso a la Dirección General de Puertos que lo comprase, obteniendo una negativa por parte de dicho organismo y como el municipio no tenía dinero para ello -la economía municipal estaba hecha unos zorros- el muelle acabó por venderse a unos chatarreros  valencianos que tardaron poco en desguazarlo y llevárselo, para desesperación y desconsuelo de los marbelleros, que veían cómo uno de sus símbolos más apreciados desaparecía.

   El articulista, Don José María Zuzuarregui y de Sotto, abogado, había sido Concejal de Marbella entre 1932 y 1933.

   Haciéndose eco del sentir y del clamor popular ante tal afrenta a la ciudad y al pueblo, el articulista no dudó en tomar la pluma y escribir lo que sigue:

UN BUEN PUERTO QUE SE MALOGRA

   A la vista de todos y en plena pasividad de los malagueños y sus autoridades, se va a desmontar el muelle marítimo más capaz de la provincia (descontando los del puerto de Málaga) Un muelle de cerca de medio kilómetro de largo (ocho metros de altura sobre el agua) y perfectamente apto para la carga de barcos de cuatro mil toneladas.




Foto que acompaña al artículo

   Ni una protesta ni una gestión para impedirlo, ni una sola, tampoco, para lograr lo que es natural y obligado cuando la política provincial y local está verdaderamente inspirada en anhelos de mejoramiento material y social de la región.

   El magnífico muelle de la ensenada de Marbella va a destruirse, sin provecho de nadie, precisamente en la ocasión en que están a punto de concluirse las carreteras de Ronda y Coin que, desembocando en la general de la costa, confluirán en Marbella como vértice de su tráfico. Vea el lector el croquis que publicamos y podrá juzgar por la situación de los datos la enorme torpeza de la destrucción que se intenta.

   Tenemos fama los españoles de cargar a los Gobiernos la culpa de nuestros atrasos, pero a fe que ellos han hecho, en general, todo lo posible para justificar esa costumbre. Veamos el caso presente.

   Sobre el año 1871 se hizo concesión por parte del Estado español a la Sociedad Anónima Malcom para que instalara un muelle en Marbella. En efecto; se construyó un espléndido muelle de sólidas columnas de hierro, fuertemente apresado en otras empotradas en el firme marino, y convenientemente afianzadas de armadura metálica. Cerca de quinientos metros de muelle sobre el mar, con un <<calado>> en la punta de veinte y cinco pies de profundidad. En alarde de previsiones técnicas y para facilitar la carga de vapores de cuatro y cinco mil toneladas, se dio al muelle triple anchura en su extremidad; instalando las vías de ferrocarril con sus grúas correspondientes, mangas de carga y demás servicios complementarios.

   Solo el ser macizo le faltaba a este muelle para ser perfecto. Aun prescindiendo de la finalidad de cargar mineral de las minas del Peñoncillo para que se construyó, era de suma necesidad un muelle en la abierta ensenada de Marbella: como lo han demostrado después los hechos en las múltiples ocasiones en que veleros y vaporcitos, sorprendidos por el temporal que no les permitía llegar sin grave riesgo a Gibraltar o Málaga, buscaron el refugio en las aguas siempre más tranquilas que tamiza y amansa el muelle de Marbella. Por el pudieron muchos comunicar con tierra y aprovisionarse durante los temporales.

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   Pues bien; ante la construcción de una obra tan beneficiosa y de la buena calidad descrita, ¿con qué cláusula podrá pensarse que se condicionó su instalación?

   ¿Con la de que los concesionarios fueran convirtiendo poco a poco, el muelle de hierro, en muelle macizo  (rellenándolo, en forma, con los mismos bloques de piedra residuo de la mina) para que al término de la explotación recibiese siquiera un puerto estable la región española que iba a dar la riqueza de sus entrañas al Extranjero?...No seamos ingenuos: eso lo hubiera pedido un padre. Y el Estado español dista bastante de ser el padre de los españoles.

   Pero acaso la condición impuesta a la Compañía Malcom o a su sucesora The Marbella Iron Ore, sería al menos la de entregar el muelle de hierro en perfecto estado de conservación al terminar el laboreo de las minas?...Tampoco fue esa, mis dilectos lectores. Cualquier tutor medianejo que concede la realización de mejoras en fincas de sus tutelados, exige a la postre para ellos la propiedad de aquellas mejoras en buena conservación...

   El Estado no llegó a la altura de un mediano tutor; no estaba para cavilaciones benéficos de esta región el día de la concesión del muelle de Marbella; padecía sin duda hipercloridria. Y por eso, del mismo modo que los romanos pidieron para sus enemigos la destrucción de su capital, Cartago; y que después de demolida se pasara por ella la reja del arado para que no quedase ni memoria; y que sembraran de sal sus campos para que fuesen siempre tierra maldita que no volviera a dar más cosecha; de esta misma manera, digo, exigió el Estado español para conceder la instalación de un magnífico muelle marítimo en la costa de Málaga, la seguridad previa, absoluta, contractual, de que el muelle se destruiría de un modo implacable pieza por pieza: y de que se arrancarían hasta los cimientos de sus columnas andando el tiempo.

   Es decir; que el Estado procedió en este caso como el peor enemigo de la provincia; eliminando hasta la posibilidad de que tuviera el único puerto de refugio, carga, y turismo que entonces se le ofrecía. El Estado español (que anulaba de este modo el porvenir marítimo de este trozo de costa) no llegó a pedir, justo es decirlo, que en lo futuro se sembraran de sal los sitios que ocupara el muelle de Marbella; aunque hay quien dice que se abstuvo de tal petición en que ya los salaría suficientemente el mar Mediterráneo. Tal vez si no fuera por esta confianza lo hubiera pedido el Estado, en evitación de que volviera a retoñar el muelle...¡Es mucho Estado el Estado español!

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   Pues bien; la atrocidad que preparó en aquel remoto día de hipercloridria estatal, se va a perpetrar ahora al liquidar su negocio la compañía minera (y aun puede que le ayuden en parte los temporales) con enorme perjuicio del porvenir de Marbella y notable demérito para la costa de Málaga.

   Porque el muelle de Marbella va a ser desmontado precisamente cuando su zona se convierte en confluencia de tráfico de regiones interiores de la provincia tan importantes como Ronda y Coín; cuando hay un problema mortal de paro obrero que tiene en la miseria a trescientas familias solo en Marbella (problema que no se resolverá ciertamente con que se emplee cuarenta hombres en los trabajos de desguace del muelle), cuando se ha palpado la necesidad de tener puerto de refugio en esta costa; cuando con una cantidad insignificante para la categoría del puerto que habría de quedar (cinco o seis millones, no más, de pesetas) podría utilizarse el actual muelle de hierro como base y armadura para la construcción del puerto definitivo, que necesita ya este punto de la costa.

   ¡Sr. Gobernador de Málaga; señores Alcaldes de Ronda, Coín y Marbella; comerciantes, obreros, agricultores! A todos interesa evitar el desguace del muelle de Marbella y lograr su rápida transformación en puerto permanente.

   ¡Medio kilómetro de muelle de piedra para vapores de cinco mil toneladas abierto al tráfico en comunicación directa con las ricas e interesantes regiones de Ronda y Coín!... Obra magnífica para la que habrán de sobrar facilidades técnico - económicas a base de la actual instalación. Solo falta un poco de buena voluntad por parte de todos para concretar la petición y apoyarla en Madrid. Ahora que la fuerza de los hechos obliga ineludiblemente a ejecutar un vasto plan de obras públicas, será de todo punto justo recabar para esta un turno preferente.

   No se trata de una cuestión local ni de partido; es asunto de alto interés provincial, avalorado por el aspecto benéfico que tiene de ser la única solución práctica de esta zona para curar esa dolorosísima llaga social que se llama el paro obrero.

                                                                    J. ZUZUARREGUI (abogado)

                                                                                                   Marbella y Marzo de 1934.